Sínodo, carta a los sacerdotes: que la Iglesia sea una casa acogedora
Antonella Palermo - Ciudad del Vaticano
Una casa acogedora, de puertas abiertas, habitada por el Señor y animada por relaciones fraternas: este es el verdadero rostro de la Iglesia que el Papa se propone mostrar a través del proceso sinodal. Así lo han recordado el secretario general del Sínodo de los Obispos, el cardenal Mario Grech, y el prefecto de la Congregación para el Clero, monseñor Lazarus You Heung sik, en una carta dirigida a todos los sacerdotes del mundo.
Evitar el formalismo, el intelectualismo y el inmovilismo
El texto reitera la urgencia de la fraternidad en el mundo, que anhela sin quererlo el encuentro con Jesús. La escucha del Espíritu, junto con todo el Pueblo de Dios, es el método para "renovar nuestra fe y encontrar nuevas formas y lenguajes para compartir el Evangelio". Pone de manifiesto -como ya ha hecho Francisco- los riesgos del “formalismo, que reduce el Sínodo a un eslogan vacío, el intelectualismo, que hace del Sínodo una reflexión teórica sobre los problemas, y el inmovilismo, que nos aferra a la seguridad de nuestros hábitos para que nada cambie - es importante abrir el corazón y escuchar lo que el Espíritu sugiere a las Iglesias".
Corresponsabilidad en la evangelización
Seguros de la riqueza de las experiencias de sinodalidad vividas en esta fase diocesana, Grech y You Heung invitan a los sacerdotes a no considerar el camino sinodal como una carga más de trabajo pastoral, una cosa más que hacer, sino que los animan a utilizar esa mirada contemplativa que se complace en observar los brotes que ya están surgiendo espontánea e informalmente. El otro temor que hay que disipar - advierten los autores de la carta - se refiere al papel del liderazgo y a la identidad específica de los ministros ordenados. Qué será de ellos, cabe preguntarse. Aquí se invita a "descubrir cada vez más la igualdad fundamental de todos los bautizados y de estimular a todos los fieles a participar activamente en el camino y la misión de la Iglesia". En definitiva, la palabra clave es la corresponsabilidad en la evangelización.
Escucha mutua para la aceptación mutua
Enraizar la Palabra de Dios en la vida es esencial, de lo contrario se corre el riesgo de caminar en la oscuridad y que las reflexiones se conviertan en ideología. La escucha del otro debe conducir a la aceptación mutua: esto es lo que se subraya de nuevo en el texto, que también advierte del riesgo de la autorreferencialidad. En esencia, es necesario sentirse como una sola familia, empezando por los propios sacerdotes. "Cuidar que el viaje no nos lleve a la introspección, sino que nos estimule a salir al encuentro de todos", destaca otro pasaje en el que se citan la Evangelii gaudium y Fratelli tutti, así como aquel conocido sueño de la Iglesia en salida, con el fuego de la caridad y la brújula de la Palabra.
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