#SinodoAmazonico: El debate deja espacio para la sobreabundancia del Espíritu
Pope - Ciudad del Vaticano
El mundo amazónico quiere una Iglesia que sea su aliada. No se puede hablar de que los pobres olviden a los crucificados. La Iglesia está llamada a volver a denunciar el grito del pueblo y de la tierra, partiendo del Evangelio. Sólo así asumirá un rostro samaritano y misionero, en defensa de los últimos, sin temer la dimensión del martirio, porque "es mejor morir por la vida que vivir por la muerte". El Sínodo continúa su camino y en algunas de sus intervenciones se le ha pedido que tome una instantánea que deje espacio para la superabundancia del Espíritu sin encerrarse en soluciones funcionalistas.
No a la victimización, más corresponsabilidad
La gente en algunas de las regiones más vulnerables de la Amazonía a menudo se llama abandonada. Se piensa, por ejemplo, en los niños de la calle. La Iglesia está llamada a ayudarles, a reforzar su autoestima evitando que sean víctimas de la victimización, un riesgo que no resuelve los problemas. Es innegable que la región es víctima de abusos y ataques, pero debemos ayudar a las personas a sentirse corresponsables de la construcción de su propio destino. Por tanto, los fieles deben reclamar derechos y asumir deberes para vivir con sencillez y esperanza en el camino del Reino prometido por Dios a sus hijos.
Una contribución fundamental de la ciencia a la protección de la creación
La llamada de ayuda de la gente y de la tierra llama a todos. Los fieles están llamados a reconocer el valor de todas las criaturas. La vocación cristiana, en efecto, favorece el cuidado de la Casa común. Es necesario actuar individual, comunitaria y globalmente. No es posible desinteresarse del futuro de las generaciones futuras. Proteger la Amazonía de la destrucción por parte de los seres humanos es una responsabilidad de toda la humanidad. También exige una respuesta global a los riesgos que plantea el cambio climático. Sugirió la creación de una coordinación mundial de científicos y estudiosos que incluya también la contribución de la Academia Pontificia de Ciencias. También pide que se trabaje más en el campo de la educación para concienciar sobre el cuidado de la Casa Común. También propuso la inclusión de un nuevo canon -un canon ecológico- en el Código de Derecho Canónico sobre los deberes de los cristianos para con el medio ambiente.
Hacia una profunda conversión ecológica
La llamada a la Iglesia es a salir a la luz, acogiendo la llamada a una profunda conversión ecológica, sinodal e integral a Cristo y a su Evangelio. La invitación es a caminar juntos como una familia universal, en la convicción de que la Amazonía no pertenece a los estados ni a los gobiernos. Estos son administradores y tendrán que rendir cuentas de sus acciones. Es a través del don de sí mismo en la vida cotidiana, por parte de los laicos, de las personas consagradas, de los casados, que toma forma un verdadero "sacramento" de la presencia de Cristo en esta región en la Iglesia amazónica. Se necesita una espiritualidad y una teología de los sacramentos capaces de dejarse interpelar por lo que las comunidades viven y reconocen los dones recibidos. A este respecto, se alentó la coordinación entre las iglesias locales, siguiendo el ejemplo de la labor realizada por Repam. También se destacó la necesidad de un diálogo intercultural inspirado en el Espíritu de Pentecostés. La invitación es a alejarse de una actitud de imposición o apropiación y abrazar una "simetría de relaciones". La humildad es una actitud de diálogo basada en la convicción común de ser corresponsables en el cuidado de la Casa Común. Lo que es imposible por sí solo se puede hacer juntos. Es urgente la construcción de un "nosotros" inclusivo en el que todas las personas, aunque sean diferentes, sean necesarias. Propone la creación de procesos de formación para un diálogo intercultural en el que las aportaciones teóricas sean corroboradas por la práctica y la reflexión.
El drama de las comunidades sin sacerdotes
Es importante mirar con realismo el drama de las muchas comunidades, el 70% de la Amazonía, visitadas por un sacerdote sólo una o dos veces al año. Están privados de los sacramentos, de la Palabra, de las celebraciones centrales del cristianismo como la Pascua, Pentecostés y la Navidad. Hay quienes se adhieren a otras confesiones para no permanecer en la condición de ovejas sin pastor. Se invocan opciones valientes, abiertas a la voz del Espíritu. Se indicó entonces como fundamental la oración al Señor para que enviara obreros a su campo. El cuidado del Evangelio pertenece principalmente a Dios. Es a él a quien debemos pedir soluciones.
Actividad misionera de salida, tras las huellas de Jesús
Sin embargo, cabe señalar que hoy la pasión por la misión en las zonas más remotas parece haberse desvanecido. En muchas regiones la depredación es terrible, con grandes proyectos mineros insostenibles que causan enfermedades, tráfico de drogas, pérdida de identidad y a veces enfermedades incurables. Hay que instar a la comunidad internacional a que se despoje de los proyectos industriales que son perjudiciales para la salud de la región. La Amazonía necesita misioneros, los únicos en los que todavía confía la gente. La contribución de los equipos misioneros itinerantes es preciosa, inspirada en el estilo de Jesús que lleva su Palabra de pueblo en pueblo, sin detenerse, sin encontrar un hogar. Se pide a la Iglesia que sea "extrovertida", pasando de una pastoral de conservación a una pastoral creativa: de hecho, hay estructuras anticuadas que necesitan ser actualizadas: están animadas por una conciencia ecológica. Todo esto abre nuevas formas de pastoral en las que el servicio a las mujeres y a los jóvenes es fundamental. Uno no puede ser "obsoleto" mientras el mundo sigue adelante. De hecho, el Evangelio siempre tiene algo nuevo que decir.
Migrantes en la ciudad, arrebatados de sus territorios
La Iglesia, de manera colegiada y sinodal, está llamada a entrar en la vida cotidiana del hombre. Una vez más, el tema de los migrantes, trasplantados a las ciudades y desarraigados de los contextos de origen, ha llamado la atención de la sala. En la ciudad, lugar de contrastes políticos, sociales y económicos, de vacío existencial y de individualismo exasperado, el indígena es un sobreviviente. Estar presente con el Evangelio es un deber. Así que la ciudad es también un lugar de misión y santificación. La recomendación es promover una pastoral específica que considere a los indígenas como protagonistas. Considerando la importancia que la Biblia da a la tierra, es necesario reafirmar la seriedad de arrancar a un pueblo de su territorio. La defensa de los territorios es el hito del bioma amazónico y de los modos de vida de los pueblos tradicionales. En este sentido, se recomienda una "defensa inflexible" de los pueblos indígenas. El derecho a su cultura, a su teología y a su religión es una riqueza que debe salvaguardarse en interés de toda la humanidad. Por último, se destacó el problema de la alimentación. El Amazonas con sus aguas beneficiosas podría ayudar a reducir el hambre en el mundo. De hecho, el 26% del agua del planeta proviene de esta región. De ahí el llamamiento a fomentar proyectos sostenibles. También durante la duodécima Congregación General, en la segunda parte dedicada a las intervenciones libres, el Papa tomó la palabra. Finalmente, los Padres sinodales pudieron ver una película sobre la iniciativa del barco hospitalario "Papa Francisco", inaugurado el pasado mes de agosto y diseñado con el objetivo de llevar el Evangelio y la asistencia sanitaria a los cientos de miles de habitantes del estado brasileño de Pará que viven a lo largo del río Amazonas y a los que sólo se puede acceder por vía fluvial.
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