Francisco María de la Cruz Jordán es Beato: "Anunciar a Cristo para salvar a todos"
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
La mañana del sábado 15 de mayo fue beatificado en la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma, el padre Francisco María De la Cruz Jordán, oriundo de Gurtweil, Alemania; fundador de la Sociedad del Divino Salvador y cofundador (junto con la beata María de los Apóstoles), de la Congregación de las Hermanas del Divino Salvador.
La santa Misa fue presidida por el cardenal Vicario Angelo De Donatis, quien pronunció una emotiva homilía destacando la alegría con la que toda la comunidad diocesana de Roma recibe al nuevo beato, "una nueva estrella que ha venido a iluminar el cielo y se suma a las filas de los beatos".
Observando "el tapiz" que la Liturgia de la Palabra "ha tejido en nuestros corazones" - dijo el cardenal- destacan tres hilos conductores "que podemos contemplar con mayor detenimiento y que también caracterizaron la vida de Francisco Jordán, hasta convertirlo en un icono del Señor Resucitado".
Meditar en la Escritura
El primer hilo es meditar en la Escritura, ya que "él comprendió que sólo de la Palabra de Dios se puede recibir esa luz que ilumina a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte".
Algo que también recuerda el Papa Francisco en la -añadió De Donatis- "toda la evangelización debe alimentarse de la Palabra de Dios; se fundamenta en ella, se escucha, se medita, se vive, se celebra y se testimonia. La Sagrada Escritura es la fuente de la evangelización".
Anunciar a todos, para salvar a todos
El segundo hilo indicado por el purpurado constituye la síntesis de la obra misionera de Francisco de la Cruz: anunciar a todos, para salvar a todos.
Asimismo, el cardenal Vicario hizo hincapié en que, precisamente el tiempo en que vivimos necesita un anuncio de amor: "Necesita saber y escuchar que Dios nos ama, en primer lugar, para siempre, por su elección. Necesita una perspectiva de salvación, una mirada hacia el cielo, hacia la eternidad, para superar el vacío, el aburrimiento, la apatía, la indiferencia, la superficialidad y experimentar en nuestros ojos, en nuestros gestos, en nuestras palabras el amor de Dios".
La comunión apostólica
El tercer hilo propuesto por De Donatis es la comunión apostólica, es decir, la unidad que estamos llamados a testimoniar en nuestra vida.
Antes de finalizar su homilía, el purpurado puntualizó que desde su fundación hasta hoy, "la intuición carismática del Beato Francisco ha guiado a muchas mujeres y hombres de diferentes naciones y lenguas a seguir el Evangelio" y la labor de la familia salvatoriana, "ha contribuido a la difusión del mensaje de salvación en más de 50 países".
En este contexto, "la comunión que caracteriza a los distintos miembros de la Sociedad Apostólica -concluyó el cardenal- muestra cada vez más que la evangelización, realizada con espíritu de colaboración y complementariedad, es obra del Espíritu, que generando comunión suscita en el corazón el deseo de anunciar a todos la experiencia del Señor resucitado".
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