Los Jesuitas sobre Nicaragua: “Los valores cristianos acaban siempre venciendo”
Johan Pacheco - Pope
La Compañía de Jesús en Centroamérica desarrolla una amplia labor pastoral universitaria y de migración, que les permite estar cerca de la realidad de un pueblo como el de Nicaragua, donde les cancelaron su personalidad jurídica y les expropiaron la Universidad Centroamérica, pero aun así continúan en su labor. El portavoz de los jesuitas, el sacerdote José María Tojeira desde El Salvador cuenta a Pope que “al ser la universidad productora de conocimiento y pensamiento crítico y abierto, el gobierno tendía a verla casi automáticamente como enemiga”.
“La constancia y la resistencia en los valores cristianos acaban siempre venciendo, aunque haya momentos en que tengamos que pasar por la cruz”, dice el jesuita reconociendo además que “la expulsión o la confiscación de bienes es siempre parte del horizonte que vislumbran los religiosos y religiosas presentes en el país”.
¿Cuál cree ha sido el motivo para que el gobierno en Nicaragua tomara esta decisión contra la Compañía de Jesús?
El gobierno de Nicaragua trata de tener un control total de la opinión a su favor. Es en este contexto que persigue a la Iglesia y a la Compañía de Jesús. En particular de la Compañía le ha molestado la defensa de los Derechos de la Gente en 2018, especialmente de la Universidad Centroamericana UCA, y el respaldo dado a los reclamos de amplias manifestaciones que pedían libertad y respeto a derechos concretos de la población. La labor de mediación entre los jóvenes estudiantes y el gobierno, encomendado por el cardenal Brenes al rector de la UCA, también molestó al gobierno. Al ser la universidad productora de conocimiento y pensamiento crítico y abierto, el gobierno tendía a verla casi automáticamente como enemiga.
¿Cuál es el trabajo pastoral que desarrollan los jesuitas en Nicaragua, además de la UCA?
Los jesuitas además de la UCA, hoy en manos del gobierno, dirigen dos colegios de enseñanza media y la red internacional de Fe y Alegría, que tiene más de 800 colaboradores, entre laicos, religiosos y sacerdotes, y atiende, entre educación formal e informal a un poco más de 54.000 personas. Hasta hace poco teníamos también una parroquia que está en proceso de traslado al arzobispado de Managua a causa de la salida del país del jesuita que la atendía y la dificultad de que puedan llegar sustitutos.
¿Luego del cierre de la Universidad Centroamericana y de la cancelación jurídica de la Compañía de Jesús en Nicaragua, abandonaran el país o temen de ser expulsados o encarcelados?
Han salido del país algunos jesuitas de edad avanzada y enfermos, dado que teníamos dificultad en el ambiente actual, para darle la debida atención. Pero el resto continúa trabajando en las obras mencionadas. La expulsión o la confiscación de bienes es siempre parte del horizonte que vislumbran los religiosos y religiosas presentes en el país. Las Hermanas de la Caridad (Sta Teresa de Calcuta), las Hijas de la Caridad (Sta Luisa de Marillac), la Dominicas de la Anunciata, entre otras congregaciones, ya han sido despojadas de sus pertenencias y expulsadas del país total o parcialmente. De todos modos es ejemplar la constancia en el trabajo de quienes no solo permanecen sino desean permanecer a pesar de los riesgos y hostilidad gubernamental.
¿Cómo afrontarán la tarea misionera de los Jesuitas en un país donde son perseguidos?
En situaciones como las de Nicaragua es importante la constancia, la cercanía con la gente, la apertura al diálogo cuando haya posibilidad y el acompañamiento a los que sufren. Es lo que trata de hacer la Iglesia y lo que tratamos de hacer también los jesuitas.
Luego de un año de la encarcelación de Mons. Rolando Álvarez, y tantas otras situaciones de persecución contra la Iglesia, ¿cuál es el mensaje como Jesuitas al pueblo nicaragüense?
Mons. Rolando Álvarez es un signo de la fidelidad de la Iglesia al pueblo nicaragüense. San Cipriano de Cartago en el siglo III llamaba mártires a los cristianos que habían resistido y sobrevivido la dura condena a trabajos forzados en las minas de Sicilia. El obispo de Matagalpa está en una situación, cambiando las circunstancias históricas, semejante a quienes padecieron en las minas en tiempos del imperio romano. Los jesuitas queremos también ser signos de resistencia en la fidelidad al mandato de Jesús de estar cerca de los que sufren y poner una palabra de esperanza en medio del dolor del pueblo. La constancia y la resistencia en los valores cristianos acaba siempre venciendo, aunque haya momentos en que tengamos que pasar por la cruz.
Ante esta situación, ¿cuál es la respuesta de los jesuitas al gobierno de Nicaragua?
Nuestro deseo es que haya diálogo, devolución de bienes y de presencia, liberación de condenas y de medidas violatorias de DDHH, como la privación de nacionalidad y destierro. Establecer un proceso de diálogo, por el que tanto trabajó la Iglesia en Nicaragua, resulta indispensable para una salida de una situación oprimente que solo puede llevar a una acentuación de los conflictos.
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