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Augustine Pajou, Blaise Pascal, 1785, Museo del Louvre, París Augustine Pajou, Blaise Pascal, 1785, Museo del Louvre, París

Blaise Pascal, cardenal de Mendonça: Continúa siendo hoy un punto de referencia

El cardenal Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación presentó en la Oficina de Prensa del Vaticano la carta apostólica del Papa Francisco dedicada a Blaise Pascal, matemático, filósofo y teólogo francés, y el coloquio organizado por el Institut Français - Centre Saint-Louis con motivo del IV centenario de su nacimiento.

Maria Milvia Morciano - Ciudad del Vaticano

La vida de Blaise Pascal fue corta, sólo 39 años, pero muy densa, capaz de dejar una profunda huella en la cultura occidental. Este año se cumple el cuarto centenario de su nacimiento (Clermont-Ferrand, 19 de junio de 1623) y para celebrarlo, la tarde de este lunes, 19 de junio, en la sede del Institut Français - Centre Saint-Louis, que organizó el evento con la Embajada de Francia ante la Santa Sede, tuvo lugar el coloquio "La Grandeur de l'âme humaine, 400 ans de Pascal", donde estará en el centro de la reflexión el matemático, físico, teólogo y filósofo francés, "incansable buscador de la verdad", como lo definió el Papa Francisco en su Carta Apostólica, Sublimitas et miseria hominis, "Grandeza y miseria del hombre", publicada este 19 de junio.

Un coloquio sobre la figura y el pensamiento de Pascal

La iniciativa ha sido presentada la mañana de este lunes en la Oficina de Prensa de la Santa Sede por el cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, que ha presentado también la Carta Apostólica del Papa Francisco, y por François-Xavier Adam, Director del Institut Français - Centre Saint Louis, que ha hablado del programa del coloquio, con intervenciones de estudiosos de la literatura del siglo XVII: Tony Gheeraert, de la Universidad de Rouen, Benedetta Papasogli, de la Libera Université Maria SS. Assunta, Laurence Placenet, directora del Centro Internacional Blaise Pascal de Clermond-Ferrand, y Jean de Saint-Cheron, del Instituto Católico de París. También en la Oficina de Prensa de la Santa Sede se expusieron para la ocasión varias obras de Blaise Pascal pertenecientes a la colección de la Biblioteca Apostólica Vaticana.

La conversión de la “Noche de Fuego”

El cardenal de Mendonça presentó a Pascal, citando la descripción que de él hace el Papa en su Carta Apostólica, como poseedor de una inteligencia precoz, marcada por la muerte de su madre a temprana edad y su mala salud. Una vida inmersa en el estudio de las matemáticas y las ciencias aplicadas. A él debemos el nacimiento del método científico moderno y descubrimientos como el primer sistema de transporte público, la jeringuilla hidráulica y la pascalina, precursora de nuestras calculadoras electrónicas. A su muerte, se encontró en el forro de su chaqueta un pergamino con esta inscripción, conocida como el Memorial de Blaise Pascal: "Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. No de los filósofos y eruditos.... Dios de Jesucristo". "El 23 de noviembre de 1654 es la nuit de feu, la 'Noche de Fuego'", recuerda el prefecto del Dicasterio de Cultura y Educación, "Pascal salió milagrosamente ileso de un accidente de carruaje en el puente de Neuilly. A partir de ese momento, los estudios de matemáticas y física dieron paso a los estudios teológicos y a la reflexión religiosa. Este acontecimiento, subraya el cardenal portugués, "transformó la vida de Pascal y le llevó a dedicarse a la oración con renovada devoción, haciendo de su fe cristiana el centro absoluto de su existencia y dedicando todos sus esfuerzos a profundas reflexiones filosófico-teológicas sobre el hombre y Dios".

Inspirador para la vida de la Iglesia mundial

Entre las obras del filósofo francés, la más famosa, recuerda De Mendonça, es sin duda Les pensées, 'Los pensamientos', que quedó inacabada y se publicó póstumamente en 1670. Se compone de fragmentos, algunos de los cuales se han convertido en proverbiales, tanto que han entrado en el imaginario común. Pascal, prosiguió el cardenal, ha fascinado e influido "a creyentes y no creyentes por igual": Charles Péguy le llamó "el genio más grande que ha tenido la tierra"; Friedrich Nietzsche le consideraba "el hombre más profundo de los tiempos modernos". Giacomo Leopardi, Arthur Schopenhauer, Alessandro Manzoni. Martin Heidegger... pocos son los pensadores y filósofos desde el siglo XVII que no se han confrontado con su antropología". Incluso el Papa Francisco, reveló el Prefecto, "siempre ha estado enamorado de los Pensieri -conoce y cita de memoria varios de ellos- y es un profundo admirador de Pascal". El Papa, subrayó, ha decidido dedicarle una Carta Apostólica para honrar su figura, al igual que ha hecho con otras figuras inspiradoras para la vida de la Iglesia en el mundo actual, como Francisco de Sales, Dante Alighieri o Santa Teresa de Lisieux.

Aspectos inéditos: cercanía a los pobres

Pero lo que es importante destacar, aclara De Mendonça, es que el Papa Francisco en Sublimitas et miseria hominis se centra en aspectos quizá menos conocidos del gran filósofo, como sus sentimientos de caridad hacia los pobres y los enfermos. "La vida de Pascal estuvo cubierta de gestos prácticos de caridad y amor hacia los más débiles y los enfermos y sufrientes", aclara De Mendonça. Una sensibilidad ciertamente ligada a sus experiencias de dolor y enfermedad, como se desprende también de su Oración para el buen uso de la enfermedad, de 1659.

Un creyente profundo, siempre

Antes de la Nuit de feu, subraya el cardenal, Pascal ya creía en Dios, pero aquella noche tuvo la iluminación de reconocer en el pecado el símbolo de la falta de deseo del Señor. De aquella experiencia mística surgieron sus conceptos de orgullo y humildad y, sobre todo, la categoría del "corazón", que le era tan querida. El Papa Francisco escribe en su Carta Apostólica que aquella noche se dio cuenta de su "conciencia aislada y autorreferencial", una cita de su exhortación Evangelii Gaudium. Lo que el Papa quería celebrar es, ante todo, la honestidad de Blaise Pascal, a quien le gustaba la frase "hay que ser sincero, verdadero". Tolentino de Mendonça concluyó que "esta honestidad es la que hace de Pascal, aún hoy, un modelo de referencia para afrontar las complejidades del hombre moderno, desgarrado entre verdades científicas y teológicas, que encuentra en la esencia de su propia naturaleza, iluminada por la fe, esa certeza que Pascal defendía ardientemente en sus Pensées: 'No me buscarías si no me hubieras encontrado ya'".

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20 junio 2023, 08:55