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Juan Pablo II en las montañas del Gran Sasso, 20 de junio de 1993 Juan Pablo II en las montañas del Gran Sasso, 20 de junio de 1993 

Resuenan aún hoy con fuerza las palabras de san Juan Pablo II

Es alentador y muy conmovedor saber cuántas personas siguen queriendo escucharle, a pesar de los intentos de ahogar su voz. Creo que hoy su llamado, “No tengan miedo de abrir la puerta a Cristo”, resonaría con una fuerza nueva y poderosa”, subraya el cardenal Stanisław Dziwisz en una entrevista a Radio Vaticano - Pope con motivo del 45º aniversario de la elección del cardenal Karol Wojtyła como Papa

P. Paweł Rytel-Andrianik, Paweł Rozwód – Ciudad del Vaticano

También señala que fue el Papa polaco quien inició el difícil proceso de depurar la Iglesia de los delitos relacionados con menores. Cardenal Dziwisz opina que las enseñanzas y el estilo de vida de Juan Pablo II pueden inspirar a los jóvenes, pero que su historia debe transmitirse en un lenguaje comprensible para la juventud de hoy. 

Recordando el 45º aniversario de la elección del cardenal Karol Wojtyła como Papa, que se cumple el 16 de octubre, el arzobispo emérito de Cracovia señala que aún hoy Juan Pablo II aportaría paz y esperanza al mundo. “El sigue hablando. Basta con venir a la basílica de San Pedro en el Vaticano y ver a la gente sumergida en la oración ante su sepulcro. Basta con entrar en el santuario de Juan Pablo II de Cracovia, en las iglesias de Wadowice o de Kalwaria, en todos esos lugares que llevan sus huellas.  La gente aún le escucha, quiere buscar su cercanía espiritual”, dijo. 

“Muchos intentan callar o falsear los hechos”

Cardenal Dziwisz, respondiendo a la pregunta de qué diría el Papa de Polonia al mundo moderno, dijo que todo lo que enfrentamos hoy – las crisis, el cuestionamiento de valores que hasta ahora parecían sagrados e inviolables, las divisiones cada vez más profundas y la discordia social – le llenaría su corazón de dolor.

“El Santo Padre vio y padeció mucho mal, experimentó las consecuencias de las guerras y de los totalitarismos, se solidarizó con el sufrimiento de los más débiles, fue defensor y vocero de aquellos a quienes se les había quitado la voz y, en tiempos de confusión, siempre trató de brindar esperanza a la gente. Fue testigo del amor de Cristo y de la fuerza del Evangelio, inalterables a pesar de las vicisitudes del mundo, y creo que su llamado 'No tengan miedo de abrir la puerta a Cristo’ hoy resonaría con poderosamente, con contundencia”, añadió el cardenal. 

El secretario de Juan Pablo II afirmó que cuanto más tiempo pasa, “más fuerte es el resplandor de la sabiduría insustituible de su legado y más viva es la inspiración que brota de él”. “Esto se aplica incluso, o quizás en especial, a aquellas cuestiones por las que en la actualidad diversos sectores intentan criticar al Santo Padre, como por ejemplo la cuestión de la protección de los menores en la Iglesia”.

“Muchos intentan callar o manipular el hecho de que fue Juan Pablo II quien inició el difícil proceso de depurar a la Iglesia de los delitos que afectaban a niños inocentes. Este proceso está siendo continuado por sus sucesores, pero fue el Papa polaco el primero en pronunciarse de manera tan rotunda y firme contra la minimización o el callamiento de estas dolorosas cuestiones”, señaló. 

También subrayó que Juan Pablo II, como gran apóstol de la Divina Misericordia, sentó las bases teológicas y existenciales del camino por el que el Papa Francisco conduce hoy a la Iglesia: “el camino de la misericordia, de la reverencia ante la miseria humana, para la cual el amor infinito de Dios es el único remedio”.

El cardenal Dziwisz también se refirió al Sínodo en curso dedicado a la sinodalidad. “Creo que no exagero si digo que sus raíces se encuentran en la visión del Papa polaco, que vio y reconoció el papel de los laicos en la Iglesia, estuvo abierto al diálogo con diversos grupos no siempre afines al cristianismo y escuchó atentamente lo que el mundo tenía que comunicar a la Iglesia”, afirmó. 

“Karol Wojtyła puede inspirar y fascinar”

El arzobispo emérito de Cracovia considera que las enseñanzas de Juan Pablo II y su estilo de vida pueden seguir inspirando a los jóvenes. “No tengo ninguna duda al respecto, es más, esta convicción se ve confirmada por varias generaciones de jóvenes que fueron conducidos a Jesús por Juan Pablo II. Millones de personas siguen reuniéndose en la Jornada Mundial de la Juventud, contradiciendo la tesis del declive de la Iglesia y de la indiferencia de los jóvenes respecto a las cuestiones de fe”.

“En las enseñanzas de Juan Pablo II los jóvenes pueden encontrar señales que los guíen. Los jóvenes pueden encontrar las señales de la vida en las enseñanzas de Juan Pablo II, pero también inspirarse en su vida, especialmente en sus años de juventud, llenos de las pasiones juveniles, la alegría de vivir, los múltiples y variados pasatiempos, el anhelo de desarrollo intelectual y espiritual, la habilidad para disfrutar de las amistades, de la naturaleza, el deporte, la poesía”, recordó. 

Además, señaló, para Karol Wojtyła los años de su juventud fueron también difíciles, marcados por el desastre de la guerra, pero a pesar de ello los vivió maravillosamente, demostrando que valía la pena luchar por los ideales más elevados y mantenerse fiel a ellos.

“Es un modelo fascinante para los jóvenes – no importa dónde o cuándo vivan – y digno de seguir. El asunto no es si el Papa puede servir de inspiración, sino cómo se les comunica la hermosura de su vida, qué lenguaje se utiliza para hablar de él, si es un lenguaje que logra sensibilizar a los jóvenes de hoy y les resulta comprensible”, subrayó.  

El cardenal Dziwisz en el cónclave  

Remontándose al 16 de octubre de 1978, el cardenal Dziwisz recuerda que, poco después de su elección, Juan Pablo II quiso verle. “Cuando apareció la fumata blanca, mi corazón tembló, agarrado por una premonición poderosa. Cuando oí el nombre 'Carolum' desde el balcón de la Basílica de San Pedro, lo supe todo”.

Desde entonces han pasado cuarenta y cinco años, en los que han sucedido muchas cosas, pero aquel momento ha quedado grabado en mi corazón para siempre. “Me sentí orgulloso y feliz”, afirma. 

Añade que lo buscaron entonces entre miles de personas en la plaza de San Pedro y lo llevaron al cónclave, al refectorio donde los cardenales, junto con el Santo Padre, acababan de cenar.

El secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Jean-Marie Villot, me acompañó hasta donde estaba el Papa. Éste se levantó y me saludó calurosamente. Las primeras palabras que escuché del Santo Padre en ese momento fueron: “¡Cómo se bajaron los humos! Se descargó de la emoción que me atenazaba” – recuerda el secretario de Juan Pablo II.

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16 octubre 2023, 11:19