Inauguran la nunciatura en Chipre
L'Osservatore Romano
Casa del encuentro, de la fraternidad y de la esperanza, cofre del diálogo, de la caridad y de la paz. Esta es la imagen evocada por Mons. Edgar Peña Parra, Sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, para la Nunciatura Apostólica en Chipre, inaugurada el viernes 26 de enero de 2024.
En su discurso a las autoridades religiosas y civiles, monseñor Peña Parra llevó el saludo cordial del Papa Francisco, recordó los cincuenta años de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Chipre y subrayó que la inauguración de una Nunciatura Apostólica es un gesto diplomático pastoral y fraterno. Porque "la Iglesia católica se siente en casa en cada nación", trabajando "entre" los pueblos. La nunciatura, recordó, es "la casa del Papa" en un determinado país y como tal está llamada a fomentar un clima de "familiaridad y fraternidad".
Recordando , el sustituto de la Secretaría de Estado se hizo eco de las palabras de Francisco cuando, hablando del país, mencionó su "innata vocación al encuentro". Es precisamente una "cultura del encuentro", dijo, la llamada a promover el servicio diplomático de la Santa Sede. La nunciatura, por tanto, aparece como "un 'cofre' donde se guardan y conservan encuentros preciosos": un "cofre del diálogo" entre los católicos de la zona, en la "riqueza" de la variedad de orígenes y ritos, latinos y maronitas, y entre cristianos de distintas confesiones.
Toda nunciatura, señaló también, está llamada a ser un centro donde se promueva la fraternidad humana: un reto que hay que afrontar "en estos días". La referencia es a la migración, "una realidad no exenta de problemas" que debe ser bien gestionada, "sobre todo a través de un compromiso concreto y eficaz de toda la Unión Europea en la regulación de la entrada y, en particular, en la distribución de los acogidos". Por ello, espera que la nunciatura "sea un cofre de caridad" hacia los necesitados, pero también una casa "de esperanza". En Chipre, señaló, abrir una puerta a la esperanza significa asumir una "herida aún abierta y sangrante", la división de la isla en dos, que se remonta a 1974, cuando las tropas turcas ocuparon parte de Chipre.
Los pensamientos se dirigieron "a todos aquellos que no pueden regresar a sus hogares", pero también a las "heridas sociales y personales causadas por la división de la isla y a los cuatro pueblos maronitas del norte del país, cuya identidad debe ser protegida". De este modo, exhortó a hacer "todos los esfuerzos posibles" para dar prioridad a las necesidades de la población.
En esta perspectiva, aparece también la imagen de un "cofre de paz" para la nunciatura, en beneficio de los pueblos de toda la región, pensando en Oriente Medio, "tan cercano a nosotros, que llevamos en el corazón y en la oración con gran dolor y preocupación".
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí