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La Sagrada Escritura para el bien común La Sagrada Escritura para el bien común  

Czerny: la acción educativa de la Sagrada Escritura es formar a la justicia

El prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral intervino en el Simposio sobre la Doctrina Social de la Iglesia en el Instituto Newman de Uppsala. En su amplio discurso, recordó que es el amor, en el aquí y ahora, el fundamento de la lectura de la Palabra de Dios, la única clave interpretativa que genera una vida sana para la Iglesia y para la sociedad

Antonella Palermo - Ciudad del Vaticano

"Sacred Scripture and the Church's mission in the world" (La Sagrada Escritura y la misión de la Iglesia en el mundo) es el título del discurso del Cardenal Michael Czerny SJ, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que abrió la segunda jornada conclusiva del Simposio sobre la Doctrina Social de la Iglesia que comenzó ayer en el Instituto Newman de Uppsala. Las contribuciones de ponentes de renombre internacional aclararon el significado del "bien común" y se detuvieron en la relación entre el Estado católico confesional, democracia y derechos humanos. También se habló de las perspectivas históricas de la doctrina social católica y de la enseñanza social católica en el contexto contemporáneo.

La comunión es el fundamento de una vida sana de la Iglesia y la sociedad

En su larga reflexión, el Cardenal reiteró que leer la Sagrada Escritura significa situarse entre personas reales en el mundo real; es una lectura definida como "desde abajo". En efecto, la escucha de Dios no puede separarse de la escucha de lo humano. En la Encarnación, señala, Dios toma la plena realidad del amor humano en todas sus expresiones y la eleva, manteniéndola dentro de la vida de la Trinidad. "Este modo de ser asumido por el otro en el amor genera la sociedad, no como una masa homogénea", subraya, "sino muchos componentes multifacéticos: relaciones dinámicas de unidad en la diferencia". Esta es la vida de comunión amorosa que promete una vida sana tanto a la Iglesia como a la sociedad", subraya.

La fraternidad que genera la escucha de la Palabra no es proselitismo

Czerny afirma que "el amor al prójimo se juega a un nivel más profundo que la elección caritativa de realizar acciones de caridad o ayuda. Estas no se "bajan lo suficiente". Continúa diciendo que el amor evangélico supone "una epifanía del ser, como criatura constituida en una dignidad inalienable, más allá de toda apariencia física o moral, más allá de toda pertenencia social o cultural". Esta epifanía del ser implica una dinámica relacional renovada: el amor al otro por lo que es en sí mismo nos impulsa a buscar lo mejor para su vida, es decir, una mayor realización humana, un desarrollo humano integral. La palabra clave sigue siendo "amor", la única base para leer las Escrituras. El gran mandamiento del amor se traduce en el compromiso de construir una civilización inclusiva que evite producir "descartes" o exclusiones humanas porque alimenta la amistad social que nunca ignora el grito de los pobres de la tierra. El proyecto de una fraternidad humana abierta a todos, que parte de la lectura de la Biblia, no supone hacer proselitismo sino "fecundar y fermentar la sociedad con el Evangelio". Incluso en su relación con los no creyentes, explicó el cardenal, la Iglesia está llamada a poner en circulación los valores humanos y humanizadores que surgen del mensaje de redención de Cristo.

La acción educativa de la Escritura es formar a la justicia

El modo en que los creyentes entran en la Escritura y la experimentan es esencial para desenmascarar la iniquidad que habita en el corazón humano de cada persona, así como la injusticia que habita en el mundo. Czerny cita a San Pablo y observa que toda la Escritura es útil para "enseñar, reprender, corregir", pero su función educativa, explica, es principalmente "formar para la justicia", lo que resume como "buena ciudadanía". Luego, la aclaración: la enseñanza y la difusión de la doctrina social de la Iglesia no es una acción marginal, un segundo paso opcional de aplicaciones prácticas después de un conjunto de verdades dogmáticas; al contrario, se encuentra en el corazón mismo del anuncio del Evangelio. Czerny concluye que es imposible construir una auténtica relación de escucha de la Palabra sin una atención a los pobres y una solidaridad concreta con el prójimo. La esperanza es que esta conciencia estimule a los creyentes a un "compromiso ilustrado y una participación activa" en la realidad social que han elegido, ya sea la economía, la política, el medio ambiente, la tecnología, la salud, los medios de comunicación, la cultura, las artes o la educación. Porque "el amor a Dios, el amor a uno mismo y el amor al prójimo son uno, no como idea o ideal, sino como experiencia vivida que se desarrolla en el camino único de cada persona en la tierra".

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28 octubre 2022, 12:37