República Democrática del Congo. La Iglesia reza por la paz en el este del país
Francesca Sabatinelli - Ciudad del Vaticano
Una oración por la paz en la parte oriental de la República Democrática del Congo, devastada por la violencia de grupos rebeldes y terroristas que ha costado la vida a millones de civiles en las últimas tres décadas, no podía dejar indiferentes a los obispos del país. Es la que cerrará hoy todas las celebraciones Eucarísticas en el país africano, preparadas por la Conferencia Episcopal Nacional del Congo, que testimonia el firme compromiso de los obispos por la paz y que verá, el sábado 24 de febrero, al arzobispo metropolitano de Kinshasa, Fridolin Ambongo, celebrar una Misa por la paz en la catedral de Nuestra Señora del Congo de la capital, como ya hiciera a finales de enero en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Goma.
Implorar el fin de las hostilidades en la región de los Grandes Lagos es la intención de esta oración, que invoca el consuelo de Dios para que las personas "víctimas de atrocidades", todos aquellos congoleños "atormentados desde hace varias décadas por la inseguridad que se ha cobrado millones de víctimas", puedan "encontrar la paz y la tranquilidad".
El "polvorín" de Goma
Toda la zona está asfixiada por un conflicto entre grupos armados, entre ellos el M23 -origen de una nueva masacre hace dos días, perpetrada durante un funeral, con un balance de 17 muertos-, que ha asumido un papel protagonista y que Kinshasa considera apoyado por Ruanda. Sobre este último país pesa la acusación congoleña de estar detrás del ataque nocturno con drones de ayer contra el aeropuerto de Goma, acusación a la que Kigali aún no ha reaccionado.
El temor generalizado es que la guerra ponga en grave peligro la coexistencia y la convivencia pacífica entre etnias y entre Estados vecinos. Goma es una ciudad fronteriza con Ruanda, que interactúa con la ciudad de Gisenyi, con la que siempre ha existido un comercio transfronterizo de alto valor económico y que siempre ha marcado unas buenas relaciones de vecindad, vividas en seguridad y fraternidad.
"Sin embargo", afirma el obispo de Goma, Willy Ngumbi Ngengele, "tras la guerra del M23, la ciudad de Goma se ha militarizado en exceso, con la presencia de grupos armados conocidos como 'wazalendo'. Esto convierte a Goma en un polvorín que podría estallar en guerra civil en cualquier momento si no tenemos cuidado".
Riesgo de catástrofe humanitaria
Goma, una ciudad de casi dos millones de habitantes, es también el hogar de los 850.000 desplazados por la guerra que, en los últimos dos años, han buscado refugio en siete campos instalados por el gobierno congoleño alrededor de la ciudad, prosigue el obispo. Todos ellos son ahora "rehenes de la guerra del Movimiento 23 de Marzo (M23), cuyo apoyo desde Ruanda atestiguan varios informes de ONG y otras agencias de la ONU".
La ciudad está "completamente asfixiada desde que las tropas del M23 avanzaron hacia la ciudad de Sake, a 30 km al oeste de Goma". Su situación es altamente estratégica, situada en el cruce de tres grandes rutas económicas, pero las maniobras del M23 están poniendo en peligro los suministros y ahora, advierte el obispo, "existe un riesgo real de que estalle la hambruna en Goma y la gente empiece a morir por falta de alimentos".
Si el M23 cierra todas las rutas de suministro, se pregunta dramáticamente Willy Ngumbi Ngengele, "¿qué ganará entrando en una ciudad donde la gente se muere de hambre o ya no tiene fuerzas para trabajar?". Y sus pensamientos se dirigen a los desplazados por la guerra, cuyo número no hace más que aumentar a medida que avanzan las tropas del M23. Asistimos impotentes", es la dramática consideración del obispo de Goma, "al desarrollo de una catástrofe humanitaria".
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