Carlassare: Sudán del Sur renace sacando a la gente de la miseria
Francesca Sabatinelli - Pope
Diálogo, compromiso, todos: son las tres palabras que el cardenal Pietro Parolin ha dirigido a Sudán del Sur, tal y como había indicado el Papa durante su visita apostólica del pasado mes de febrero. El obispo de Rumbek, Christian Carlassare, después de haber seguido a Francisco en su viaje a Juba, recibió al Secretario de Estado en los últimos días en su tercer viaje al país africano que le llevó a Juba, Malakal y, por último, a Rumbek, capital del Estado de los Lagos, de donde el cardenal emprendió su regreso el 17 de agosto y donde celebró una misa por la paz y la reconciliación. Sudán del Sur es un país en el que el miedo está muy arraigado, parte del trauma causado por tantos años de conflicto y tanta violencia, por lo que cuando hablamos de diálogo en Sudán del Sur, explica Carlassare, nos referimos a "un diálogo nacional, en el que todas las partes puedan por fin ser unidas y poder dialogar y hablar para cambiar todas las narrativas negativas, como las de la injusticia y la violencia, que están bloqueando al país". En cambio, hoy es necesario dar espacio a la solidaridad y al perdón, estar dispuestos a "cambiar página", insiste monseñor Carlassare. Junto al diálogo están las palabras compromiso, que es necesario para pasar de las palabras a los hechos, con la participación colectiva, de todos, que es la tercera palabra, "porque sólo todos juntos se puede lograr".
Conversión y reconciliación
El viaje de Parolin a Sudán del Sur sigue la estela de aquel del Papa Francisco, prosigue el prelado, porque "existe una profunda sintonía y hay una particular solicitud por las periferias y los pueblos que sufren situaciones de desigualdad". La visita del Secretario de Estado a Rumbek fue una visita a las comunidades cristianas y civiles, con una fuerte presencia también de las autoridades gubernamentales, que vieron en esta venida una señal de atención. La presencia de Parolin, señala monseñor Carlassare, "ha mostrado cuánto Rumbek, cuánto Sudán del Sur, está en el corazón de la Iglesia universal, de la Iglesia de Roma, del Papa y del cardenal Parolin, ha sido un estímulo para seguir caminando juntos en comunión unos con otros y con toda la Iglesia", superando divisiones y dinámicas mortíferas, para llegar a la reconciliación "que forma parte de la misión de la Iglesia, porque no podemos evangelizar si antes no nos reconciliamos con nosotros mismos, con el pasado, con la historia, en las comunidades, y para después también reconciliarnos con Dios". Por tanto, es necesaria la conversión y cambiar las dinámicas negativas que se han desarrollado a lo largo de los años en la sociedad sursudanesa, "no habrá paz o no puede haber paz a menos que realmente sepamos cómo cambiar realmente, convertirnos, cambiar el paso y hacer comunidad".
Un pacto social por la justicia y la paz
El camino hacia la justicia y la paz en Sudán del Sur no pasa sólo por un acuerdo político, que es importante y necesario, pero no suficiente. "Necesitamos trabajar por un pacto social", continúa explicando el prelado, "para que la gente pueda vivir con dignidad, tener acceso a los servicios, especialmente a aquellos bienes primarios que más necesitan, pero también a la educación y a la sanidad, para que puedan salir del estado no sólo de pobreza, sino incluso diría de miseria en el que viven. Y por eso hay que empezar desde abajo, desde las comunidades, para darles esperanza y confianza en el futuro, para empezar a poner en marcha procesos, para que podamos vivir en la paz que todos queremos, pero que requiere valentía y grandes esfuerzos, requiere dejar de lado los intereses personales para mirar en cambio a un bien mayor, que sea para todos".
Las grandes pobrezas en Sudán del Sur
Sudán del Sur experimenta grandes y dramáticos desafíos, representados por los refugiados, los desplazados internos, el altísimo coste de la vida, una pobreza que hace que dos tercios de la población padezcan hambre y la imposibilidad para la mayoría de las personas de acceder a los servicios básicos, por no hablar del cambio climático, que afecta fuertemente a la economía del país. La visita de Francisco en febrero, señala monseñor Carlassare, "dio una nueva conciencia a los gobernantes para dar espacio al diálogo y no sólo dentro del gobierno de unidad nacional, sino también con los partidos que no forman parte de este gobierno". Las palabras de Francisco nos instan a estar 'más atentos a escuchar a todas las comunidades locales y sus necesidades, aprendiendo a razonar a nivel de nación todos juntos y no cada uno por sus propios intereses'. La paz, concluye el obispo de Rumbek, depende sobre todo de las personas que deben hacer opciones por la paz, para ello es necesario "empezar por el desarme, en primer lugar del corazón, y después también un desarme muy real de las armas, que desgraciadamente están muy presentes en el país".
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