蜜桃交友

Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano

Enviados en las últimas semanas a Ucrania devastada por la guerra para ofrecer la mano tendida de la Iglesia, el cardenal Michael Czerny, Prefecto interino del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y el cardenal Konrad Krajewski, Limosnero del Papa, continúan la misión encomendada por el Pontífice, estando al lado de los necesitados.

Allí, en unos locales en desuso al lado de la Fundación Santa Lucía que fueron acondicionados por algunos voluntarios, llegó por la mañana del domingo 3 de abril, la caravana y la ambulancia de la Limosnería Apostólica junto a muchos médicos: otorrinolaringólogos, geriatras, oftalmólogos y muchos otros con motivo del Día de la Salud. "Hacia las periferias y hacia el otro" es el mandato que muchos médicos, enfermeras y estudiantes de medicina han aceptado y que hoy se concreta ofreciendo gratuitamente hisopados, medicinas, exámenes médicos, atención primaria y hasta un desayuno para quienes necesitan y un paquete de alimentos. Ya son 30 las familias que cada semana las reciben de manos de los voluntarios.

El ejército de la paz

El cardenal Czerny ofreció su cercanía celebrando la misa en la Basílica de Santa Sofía de Roma, corazón de la solidaridad de muchos italianos con los ucranianos. En su homilía recordó los viajes que le llevaron a entrar en el país de Europa del Este devastado por el conflicto con Rusia. "Me alegra celebrar con ustedes, porque a causa de la guerra que vive su pueblo -explicó- he podido ver, no directamente en las regiones en conflicto, sino en los ojos de las mujeres y los niños que he conocido: gente que huye, desarraigada, perdida, que en una mochila o en una bolsa de la compra lleva todo lo que le queda. "En las fronteras húngara y eslovaca, vi a mucha gente comprometida en construir la paz, acercándose a los refugiados, mientras los soldados están ocupados haciendo la guerra. Quienes acogen son un verdadero ejército de la paz que se ha movilizado por iniciativas de acogida y solidaridad". La invitación del cardenal Czerny fue a aferrarse a las promesas de Dios que nunca defraudan porque son "promesas de vida".