Cardenal Re: "Empezar de nuevo desde Cristo y testimoniar ideales cristianos"
Emanuela Campanile - Ciudad del Vaticano
El anfiteatro de los Alpes de Biella rodea el santuario de Oropa, dedicado a la Virgen Negra, a casi 1200 metros de altitud. Construidos a lo largo de los siglos, los edificios que la componen son majestuosos, pero todos parten de un único corazón, la pequeña Basílica Antigua.
Y es allí donde se guarda la Virgen Negra, cuya coronación se celebra cada 100 años, desde 1620, el último domingo de agosto. El evento debía repetirse por quinta vez el año pasado, pero debido a la pandemia todo se ha pospuesto hasta hoy. Esta mañana, la Santa Misa fue presidida por el Cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, nombrado por el Papa Francisco como Legado Pontificio.
Reconocimiento y compromiso
El acto de la coronación tiene profundas raíces en la historia y la fe del pueblo de Biella, que hizo un voto a la Virgen María para salvarse de la peste en 1599.
"La tradicional y solemne renovación cada 100 años de la coronación de la imagen de la Virgen de Oropa -explicó el Cardenal durante su homilía- es expresión de nuestro filial y sincero afecto hacia la Madre de Dios y nuestra Madre, poniéndonos con nueva e intensa confianza en sus manos, hoy como entonces". Al mismo tiempo, la coronación representa el deseo de todos de "poner orden" en sus vidas "dando a Dios el primer lugar", y "caminando bajo su mirada paternal por el camino de los Diez Mandamientos".
Encomendarse a la Virgen y volver a empezar juntos
De la natural similitud entre la petición de ayuda que surgió del corazón del pueblo de Biella hace cuatro siglos, y la oración que hoy se elevó coralmente desde el Santuario, surge la renovada invitación del Cardenal Re a acudir a los pies de la Madre de Dios para encontrar apoyo y valor. Al mismo tiempo, urge "volver a empezar juntos", para superar "la grave crisis que nos atenaza". Este camino sólo puede realizarse mediante "una intensa recuperación de la vida cristiana" y "un testimonio coherente". El fruto de este camino, continuó el cardenal, es "el inicio de una auténtica renovación espiritual" que lleva "a un crecimiento de la fraternidad, la solidaridad y la ayuda mutua".
La maternidad de María nace al pie de la cruz
Comentando a continuación el Evangelio del día, en el que se relatan las palabras que Jesús dirige a Juan y a María desde la Cruz, el Cardenal subrayó el sentido de por qué Cristo "confía a Juan a la Virgen, antes de confiar la Virgen al apóstol Juan":
"Cuando está a punto de dar su último aliento, el primer pensamiento de Jesús moribundo no fue para su madre, sino para la humanidad, que necesita la protección de una madre. Primero dijo: "Mujer, he aquí a tu hijo". Con esta entrega, Cristo otorga a la Santísima Virgen María una nueva maternidad, que se extiende desde Juan a todos los creyentes, abriendo su corazón de madre a una dimensión de amor que abarca a todos los hombres". Por tanto, Cristo "se ha dado a sí mismo en la Eucaristía" y "la Virgen como madre".
La misión de María
La auténtica devoción a María, continuó el cardenal Re, conduce a Cristo "de quien procede todo don y toda grandeza". La misión de la Virgen María es, pues, "ofrecer a Cristo a la humanidad y conducir a todo hombre y mujer hacia Dios".
Aprender la fe y caminar por los caminos del Evangelio
Pidiendo a través de la intercesión de la Virgen María poder caminar por los caminos del Evangelio, "descubrir la voluntad de Dios para nosotros" y encontrar en ella la paz, el Cardenal destacó que el Santuario de Oropa es también un lugar de reconciliación al que acuden muchas personas para acercarse al sacramento del perdón.
Papa concluir, el Cardenal Re leyó un pasaje de la Homilía II, Super Missam est, de San Bernardo. Palabras tan fuertes como la fe en María y tan fragantes como la esperanza:
Enséñanos, María, a ser solidarios y generosos con los jóvenes que no encuentran trabajo, con los que lo han perdido, con los que sufren la soledad y la pobreza.
Reina de la familia, mantén fuerte la unidad de nuestras familias, tan amenazada por todas partes en esta sociedad que se olvida de Dios, y haz que sean focos de serenidad y armonía amorosa, superando las dificultades y los contrastes en la comprensión mutua y el perdón.
Intercede ante Dios para que nuestras familias estén arraigadas en la fe, sean ricas en amor y caminen por los caminos del Evangelio en fidelidad a Dios. Implorad también para ellos el gran don de numerosas vocaciones al sacerdocio o a la vida consagrada, que tanto necesita nuestro mundo.
Cuida con bondad maternal a las familias en crisis y a las que están divididas.
Ayúdanos a saber mirar hacia arriba para encontrar la luz que ilumina los caminos de nuestra vida.
Madre de Dios y Madre nuestra, protege al Papa, a la Iglesia, a los Obispos, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, a los creyentes en Cristo y a toda la humanidad.
Protege y acompaña, Virgen Santa, a la comunidad diocesana de Biella, Piamonte, Italia y a toda la humanidad, para que crezca el compromiso por el bien común y para que el amor y la paz reinen en los corazones y en la sociedad. Reforzar la coherencia cristiana y apoyarnos en el camino sinodal previsto por la Iglesia italiana.
Tú que visitaste a Isabel, llevándole alegría y ayuda, revive en nuestros corazones la alegría de ser cristianos, camina con nosotros y guía nuestros pasos hacia Jesús.
Nos encomendamos a ti, que brillas en nuestro camino como signo de consuelo y esperanza segura, oh misericordiosa, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Amén
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