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Imploremos la intercesión de la patrona de Honduras, Nuestra Señora de Suyapa, Monseñor Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado, por este tiempo "tristemente marcado por el horror de la guerra, el maltrato a nuestra casa común, la pobreza escandalosa y prepotente que afecta a tantos de nuestros vecinos".

El arzobispo se encuentra en el país centroamericano con motivo de la reapertura de la Nunciatura Apostólica en la capital, Tegucigalpa. El 12 de julio presidió la ceremonia en la sede de la Representación Pontificia; ayer, sábado 13, celebró la Misa en presencia de los miembros de la Conferencia Episcopal Hondureña en la Basílica de Suyapa, lugar sagrado muy querido por todos los hondureños que veneran allí a la patrona.

La visita a la Basílica en 2011 

Un lugar también entrañable para el propio sustituto, que al inicio de su homilía recordó su visita "a esta hermosa Basílica" en 2011: "Desde la primera vez me sentí acogido por la presencia maternal de la Virgen en esta su casa y también envuelto por el afecto de ustedes, queridas hermanas y hermanos hondureños, que desde el principio me hicieron sentir como en casa", dijo.

Saludo del Papa Francisco

Más de diez años después, monseñor Peña Parra regresa a estos lugares "para encomendar a la amorosa intercesión de María Santísima, Madre de Dios, a la Iglesia, al Santo Padre y a su ministerio como pastor universal". Del Papa, el prelado -como en su discurso del viernes en la Nunciatura- trajo "el saludo cordial" como "padre y pastor". "El martes pasado (9 de julio, ed.), cuando lo saludé y le informé de esta visita, me recomendó calurosamente que transmitiera al pueblo hondureño su afecto y recuerdo constante en la oración y que pidiera a todos ustedes que recen por él ante nuestra Madre de Suyapa".

Oración para no perderse en caminos de oscuridad y muerte

El arzobispo invitó a recitar la hermosa y antigua invocación "iter para tutum", para que el patrono de Honduras "proteja nuestro camino", "lo haga seguro" y "nos ayude a no perdernos en senderos de oscuridad y sombras de muerte". De ahí la exhortación una vez más a rezar "incansablemente" a Nuestra Señora de Suyapa "para que proteja a la Iglesia, al Papa, a esta nación y al mundo entero" y "con amorosa solicitud maternal siga velando y protegiendo la misión que Dios nos ha encomendado a cada uno de nosotros". El deseo del prelado es que todos "nos esforcemos por ser testigos del amor misericordioso del Padre", "constructores de fraternidad" y "colaboradores del Señor en la edificación de una civilización fundada en el amor".