Padre Zollner: la protección de los vulnerables debe seguir siendo una prioridad
Francesca Sabatinelli – Ciudad del Vaticano
Un aliento a la Iglesia Católica, y no sólo, para continuar sus programas de salvaguardia, a pesar de la epidemia de Covid-19. Es éste el objetivo del primero de una serie de seminarios en la red (webinar), hoy a las 3:00 p.m., organizados por la International Safeguarding Conference (ISC), que reúne anualmente a representantes de la Iglesia, profesionales, así como a especialistas científicos en el tema de la tutela de menores. El seminario web de hoy estará dedicado a cómo la Iglesia está asumiendo sus responsabilidades en cuanto a la salvaguarda durante la pandemia. Se prestará especial atención a la forma en que las víctimas han experimentado este difícil momento, en el que el autoaislamiento, la cuarentena y el encierro han aumentado el riesgo de violencia, que afecta a los niños de manera significativa. Lo confirma a Pope el jesuita Hans Zollner, miembro del comité de dirección del Isc:
R. - Se trata de un temor que, en algunas partes del mundo, también ha tenido confirmación empírica a través de los datos proporcionados por las personas involucradas en la labor social y educativa, que informan sobre el aumento de los disturbios familiares y de la violencia. También hemos sabido por el sector médico que el número de fracturas óseas sufridas por los niños ha aumentado considerablemente en algunas partes del mundo. Sabemos, además, que el consumo de pornografía, y presumiblemente también de pornografía infantil ha aumentado. Todo esto significa que este momento de crisis, de confinamiento, no amenaza sólo de los aspectos económicos, políticos y sociales, porque pone en riesgo a las personas vulnerables, especialmente a los niños.
¿Existe el temor de que esta situación de pandemia llegue a afectar la lucha contra este dramático fenómeno, incluso, por ejemplo, recortando la financiación?
R. - La de la financiación es una parte, porque también está aquella de la atención pública que, en los últimos años, ha aumentado bastante en todo el mundo, dentro de las sociedades y la Iglesia. Creo que es obvio que, en este momento, haya una concentración en los aspectos económicos, las dificultades de las relaciones familiares, etc., y por lo tanto toda la esfera de protección de las personas vulnerables ha quedado relegada a un segundo plano. Sin duda, esto también incluirá el riesgo de un recorte de la inversión en este campo porque, obviamente, habrá menos dinero para todos, por lo que la tentación para la sociedad civil, así como para la Iglesia, será la de no continuar con el compromiso anterior.
Usted mismo declaró que esta pandemia y sus consecuencias son un gran desafío para la Iglesia...
R. - ¡No sólo para la Iglesia! Hemos observado que incluso en los países de habla inglesa donde la protección de los menores frente al abuso sexual ha sido durante mucho tiempo una prioridad, en este momento en que toda la atención pública se dirige a otra esfera, donde todo se centra en la protección frente al desafío de la salud, el desafío económico, la esfera del abuso sexual y su prevención, ya difícil de abordar, desaparece de la atención y la conciencia, a pesar de que, precisamente en este momento, los riesgos hayan aumentado.
Por lo tanto, la cita en este primer webinar ¿qué es lo que quiere ofrecer y cuál es el objetivo que pretende conseguir?
R. - En primer lugar, queremos comunicar a quienes se dedican a la salvaguardia, a la protección de las personas vulnerables, que la situación ha cambiado y que ya hay quienes han reflexionado sobre los cambios que pretenden comunicar, lo que se indica como "mejores prácticas", es decir, lo que se ha experimentado como ayuda, tanto para los "clientes", por así decirlo, es decir, las poblaciones más expuestas, como para su propio trabajo. Hay que tener en cuenta el factor psicológico, el estrés que se experimenta si, por ejemplo, un educador, un trabajador social, ya no es capaz de ponerse en contacto con un niño cuya situación familiar difícil, violenta, se conoce y que parece haber desaparecido de la superficie de la tierra. Es decir, cómo afrontar estas situaciones, y cómo salir de ellas, será uno de los temas tratados.
¿Qué importancia tiene seguir invirtiendo en la capacitación de las personas que deben ser de apoyo?
R. - Vemos por todos lados la necesidad de entrenar a personas competentes específicamente en la protección. No basta con haber estudiado psicología, pedagogía, teología, también está el aspecto jurídico que requiere una competencia específica. Por ello, nos complace poder ofrecer la formación de personas que, procedentes de las diócesis, de las Conferencias Episcopales, de órdenes religiosas, de otros organismos, incluso no eclesiásticos, estarán empeñadas precisamente en la elaboración de directrices para la salvaguardia, así como en la formación de maestros, catequistas, personal de cualquier tipo y en la ayuda a las personas en situación de riesgo. Por lo tanto, esto será sin duda un factor importante para mantener vivo el interés y el compromiso, tanto de la sociedad civil como de la Iglesia, con esta prioridad humanitaria que es la protección de los más vulnerables.
Padre, ¿usted está muy preocupado?
R. - Estoy bastante preocupado, porque se puede ver que la protección de los menores, la protección de las personas vulnerables en general, parece ser casi algo que avanza cuando otros deseos, otras necesidades han sido satisfechas. No ha entrado en la conciencia generalizada, ni siquiera de la sociedad civil, de que ésta debe ser en todo caso, y en todas las circunstancias, nuestra prioridad: luchar por el bienestar de las personas que más necesitan protección, estar dispuestos a sacrificar también otras cosas y dar prioridad a los que no pueden defenderse. Me parece que en Occidente se está reproduciendo una situación similar, como ha sido el caso durante mucho tiempo en África, en Asia, en América Latina. Siempre nos hemos sorprendido porque en estos países ya no se invierte en la protección de los menores, pero siempre he dicho que estas sociedades ven y experimentan catástrofes, guerras, guerras civiles, pobreza absoluta, carencias considerables en el sector de la salud, por lo que se decide intervenir primero en estos aspectos que, por supuesto, son muy esenciales y muy importantes, pero todos los esfuerzos, incluidos los económicos, a menudo limitados, van en esa dirección. Ahora está ocurriendo lo mismo en Occidente, y esto me preocupa no sólo a mí, sino también a los organismos internacionales con los que he estado en contacto, así como a todos los gobiernos que ven que la zona de protección, de salvaguarda, ha sufrido una gran disminución de atención e importancia. Esto ciertamente marcará un largo viaje de regreso a las metas que ya se habían logrado.
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