Gonzalo Sales: por un acceso libre y universal al agua
Manuel Cubías y Cecilia Mutual - Ciudad del Vaticano
Con motivo de la celebración del Día Mundial del Agua, comenzó este 22 marzo el webinar organizado por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral titulado “.
En los cinco seminarios virtuales en diferentes idiomas, diseñados para una amplia audiencia y con el deseo de deseo de promover la colaboración interdisciplinaria, participan oradores de diferentes países, congregaciones religiosas, diversas estructuras eclesiásticas y organizaciones internacionales o regionales, compartiendo sus ideas y testimonios sobre los temas del , el documento dedicado al agua publicado en 2020 por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral.
En particular, el Acqua fons vitae describe tres aspectos o dimensiones del agua, sobre los que las conversaciones virtuales podrán concentrar su reflexión: en primer lugar, el agua para el uso humano, un derecho que también abarca el saneamiento; el segundo, el agua y las actividades humanas, especialmente la agricultura y la industria; y finalmente, el agua como espacio, es decir, los ríos, las aguas subterráneas, los lagos y, especialmente, los mares y los océanos. Para cada aspecto, el documento presenta desafíos relacionados, y propuestas operativas para la concienciación y el compromiso local. La parte inicial del documento insta a reconocer los múltiples valores del agua: un valor religioso, un valor sociocultural y estético, un valor institucional y de paz, y finalmente un valor económico. La parte final de Aqua fons vitae ofrece una reflexión sobre la educación y la integridad.
En el segundo día de "diálogo público" centrado en el tema “Agua y desarrollo humano integral” participa Gonzalo Sales Genovés, director de Juan Ciudad, Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD) creada por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en España en 1991. En entrevista con Pope habla de la de la importancia del agua y el saneamiento, en particular, en este tiempo de emergencia sanitaria a causa del Covid 19 y la labor que desarrolla la Orden Hospitalaria en las zonas más desfavorecidas del mundo, para salvaguardar la salud y la calidad de vida de las personas.
R.- La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios es una orden católica dedicada a actividades sin ánimo de lucro dentro de lo que es el ámbito socio sanitario. La Orden fundada en 1562 por los de Juan Ciudad, de San Juan de Dios y nuestro objetivo principal es promocionar y mejorar la salud de las personas y su calidad de vida sin distinción de género, creencias u origen. En concreto, en el tema de agua y saneamiento, agradecemos la iniciativa del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, iniciativa liderada por el cardenal Turkson. La consideramos muy apropiada, sobre todo en los tiempos de pandemia que estamos viviendo, puesto que el acceso al agua potable y al saneamiento básico, aparte de ser derechos humanos fundamentales, son al día de hoy esenciales para la lucha contra la pandemia del Covid 19. En especial la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios trabaja en centros sanitarios atendiendo a personas vulnerables y en situaciones muy desfavorecidas, por lo cual, tener unos sistemas de agua dignos y funcionando, así como sistemas de excretas eficientes, es fundamental para que nosotros podamos seguir desarrollando nuestra misión Juandediana de apoyo a las personas más vulnerables. En concreto, con el Dicasterio estamos trabajando en la evaluación y el diagnóstico de necesidades en 10 centros sanitarios de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en África y en América Latina. En África, hemos enfocado nuestro trabajo en nueve centros sanitarios en Ghana, Senegal, Sierra Leona, Zambia y Camerún. Y en América Latina hemos enfocado este trabajo en Perú, en la clínica de San Juan de Dios en Iquique. En total estamos hablando de unas 307.000 personas que se van a ver impactadas positivamente por estas mejoras en infraestructuras de agua saneamiento.
¿Qué apoyo reciben ustedes en su trabajo tanto de instituciones de Iglesia como de instituciones de la sociedad civil y qué dificultades encuentran?
R.- Nosotros desde la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en España, qué es desde donde estamos deliberando por mandato de la Curia General de Roma de la Orden Hospitalaria, estamos trabajando muy estrechamente con otras instituciones de la Iglesia en la provisión de recursos que puedan desarrollar para ayudarnos a desarrollar proyectos de cooperación para el desarrollo en África, América Latina y Asia. En concreto, podemos nombrar el apoyo de la Conferencia Episcopal Italiana que nos ayuda en la financiación de algunos proyectos. Y también podemos contar con lo que es la Curia General de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Roma. Asimismo, nos dotamos de recursos de administraciones públicas tanto en España como a nivel europeo. Lamentamos el no poder tener acceso a financiación local, especialmente en África, puesto que es un continente donde las estructuras de financiación y de apoyo a los proyectos de desarrollo desde el ámbito público no están todavía desarrolladas. En América Latina seguimos en exploración de posibles financiadores y donantes en el ámbito local, pero al día de hoy no hemos conseguido tener acceso. Por lo tanto, la Iglesia Católica desde Roma, tanto desde el Vaticano a través del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral así como desde la Curia General de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y la Conferencia Episcopal Italiana, son actores fundamentales para el desarrollo de proyectos de cooperación para el desarrollo en el ámbito de la salud que es el foco que tiene la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.
Sabemos muy bien que el agua necesita saneamiento, el agua necesita ser transportada, el agua necesita contar con depósitos para poder ser distribuida a las comunidades, a las personas. En este ámbito, ¿qué hacen ustedes?
R.- En los centros de salud el agua y el saneamiento son ejes esenciales de trabajo, no solamente en época de pandemia, sino en cualquier situación. No podemos aspirar a dar un buen servicio a las personas que vienen apelando a nuestros servicios de salud sin que tengamos unos sistemas de agua y saneamiento aceptable. Adicionalmente a este trabajo que realizamos dentro de nuestros propios centros también trabajamos con las comunidades adyacentes, en la medida de lo posible, ayudándoles a tener sistemas de acceso al agua potable y saneamiento básico en sus propias comunidades, fuera de nuestro centro sanitario, porque consideramos que las enfermedades diarreicas agudas, que son las causantes de grandes males en la salud de las personas, se atajan principalmente si las personas tienen acceso a estos tres pilares: uno, es el acceso al agua potable, dos, el acceso al sistema de saneamiento básico aceptable, y tres, sistemas de higiene. Al día de hoy sabemos - y lo podemos experimentar con la pandemia de Covid 19 - que en muchos países para reducir las enfermedades diarreicas agudas es más importante un buen lavado de manos que incluso una ingesta de agua tratada con sistemas de purificación. Y esto es así porque a través de la falta de higiene se producen muchísimas enfermedades.
Un mensaje con ocasión de la celebración del webinar dedicado al agua organizado por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral…
R.- El agua y el saneamiento son derechos humanos esenciales, por los que se llevan muchos años trabajando para que sean reconocidos por las Naciones Unidas. Actualmente, estamos trabajando para que los dos mil 100 millones de personas que todavía no tienen acceso al agua potable puedan tenerlo y así mejoren sus condiciones de vida. Y evidentemente, la mayoría de estas personas están concentradas en determinados contextos como son el africano y en Latinoamérica. Es ahí donde tenemos que poner nuestros esfuerzos para evitar que algo que es esencial, algo que es vida, sea un derecho universal para todas las personas.
En el Ángelus de este domingo el Papa Francisco afirmó que el agua no debe ser una “mercancía”, ¿qué nos puede decir al respecto?
R.- Por supuesto, estoy totalmente de acuerdo con lo que dice el Santo Padre, el agua no puede ser una mercancía, es un elemento básico para la vida. Una persona puede estar sin alimentarse semanas, pero no más de 3 días sin beber agua. El agua tiene que ser de acceso libre y universal para todos los habitantes del planeta.
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