Monse?or Paglia: la inteligencia artificial esté al servicio de la humanidad
Emanuela Campanile - Ciudad del Vaticano
La vida en su escurridizo misterio y el destino de la humanidad y el planeta que habita representan hoy, como nunca antes, desafíos cruciales para los cuales es necesario que "los diferentes conocimientos y habilidades encuentren espacios comunes, lugares para compartir y comparar".
La Inteligencia Artificial, un arma contra el hambre
Con esta premisa, y con la esperanza de que "llegue pronto el día" en que "nadie tenga hambre de comida, así como ni hambre de ideas, ni de afecto", Monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, abre su discurso de esta tarde en el seminario web "Inteligencia Artificial, Alimentos para todos".
Que no se pierda ninguna vida
Al deseo de que "no se pierda ninguna vida" o "se ignore" le sigue la conciencia y el llamamiento a no marginar "toda reflexión humanista" en favor de una visión científica y económica totalizadora. El riesgo, explica el presidente, es no "ofrecer respuestas que estén a la altura de la dignidad de la vida humana". Según Monseñor Paglia, el camino a seguir es, por lo tanto, el marcado por el entrelazamiento de "humanidad y alta tecnología".
No a la dictadura del algoritmo
Otra forma de involucrar a los sujetos, que de otro modo podrían quedar marginados, es la optimización y el intercambio de conocimientos científicos, instrumentos de gestión y reducción de desechos. Por eso, continúa Monseñor Paglia, "debemos estar agradecidos a quienes trabajan cada día para obtener resultados tan importantes, especialmente en aquellas zonas del planeta donde la producción y el mercado agroalimentario están más sujetos a riesgos climáticos, políticos, económicos y sociales".
Proteger
Pero el camino que lleva a no excluir a nadie, también pasa por el cuidado del individuo. El presidente de la Academia Pontificia subraya:
"La experiencia de la nutrición en sí misma nos ofrece una indicación precisa sobre cómo proceder". Alimentar "los cuerpos implica cuidar, no de la humanidad o de las poblaciones (son nombres colectivos), sino de cada habitante del planeta de su absoluta e irreprimible dignidad singular, que es un don de Dios". Queda claro entonces el motivo y el significado de la siguiente afirmación:
"Debemos alimentar a todos, pero no todos deben comer necesariamente las mismas cosas". La salvaguardia de la diversidad biológica (humana, vegetal, animal) "debe estar en el centro de nuestra atención". Por lo tanto, los alimentos no pueden considerarse un "hecho puramente fisiológico".
La responsabilidad de todos
Monseñor Paglia concluye su discurso con un llamado al compromiso, "cada uno según sus propias responsabilidades", y recuerda que la "Rome call" es una forma "posible y audaz" de implementar, en consecuencia, "el sueño de una mesa repleta en la que todos los pueblos de la tierra puedan participar".
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