蜜桃交友

Anna Poce - Ciudad del Vaticano

"En medio de la pandemia, otra 'epidemia' -la del crack y la violencia relacionada con él- requiere una respuesta de la sociedad", afirma monseñor Dermot Farrell.  Las causas de esta lacra "son complejas y profundas", explica, y sólo pueden abordarse trabajando juntos; sólo a través de la buena voluntad de la comunidad, el gobierno y los líderes religiosos. La expansión de las drogas en Dublín, y en el resto del país, "es un problema de la sociedad y los problemas de la sociedad requieren una respuesta de la sociedad".

Normalización de las drogas

El arzobispo de Dublín habla de la "normalización" de la cultura de la droga en Irlanda y señala que "para algunas personas, consumir drogas se ha convertido en algo tan normal como tomar una copa". Y puesto que -como nos ha recordado el Papa Francisco- "todos somos hermanos y hermanas inextricablemente conectados entre sí", no podemos perder este sentido de interconexión, para no perder la compasión, la empatía y la responsabilidad hacia otras personas. La solución, por lo tanto, "no sólo radica en frenar el flujo de drogas ilegales, desmantelar las bandas y los cárteles de la droga, una actuación policial más eficaz, la reforma de la justicia penal, la inversión en zonas históricamente desfavorecidas, sino que también es una cuestión de carácter", dijo.

Debemos decir "sí" a la vida

"La verdadera respuesta no es sólo un mejor programa de drogas, sino la voluntad de acompañar a las familias cuyos miembros están atrapados por narcotraficantes sin escrúpulos, vendedores de muerte", añadió. "Para recuperar a la gente hay que acompañarla" y es necesario decir -y aquí el prelado vuelve a citar al Papa- "sí a la vida, sí al amor, sí a los demás, sí a la educación, sí al deporte, sí a más oportunidades de trabajo". Si estos "sí" se hacen realidad, no hay lugar para las drogas, el abuso del alcohol u otras adicciones".

El Señor está presente en medio de nosotros

En este tiempo de Adviento, nos preparamos para celebrar el nacimiento de nuestro Salvador y para ser conscientes de su presencia entre nosotros "no sólo en la Palabra y el Sacramento, sino también en las personas que nos rodean", dijo.  Él "viene a nosotros en los que tienen miedo, en los que están aislados y solos, en los que están asolados por la droga y la violencia". Así, todas las vidas comprometidas con el servicio a los afligidos por la adicción "dan testimonio de que Cristo y su Reino están cerca de nosotros, y que el Señor no ha abandonado a su pueblo", y nos recuerdan que "ser cristiano significa relacionarse de manera especial con los débiles".