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Santa Sede: el agua no es una mercancía, sino un derecho humano

El agua no está al alcance de todo el mundo, especialmente en tiempos de emergencia sanitaria. Es una de las preocupaciones expresadas por Monse?or John Putzer, encargado de negocios ad interim de la Misión Permanente de la Santa Sede en Ginebra.

Isabella Piro - Ciudad del Vaticano

"El agua no es una mercancía; es un símbolo universal y una fuente de vida y salud. Por lo tanto, es necesario garantizar el agua potable y el saneamiento para todos", lo dijo Monseñor John Putzer, encargado de negocios ad interim de la Misión Permanente de la Santa Sede en Ginebra, al intervenir en el Diálogo Interactivo sobre el Agua y el Saneamiento en el marco de la 48ª sesión del Consejo de Derechos Humanos, celebrada el miércoles 15 de septiembre de 2021. La intervención del prelado se produjo tras el Informe del Relator Especial sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento. Este informe sensibiliza sobre la gravedad de la crisis mundial del agua a la que se enfrenta la humanidad, agravada por la financiación del agua, el cambio climático y la reciente pandemia de Covid-19.

La deuda con los pobres

"El acceso universal al agua potable es fundamental para promover la dignidad de la persona humana y siempre ha sido una prioridad para la Santa Sede", dijo monseñor Putzer, recordando las palabras del Papa Francisco: "El acceso al agua potable es un derecho humano fundamental y universal, ya que es esencial para la supervivencia humana y, como tal, es una condición para el ejercicio de otros derechos humanos." "Nuestro mundo", añadió, "tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque se les niega el derecho a una vida acorde con su dignidad inalienable". En la actualidad, el representante de la Santa Sede destacó que, "a pesar del progreso tecnológico", el acceso al agua potable "no está al alcance de todos". Una "brecha" que ahora "se agrava aún más por los efectos nocivos del cambio climático y la actual crisis sanitaria de Covid-19, que ha ampliado las desigualdades sociales y económicas, poniendo de manifiesto los perjuicios causados por la ausencia o ineficacia de los servicios de agua entre los más necesitados".

De ahí que el prelado haya recordado que "el acceso universal al agua potable y al saneamiento no sólo es una prioridad urgente, dada la necesidad de reducir los riesgos de emergencias sanitarias mundiales", sino que también es "una grave responsabilidad compartida por todos, para que cada uno de nuestros hermanos y hermanas pueda disfrutar de una vida digna". El deseo final fue el de "una acción concertada y coordinada en nombre de todas las partes interesadas" para "garantizar que todas las personas tengan acceso a agua limpia y adecuada".

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17 septiembre 2021, 11:55