#Synod2018, Mons. Figaredo: en Camboya Iglesia viva gracias a los óԱ
Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano
Camboya, país del sudeste asiático, Iglesia joven. El Prefecto de Battambang, Camboya, país que ha sufrido por la guerra durante los regímenes revolucionarios, Mons. Figaredo Alvargonzález, habla en el contexto del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, de la fuerza y vitalidad de una Iglesia sufrida que, sostenida por el Señor, florece gracias a la juventud del país que es testigo y partícipe:
“Camboya es un país que está construyendo una Iglesia con los jóvenes, - destaca el Obispo- con las personas heridas por la guerra, con los discapacitados a causa de las minas”. “En Camboya los jóvenes dinamizan la catequesis, dinamizan la pastoral, las celebraciones y nos llevan adelante”.
“A pesar de los sufrimientos, dificultades y limitaciones que tienen los jóvenes del país,- testimonia el Obispo jesuita- debidos a la pobreza y falta de medios, siguen abiertos a la escucha de las necesidades de la gente más pobre, los discapacitados, los sin tierra, las viudas y personas abusadas, las víctimas de la violencia doméstica, y las víctimas del tráfico”.
De ahí que su mensaje – interpelado por nosotros- para los jóvenes del resto del mundo sea "decirles que en el abismo de la dificultad Cristo nos dice que la última palabra no es la muerte, no es el sufrimiento".
“Los jóvenes camboyanos -continúa - quieren decirles a los jóvenes del mundo: ‘tenemos una presencia actual’. Los jóvenes camboyanos quieren que los jóvenes del mundo se unan para ir adelante en el servicio a la gente más sencilla, con menos posibilidades y que viven en los márgenes de la sociedad. Ellos- dice el obispo - quieren que todos los jóvenes del mundo se sumen a este esfuerzo para llevar a Jesús a todos los rincones más desfavorecidos donde no se conoce el cariño y la presencia del Señor”. “Los jóvenes camboyanos quieren participar”.
Testigo de una Iglesia joven, - en efecto el 65 por ciento de los habitantes tiene menos de 25 años- en un país con muchas dificultades -pobreza, falta de higiene, de sanidad- pero a pesar de todo “lleno de vida, fuerza y alegría” Mons. Figaredo concluye con su esperanza sobre este Sínodo:
“Que de este Sínodo salgamos con fuerzas renovadas, con ganas de seguir trabajando especialmente con los jóvenes. Que salgamos de aquí en camino hacia la gente sencilla, y a los lugares donde la palabra del Señor, el cariño del Señor, no sea evidente: ir a descubrir esa presencia de Dios, y que desde la persona vulnerable y más sencilla que vayamos a visitar, el Señor nos diga: aquí estoy, aquí los estaba esperando”.
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