Aguiar: "En los 箩ó惫别苍别蝉 de Ucrania vi coraje y alegría, incluso entre lágrimas"
Svitlana Dukhovych - Ciudad del Vaticano
Monseñor Américo Aguiar, obispo auxiliar de Lisboa, presidente de la Fundación Lisboa 2023 para la JMJ, entre los futuros cardenales del Consistorio del 30 de septiembre, regresó este 18 de julio de Ucrania. En el atormentado país, el cardenal electo visitó varias ciudades, entre ellas Bucha e Irpin, y se reunió con grupos de jóvenes en peregrinación a los santuarios marianos de Zarvanytsia y Berdychiv. Momentos conmovedores, en los que Aguiar llevó el abrazo del Papa y de la Iglesia universal a chicos y chicas, especialmente a aquellos que no podrán asistir al evento de agosto en Lisboa. Pero también el mismo prelado recibió mucho de estos jóvenes: el coraje, el testimonio de fe, la esperanza. Él mismo lo cuenta a los medios vaticanos que se pusieron en contacto con él en Ucrania.
Monseñor Aguiar, ¿cuál era el objetivo de este viaje a Ucrania y qué impresiones se ha llevado de esta visita en general?
Nuestro querido Papa Francisco siempre me recuerda que no me olvide de los jóvenes que no pueden ir a Lisboa. El Papa nos pide constantemente que enviemos la invitación a todos los jóvenes y que no olvidemos a los que no pueden ir. Hace quince días, cuando recibí al padre Valdemar y a Roman, de la Iglesia greco-católica de Lisboa, que preparan la partida de los jóvenes ucranianos, me preguntaron si podía ir a visitarlos. En un principio sabía que no era posible, pero el Espíritu Santo me recordó el rostro y las palabras del querido Papa Francisco, e inmediatamente dije "sí" y aquí estoy. Vine dando gracias a Dios por el Espíritu Santo que me condujo a esta misión. La impresión es la alegría de llevar a Cristo vivo a estos jóvenes y a este pueblo mártir de Ucrania, y la alegría de encontrar a Cristo vivo también aquí, en sus vidas, en sus sufrimientos, en sus dificultades, en sus lágrimas, en la vida y en la muerte de nuestros queridos hermanos y hermanas. Son, por tanto, momentos únicos que nos ayudan a preparar aún mejor el futuro con la certeza de que es urgente testimoniar a la humanidad a Cristo vivo, porque cuando sacamos a Dios de nuestros corazones esto es lo que sucede: crueldad, mal, mentira, muerte, violencia y guerra... ¡Basta de guerra!
Usted tuvo dos encuentros con los jóvenes ucranianos. ¿Qué le quedó?
En primer lugar, la dulzura de Dios de estos encuentros que tienen lugar en el corazón de la Madre. Como nos dijo el Papa Francisco en Fátima: tenemos una Madre, y encontrar a estos jóvenes, a estos chicos en la casa de su Madre, tiene un sabor dulce, muy especial. Luego la alegría de encontrarse con ellos, porque se sienten queridos, cuidados. Y como dice siempre el Papa, queremos escucharlos, queremos que sueñen, que sean poetas, e incluso en este contexto de guerra donde es mucho más difícil soñar, deben luchar por sus sueños. De estos jóvenes recibí el coraje y la alegría de ver a Cristo vivo en sus ojos y en sus corazones, de ver su disposición a ser protagonistas de su propia vida y de la paz que tanto deseamos para Ucrania.
¿Habrá un momento especial durante la JMJ de Lisboa dedicado a los jóvenes ucranianos?
Llevamos tiempo trabajando con los sacerdotes que organizan la participación de los ucranianos en la JMJ e intentamos comprender qué puede dolerles y qué puede ser una venda, un paliativo en estos meses de guerra que estamos viviendo. Por tanto, no queremos añadir ningún dolor, ningún malestar al sufrimiento de estos jóvenes: sus corazones están heridos y necesitamos tiempo, que es precioso en muchos momentos de nuestras vidas. El tiempo y la oración pueden hacer lo que se necesita: traer el don de la paz. Seguramente queremos pedir al Padre del cielo este don de la paz, porque la paz es un don de Dios, y esto será una certeza. Tendremos presentes en esas ocasiones tanto a los jóvenes de Ucrania como a los jóvenes de tantos otros países del mundo que, por desgracia, hoy viven la guerra o la viven desde hace tiempo. Y éste será uno de los momentos centrales de la Jornada Mundial de la Juventud.
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