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Abraham Skorka es rabino de la comunidad judía Benei Tikva de Buenos Aires, Argentina. Abraham Skorka es rabino de la comunidad judía Benei Tikva de Buenos Aires, Argentina. 

Abraham Skorka expresa gratitud por palabras del Papa sobre los judíos

En conversación con el periódico vaticano L’Osservatore Romano, el rabino argentino valoró la clara advertencia del Papa Francisco ante signos de un renacimiento del antisemitismo.

Por Andrea Monda, director de L'Osservatore Romano

Las palabras -fuera de programa- pronunciadas por el Papa en la Audiencia General tocaron el corazón del rabino Abraham Skorka en su visita a la redacción de L’Osservatore Romano. “Este comentario inesperado e improvisado del Papa es de suma importancia: refleja su profundo compromiso con el pueblo judío. Son palabras que despiertan en mí grandes emociones y un sentimiento de gratitud, pensando también en la larga historia de incomprensiones entre la Iglesia y los judíos. Después de tantos años conozco el modo de pensar y de sentir del Papa y sé que muy a menudo habla y, como él diría, dice lo que viene desde lo más profundo del corazón. Ciertamente no es nuevo este tipo de afirmaciones de su parte, pero no por ello esto no implica una enorme importancia, especialmente en un momento histórico como el actual”.

Sobre este aspecto de la actualidad el rabino quiere detenerse, subrayando la preocupación del Papa por los recientes signos de un renacimiento del antisemitismo. “Son señales muy preocupantes, estoy pensando en lo que ocurre en Italia, pero también en todo el mundo, incluso en los Estados Unidos. Si miro hacia atrás en mi memoria me doy cuenta de que cada vez que en el pasado han aparecido signos de este renacimiento, el desarrollo y el resultado de estos signos han sido desastrosos, presagiando un enorme sufrimiento no solo para los judíos sino también para otros pueblos”.

¿Por qué este renacimiento hoy? Conversando con el rabino Skorka, obtenemos inmediatamente una respuesta inicial: la crisis económica, el sentimiento generalizado de miedo en la sociedad occidental contemporánea. “Pero hay algo más. Además, el antisemitismo tiene más de dos mil años, y el mundo griego y romano ya tenía problemas con los judíos. De hecho, los judíos siempre han sido vistos como ‘los culpables’. El antisemitismo nazi también retomó del pasado esta idea de la ‘culpabilidad’ de los judíos. Existe ese chiste, judío por supuesto (hemos desarrollado una capacidad de sonreír incluso en las mayores tragedias), que cuenta que un nazi que habla en público dice que la causa de todos los males de la sociedad se debe a la presencia de dos tipos de personas: los judíos y los ciclistas. Y del público surge inmediatamente la pregunta: ¿por qué los ciclistas? Un chiste que hace eficaz este mecanismo lógico sobre la culpa de los judíos”.

La conversación continúa y ambos sentimos que es necesario profundizar, cavar en esta herida que aun sangra en el corazón de la convivencia humana.

“Hay una reflexión, nacida de la antropología, que me parece convincente: antiguamente los hombres vivían dentro del sistema y de la lógica de la horda. Tantas hordas opuestas que luchaban entre sí. No estaba el individuo, sino la horda. A esta condición respondió, como contestación y maduración, la Biblia judía, la historia de un Dios que llama al hombre a su responsabilidad personal. Así, nace la sociedad de los hombres, no más la de la horda. Y sin embargo, también nace una antítesis que perdura hasta nuestros días, cada vez que el sentimiento de la horda recupera fuerza. El nazismo fue esto: la horda alemana, con la obvia contradicción de que esto llevó a la separación y persecución de los judíos que en realidad eran ciudadanos alemanes perfectos y fieles. No era Alemania la que quería exaltarse a sí misma, sino la idea ‘hordálica’ de Alemania. Hay dos maneras diferentes de ver las cosas: la idea antes que el hombre (piense en el platonismo) o el hombre antes que la idea (la Biblia)”.

Inevitablemente amarga es la reflexión a la que llegamos: hoy el choque es entre dos ideologías, la de la sociedad de consumo que empuja hacia el individualismo extremo, y la opuesta, la de la presión de la horda -no de la comunidad de personas-, que quiere luchar contra este individualismo desde un ideario, pero que es la otra cara de la misma moneda, y termina pisoteando la libertad y la dignidad del individuo, buscando siempre un chivo expiatorio sobre el que verter las tensiones y el odio social.    

“De ahí la importancia extraordinaria de las palabras del Papa Francisco”, repite con emoción el rabino Skorka, releyendo el texto de la catequesis, “que nos recuerda que los demás son hermanos, y que la persecución de los judíos no es un hecho “ni humano ni cristiano”.
 

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13 noviembre 2019, 15:47