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Provocaciones contra las jugadoras del Vaticano: eligen no jugar

Un partido amistoso en Viena se convierte en una protesta contra la Iglesia y las jugadores del Vaticano deciden tristemente abandonar el terreno de juego para evitar la instrumentalización de un partido deportivo.

Sergio Centofanti - Ciudad del Vaticano

Era el debut internacional de la recién formada selección femenina de fútbol del Vaticano: un partido amistoso en Viena con las futbolistas austríacas de Mariahilf para celebrar el 20º aniversario del club. Durante el himno del Vaticano, algunas chicas austríacas levantaron sus camisetas que mostraban en sus vientres y espaldas inscripciones a favor del aborto, y luego lanzaron mensajes en favor del colectivo LGBT en controversia con las posiciones de la Iglesia.

 

Pancartas polémicas también en las gradas. Una bienvenida realmente inesperada. El nuncio de Austria, Mons. Pedro López Quintana, también estuvo presente en el evento. La protesta tomó por sorpresa a las jugadores del Vaticano que esperaban una simple fiesta del deporte y, junto con el director deportivo, tomaron la dolorosa decisión de no jugar el partido para no continuar la instrumentalización de un evento para el que se habían preparado con alegría. Las chicas, por lo tanto, salieron del campo con gran tristeza.

El equipo de fútbol femenino del Vaticano había jugado el 26 de mayo pasado su primer partido contra el equipo femenino de la Roma fútbol club: perdieron 10 a cero, pero fue una hermosa manifestación de amistad y deporte.

 

El Papa Francisco, reunido con el Centro Deportivo Italiano el 11 de mayo, recordó que "el deporte es una gran escuela, siempre y cuando se viva en el control de sí mismo y en el respeto a los demás". "Una gran lección del deporte -dijo- es que sólo se puede divertirse en un marco de reglas muy específicas. De hecho, si en una carrera alguien se negara a respetar la regla del fuera de juego, o se marchara antes del "go", o en un eslalom saltara unas cuantas banderas, no habría más competición, sino sólo un rendimiento individual y desordenado. Al contrario -añadió-, el deporte enseña que las reglas son esenciales para vivir juntos", "que la felicidad no se encuentra en la desobediencia" y que "ya no te sientes libre cuando no tienes límites, sino cuando, con tus límites, das lo mejor de ti mismo".

El deporte -observó Francisco- puede transformar nuestra sociedad si promueve "una cultura de diálogo y de encuentro respetuoso". La lucha con los adversarios, en las competiciones deportivas, siempre se define como "encuentro", y nunca "choque", porque al final, aunque es mejor ganar, en cierto modo se ganan ambos. Este es el mundo con el que soñamos, y que queremos construir con determinación, sobre la base de una competencia sana, que siempre ve en el oponente a un amigo y a un hermano.

 

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23 junio 2019, 13:22