Universitarios conversan con líderes sinodales
Linda Bordoni - Pope
Unos 140 estudiantes universitarios, principalmente norteamericanos, se reunieron el viernes por la tarde en el Aula Pablo VI para dialogar directamente con los responsables de la Secretaría del Sínodo.
El acto, titulado «Universitarios en diálogo con los líderes del Sínodo», incluyó una serie de preguntas pertinentes planteadas por los estudiantes y respondidas por el cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo, el cardenal Jean-Claude Hollerich, Relator del Sínodo, la hermana Leticia Salazar, Canciller de la Diócesis de San Bernadino, y Monseñor Daniel Flores, obispo de la Diócesis de Brownsville, en el sur de Texas.
La estructura de la mesa redonda, que reflejaba la de la 2ª Sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad, simbolizaba la visión del Papa Francisco de que la Iglesia camine unida en un viaje de escucha y compromiso.
Afrontar el reto de escuchar
La primera pregunta fue planteada por Asia Chan, una estudiante de Trinidad y Tobago, que expresó su lucha por expresar la propia fe en una cultura diferente y se interesó por la forma en que la Iglesia podría mejorar las futuras consultas para garantizar que se escuchen más voces.
El cardenal Grech respondió, reconociendo el reto y compartiendo que el actual proceso sinodal de la Iglesia no tiene precedentes en cuanto al alcance de la escucha. Señaló que, aunque todavía se puede mejorar, este sínodo ha implicado a mucha más gente que los anteriores.
"Durante el Sínodo sobre la Familia, dijo el Cardenal, sólo 80 de las 114 Conferencias Episcopales participaron. Esta vez han presentado su informe 112 de 114: eso significa que se ha escuchado a una buena parte de la gente".
También sostuvo que esta vez más de 20.000 personas participaron en una plataforma digital, por lo que "la participación ha sido muy buena y promete ser mejor en el futuro".
«Escuchar es fundamental", continuó, subrayando la importancia de escuchar no sólo las opiniones, sino también la guía del Espíritu Santo en un proceso que "ayudará a la Iglesia a ser más sinodal, creando una cultura del encuentro arraigada en la escucha tanto de Dios como de los demás".
Implicar a los jóvenes marginados
Alexandra, una estudiante venezolana que creció en Oriente Medio, preguntó por qué los jóvenes no comprometidos con la Iglesia deberían preocuparse por la sinodalidad, y cómo podría la Iglesia crear espacios para aquellos que se sienten heridos por ella.
El cardenal Hollerich subrayó la importancia de escuchar a la gente, no sólo sus opiniones, en el polarizado mundo actual.
Señaló el choque de opiniones que caracteriza actualmente a los Estados Unidos y dijo que "la polarización es una forma de pensar muy alejada de la sinodalidad, como lo es el mundo digital, en el que sólo sigues a las personas que tienen las mismas opiniones que tú - y si no estás de acuerdo se vuelve muy opositor".
Pero, añadió, "una persona con una opinión diferente no es un enemigo; somos parte de la misma humanidad. Tenemos que encontrar soluciones comunes".
En la Iglesia, continuó, es más fácil porque somos hermanas y hermanos; compartimos el mismo Bautismo.
"Creo que el mundo puede aprender de ello", aseguró, "y sería bonito que pudiéramos abrirnos a otras creencias y religiones para debatir en fraternidad global los grandes temas de nuestro mundo". La sinodalidad ofrece una forma de unir a las personas, reconociendo su humanidad compartida.
El mundo, declaró el cardenal Hollerich, podría aprender del planteamiento de la Iglesia sobre la sinodalidad, especialmente en la creación de espacios para un diálogo respetuoso que aborde cuestiones globales como la paz, la justicia y la ecología.
Fidelidad a la tradición en medio del cambio sinodal
Sondra, una estudiante de San Francisco, planteó su inquietud sobre la manera en que el énfasis en la experiencia en el proceso sinodal podría afectar a la fidelidad a la tradición y a la verdad.
El obispo Flores le contestó garantizándole que la sinodalidad no compromete la misión de la Iglesia de proclamar el Evangelio. Reconoció el reto que supone escuchar a quienes tienen puntos de vista diferentes, pero afirmó que es esencial para comprender las realidades a las que se enfrenta la gente.
"¿Cómo permanecer fiel a la Iglesia? La Iglesia lleva 2000 años desordenada, pero el Espíritu la mantiene unida. ¿Qué aporto a Roma desde el sur de Texas? No me preocupa que la fe de la Iglesia se vea comprometida si nos escuchamos unos a otros", afirmó.
El proceso sinodal, explicó, ayuda a profundizar en el entendimiento sin socavar las enseñanzas fundamentales de la Iglesia.
Pasar del debate a la acción
Joseph, un estudiante de Nueva Orleans implicado en la pastoral juvenil, preguntó cómo podía el sínodo transformar los debates en acciones concretas.
La hermana Leticia Salazar destacó la naturaleza transformadora del proceso sinodal. Lo comparó con la invitación de San Ignacio de Loyola a experimentar la Escritura como si uno estuviera presente en la escena. Sentarse en las mismas mesas que los participantes del sínodo, dijo, es una experiencia poderosa que fomenta la comunión y la transformación.
Sor Leticia expresó la esperanza de que los estudiantes lleven esta experiencia a sus comunidades, haciendo de la sinodalidad una realidad vivida. Añadió que el proceso no es meramente teórico, sino una forma de discernir y construir juntos como una Iglesia.
"¿Qué va a pasar después de este tiempo aquí? Continuará en San Bernardino y espero que en toda la Iglesia", dijo. "Es una manera de encontrar a Jesús en el otro, no es una idea, es construir juntos y discernir juntos la voluntad de Dios".
En este tiempo de polarización, continuó Sor Leticia, "la sinodalidad tiene una manera suave de anunciar la Buena Nueva de una manera muy respetuosa".
"Estoy muy esperanzada de que Estados Unidos esté aquí", concluyó, "Lo bonito es que no estamos solos. El Papa Francisco no quiere hacer su misión solo, ha llamado a toda la Iglesia a hacerla con él. Háganlo realidad!".
Sinodalidad en la formación teológica y ministerial
Fabio, de El Salvador, estudioso de la teología, se interesó por las posibilidades de los seminarios y las facultades de teología para fomentar la sinodalidad.
El obispo Flores respondió animando a teólogos y seminaristas a comprometerse con las realidades de las personas a las que sirven. Subrayó la trascendencia de salir de los ambientes académicos para experimentar la vida de los marginados.
El cardenal Grech añadió que los seminarios y los programas teológicos deben ser reevaluados a través de una lente sinodal. Invitó a estudiantes y teólogos a contribuir a esta conversación en curso, subrayando que la sinodalidad debe impregnar todos los niveles de la formación de la Iglesia.
Diálogo interreligioso y sinodalidad global
Mika, de Cincinnati, formuló la sexta y última pregunta sobre cómo podría la Iglesia apoyar a los laicos en la promoción del diálogo interreligioso y qué lecciones podría aprender la sinodalidad de otras tradiciones religiosas.
El cardenal Hollerich reflexionó sobre su experiencia en Japón, donde enseñó a estudiantes de diversas religiones. Contó cómo este encuentro le ayudó a reconocer que Dios ya está presente en todas las culturas y religiones.
El purpurado hizo hincapié en que la sinodalidad puede enseñar al mundo que la religión no debe ser fuente de conflicto, sino más bien un camino hacia una mayor fraternidad, y pidió a la Iglesia que actúe junto con otras tradiciones religiosas para afrontar los retos globales, como la justicia social y ecológica, como hermanos y hermanas unidos por una misión común.
"Tenemos que demostrar que no nos limitamos a hablar, tenemos que actuar juntos, reunirnos y crecer en estima, amor y amistad y actuar por el bien de la humanidad. Eso forma parte de nuestra misión, y parte de esa misión es también proclamar a Dios", afirmó.
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