Pacto global entre universidades y pastoral para promover la cultura familiar
Alessandro Di Bussolo - Ciudad del Vaticano
El Family Global Compact pretende ser una agenda de trabajo para nuevas políticas sociales, económicas y culturales, para nuevos servicios en el territorio y para vincular las actividades pastorales a la vida cotidiana de las familias. Un "Pacto global" entre las universidades que se ocupan de investigación sobre la familia, y entre éstas y la pastoral familiar de las Iglesias particulares, que sirva de estímulo para que las universidades inviertan más recursos, humanos, organizativos y financieros, en temas de familia respecto a otras áreas de investigación. Un acuerdo que favorezca la "difusión de buenas prácticas de servicios a las familias, tanto en el ámbito civil como pastoral" y que convierta a "las familias en protagonistas de la sociedad haciendo de la familia un verdadero sujeto social". Así lo han presentado a los periodistas el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, que han elaborado el documento en casi dos años de trabajo.
Un documento inspirado en Amoris Laetitia
Un documento inspirado en la , que el Papa Francisco invita a firmar, en el mensaje hecho público hoy, y que se puede encontrar, en su versión completa y abreviada, en la nueva web . El objetivo de los redactores, como señala Gabriella Gambino, subsecretaria del Dicasterio, es "generar procesos de atención más profunda a la familia, comunicar más concretamente con las nuevas generaciones y proclamar la belleza de la familia a los jóvenes, pero también en el espacio público". El sociólogo Pierpaolo Donati, miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, está de acuerdo: "Con el Family Global Compact queremos sacar a la luz el mundo de estas relaciones bellas y positivas, en contraposición a la actual cultura dominante del individualismo, que conduce a dificultades en las relaciones con los demás. No es la familia como tal la que está en crisis, es el entorno cultural general el que dificulta la familia".
Farrell: la "fatiga" de las universidades en el estudio de la familia
Un proyecto necesario, dada también "la fatiga en el trabajo sobre estos temas" incluso en las universidades católicas que cuentan con centros de estudio e institutos para la familia, subraya en un discurso escrito el cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que no pudo asistir a la presentación. Y ello a pesar de que "el mayor desafío para el mundo académico de inspiración católica" es precisamente "llevar a cabo la tarea educativa sobre la familia y la promoción de la vida humana, en armonía con la Doctrina Social de la Iglesia". El cardenal subraya también "la necesidad de una mayor colaboración entre las universidades, y entre éstas y la Iglesia". La implicación de las universidades católicas, para Farrell, puede llevar el mensaje del documento "a un amplio público, incluso lejos de las estructuras eclesiales, proponiendo, en lenguaje laico, el valor de la familia en el mundo".
Sor Alford: promover la familia como "bien relacional"
Tras la lectura del mensaje del cardenal Farrell tomó la palabra la hermana Helen Alford, presidenta de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales (PASS), quien recordó cómo a la familia, vista como un "bien relacional", la Academia había dedicado su asamblea plenaria de 2022. En su declaración final, la asamblea se dirigió a las organizaciones internacionales, a los gobiernos y autoridades nacionales, a las organizaciones de la sociedad civil, a la comunidad empresarial, a la Santa Sede, a todas las religiones del mundo y a todas las personas de buena voluntad, proponiendo "acciones clave que deben tomarse para fortalecer la familia como un bien relacional y resistente". Entre ellas, "hacer de la promoción del bienestar familiar uno de los nuevos Objetivos de Desarrollo Global de las Naciones Unidas (dirigido a las organizaciones internacionales); preparar planes de acción nacionales para ayudar a las familias a satisfacer sus necesidades básicas y aplicarlos asignando una parte significativa de sus presupuestos (dirigido a los gobiernos nacionales); y crear grupos de trabajo que se ocupen de los contratos de trabajo favorables a la familia (dirigido a los empresarios)". A la Santa Sede, la PASS sugirió precisamente "Proponer un Family global compact, entendido como una alianza mundial para la familia, con el fin de incluir la protección y la promoción de la familia basada en el matrimonio en los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible".
Donati: la encuesta sobre la actividad de los centros de estudios sobre la familia
En su intervención, el sociólogo Pierpaolo Donati, consultor del Centro Internacional de Estudios sobre la Familia (Cisf), recuerda que la idea del Family Global Compact (Fgc) era "estimular la aplicación de la exhortación apostólica Amoris Laetitia en los estudios e investigaciones realizados en las universidades católicas o de inspiración católica". Para ello se realizaría, en primer lugar, "una encuesta sobre las actividades de investigación en los Centros o Institutos dedicados a los estudios sobre la familia, con el fin de conocer el estado de la cuestión", lo que permitiría "extraer indicaciones de las distintas Universidades sobre los temas e iniciativas en curso y recibir propuestas sobre posibles líneas de desarrollo de la investigación". A continuación, elaboraría un documento, en forma de "pacto global", "que ayudaría a las Universidades a coordinarse a nivel internacional y a promover nuevos horizontes de conocimiento sobre el fenómeno familiar y la activación de buenas prácticas útiles para la sociedad y la Iglesia". Un camino que actualiza y pone en práctica la Carta de los Derechos de la Familia propuesta por la Santa Sede ya en 1983 y que complementa el Global Compact on Education (del Dicasterio para la Cultura y la Educación) lanzado por el Papa Francisco en 2019.
De las más de 370 universidades católicas, solo 73 cuentan con un centro de investigación sobre el tema
Para la preparación del Compact, en noviembre de 2021 se encargó al Cisf una encuesta sobre las actividades de investigación en las universidades católicas, la primera de este tipo realizada hasta ahora, pero de 373 cuestionarios, enviados a todas las universidades identificadas, solo 73 confirmaron tener un centro de estudios dedicado a la familia, y de ellas, solo 30 enviaron información completa. Los resultados de esta encuesta serán dados a conocer próximamente por el Cisf, pero Donati constata ya la debilidad del apoyo (incluido el financiero) a la investigación en este campo en comparación con otros ámbitos; el relativo aislamiento de cada centro (a excepción de la red de Redifam de los Centros de América Latina); deficiencias evidentes en la multi y transdisciplinariedad de la investigación sobre la familia, que, como "objeto multifacético", debería tratarse vinculando aspectos biológicos, sociales, jurídicos, económicos, culturales, de servicios y de política social, incluidos los aspectos pastorales, mientras que prevalece en gran medida el interés por las cuestiones filosóficas y relacionadas con los valores la necesidad de una mayor creatividad en la investigación, ya que se ha constatado una escasa capacidad para anticiparse a las cuestiones más relevantes; la necesidad de vincular la investigación a implicaciones operativas en términos de servicios, políticas sociales y actividades pastorales, vinculando así las universidades a las prácticas cotidianas mediante el desarrollo de lo que se denomina la "Tercera Misión" de las universidades, de servicio hacia la sociedad civil y la Iglesia.
El contenido del Family Global Compact
El documento, resume Donati, "analiza la situación de la familia especialmente en sus relaciones con el contexto sociocultural, para ofrecer una reflexión centrada en las formas en que la libre subjetividad familiar se ve apoyada u obstaculizada en la organización social, y proponer algunas directrices operativas para la potenciación de la familia". Así pues, el Compact se divide en 4 puntos, que se refieren a: la calidad de las relaciones familiares; la promoción de la familia como sujeto social; los retos sociales y políticos (trabajo, pobreza, políticas públicas); la familia como reto para todos los actores de la sociedad (universidad, política, mundo laboral, sector no lucrativo, sistema cultural y medios de comunicación). Cada punto se articula en varias dimensiones, cada una de las cuales se aborda especificando retos concretos, propuestas para abordarlos, acciones a emprender, recomendando a las universidades un relanzamiento de la investigación en una perspectiva auténticamente centrada en la familia. Así, "la FGC es una agenda de trabajo que identifica los retos más relevantes que afectan a la familia en la actualidad y propone líneas de innovación y prioridades de proyectos para la investigación familiar no sólo cognitivos, sino también operativos". Así lo explica el sociólogo a Pope.
¿Era necesaria esta agenda sobre la familia que han presentado hoy?
Sí, y por varias razones: en primer lugar, porque queríamos saber si había centros de estudios sobre la familia en las universidades católicas o de inspiración católica, qué hacían. De hecho, resultó que son bastante pocos en comparación con la totalidad. Y, en segundo lugar, a partir de este censo de los centros que existen en las universidades católicas, conocer qué actividades realizan, recabar opiniones de ellos, propuestas para el documento que luego se utilizará para coordinar, crear redes entre ellos. Y esto es algo que nunca se ha hecho.
Tanto el cardenal Farrell como usted han subrayado la fatiga de las universidades católicas a la hora de trabajar, de investigar, sobre estos temas, y también la necesidad de una mayor colaboración. ¿A qué se debe esta fatiga? ¿No debería ser el estudio de la familia, incluso interdisciplinar, una de las principales tareas de las universidades católicas?
De hecho, todos nos preguntamos por qué no sucede así... Evidentemente porque hay poca sensibilidad: la familia es un tema que requiere ante todo una considerable carga de valores. Pero sabemos que los valores imperantes en la sociedad son el dinero, el poder. La familia no da ni dinero ni poder, si acaso lo requiere. Además, en las políticas en general, no sólo públicas y sociales, sino también universitarias, la familia es una preocupación a largo plazo. Porque no se puede trabajar, investigar sobre la familia y tener resultados inmediatos, como puede tener el sector empresarial de las empresas o las clínicas médicas de las universidades, por ejemplo. Por lo tanto, las universidades tienen que cambiar su escala de valores, en el sentido de que si realmente creen que la familia es la base de la sociedad y, por lo tanto, de las nuevas generaciones, de la solidaridad, de la confianza, de un clima menos violento, menos agresivo, y si realmente creen que sólo la familia puede salvar a una población de la soledad, del envejecimiento, del invierno demográfico, evidentemente es un problema de escala de valores. Hay que dar más prioridad a la familia: no lo hacen porque intereses más materiales y a corto plazo los empujan en otra dirección.
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