La Congregación de Institutos de Vida Consagrada pide más ǰó por Ucrania
VATICAN NEWS
Lo que se temía ha sucedido, una vez más la guerra ha regresado y está en las calles y entre la gente. Estas son las primeras palabras de una carta con la que el cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y su secretario, monseñor José Rodríguez Carballo, invitan a los consagrados y consagradas a intensificar sus oraciones por la paz en Ucrania y en todo el mundo.
La guerra -escriben- ha vuelto a un continente que parecía haber aprendido de las atrocidades del pasado; ha vuelto trayendo consigo el riesgo de un nuevo conflicto mundial. Ha vuelto y ha puesto ante nuestros ojos la tragedia que viven millones de personas en otras partes del mundo.
La petición se extiende a todos los civiles que viven en Ucrania y a todos los que se encuentran en países "marcados por las guerras o por los enfrentamientos y la violencia internos". Además, el presidente y el secretario se unen al llamamiento del Papa "para que el próximo 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, sea una Jornada de Ayuno por la Paz" (Llamamiento, 23 de febrero de 2022).
El poder de la oración
Nunca habrá perdedores ni ganadores -continúa la carta- "sino sólo hombres, mujeres y niños devastados en su ser por el conflicto". A ejemplo de "Cristo, que desde la cruz abrazó al justo y al pecador", la invocación es que "la oración sea por la salvación de todos".
En la carta, también se destaca que hay una fuerte convicción en el poder de la oración: "Para que cese la guerra, para que no gane la economía que mata, para que el amor sustituya al odio, la solidaridad a la indiferencia, para que el diálogo sea más fuerte que las armas". En la carta, Braz de Aviz y Carballo se dirigen en particular a "las hermanas contemplativas" que "ya están ofreciendo su vida por la paz en este momento".
La petición es que todos recen, "en la soledad, en nuestras comunidades", que se conviertan en promotores "de ocasiones de oración" y que lo hagan, cuando sea posible, "junto a los hermanos de las Iglesias cristianas, acudiendo a ellos para expresar nuestro deseo de compartir, de implicar a otros en la oración".
Oración y gestos de paz
Por tanto, no nos cansemos y, con la misma pasión con la que rezamos, hagamos "gestos de paz dondequiera que estemos, junto con todo hombre y mujer de buena voluntad; dejémonos convertir por el Espíritu Santo a las obras de paz para que nuestra vida hable y sea, con mansedumbre y verdad, un testimonio de la misericordia de la que el Padre nos hace un regalo".
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