Reconocer la fuerza social y eclesial de la mujer
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
La CAL, consideró oportuno presentar este documento a los embajadores de los países latinoamericanos acreditados ante la Santa Sede, a los Rectores de los Colegios Pontificios, a los superiores y superioras religiosos latinoamericanos y a los oficiales del continente latinoamericano que trabajan en diversos dicasterios de la Curia Romana. El resultado, afirmó el secretario Guzmán Carriquirry, es de gran importancia como servicio al Santo Padre, a las Iglesias en América Latina, a las mujeres de nuestros pueblos y a todos los que se interesan y empeñan en el reconocimiento de su dignidad y de su aporte para la construcción de sociedades más humanas.
La Asamblea plenaria: un evento excepcional
En la presentación de las conclusiones, estuvo presente el presidente de la CAL, cardenal Marc Oullet, quien junto a Carriquirry recordaron que la plenaria fue muy importante para ellos, porque además de la participación de los cardenales y obispos latinoamericanos, participaron también 15 personalidades femeninas de diversos países del continente y de diversas trayectorias. Fue un evento excepcional.
Todos los que participaron en esta Asamblea quedaron sorprendidos de la libertad, profundidad y de la belleza de los intercambios y los debates que hubo para tratar a fondo el tema fijado por el Papa. No extraña, recordó Carriquirry, que el Santo Padre haya elegido ese tema porque todos recordamos que, hablando a 60 obispos latinoamericanos reunidos por el Celam en Bogotá, dijo que la esperanza tiene rostro de mujer en América Latina.
Y en Lima, exclamó: ¿Qué sería de la Iglesia sin las mujeres?, dijo casi explícitamente que hay que reconocer, promover, sostener y potenciar la fuerza social y eclesial de las mujeres. Esto por cierto, afirmó Guzmán Carriquirry, que tiene sus antecedentes, en los pontificados anteriores, pero el tema de la mujer se está imponiendo como un tema crucial para la Iglesia, porque hace parte de las enormes transformaciones culturales que estamos viviendo, y adquiere una envergadura civilizatoria: las relaciones entre los sexos, las relaciones matrimoniales y familiares, las instituciones y la Iglesia. Todo queda interpelado por esta renovada autoconciencia de la mujer sobre su dignidad, sobre su libertad, sus derechos, sus anhelos y también la conciencia de los sufrimientos, las injusticias y la violencia a la que a menudo está sometida. Por consiguiente, dijo, los participantes en la asamblea plenaria fueron muy a fondo tocando cada una de estas temáticas.
El machismo marca la vida social y eclesial de la mujer
Por consiguiente, fuimos muy a fondo en el análisis crítico de la sociedad latinoamericana todavía muy marcada por una cultura machista. Y el rostro pésimo de esta cultura es la violencia física, psicológica y sexual que se ejerce contra las mujeres, un poco por doquier. Hasta llegar a casos frecuentes de feminicidio. La mujer, objeto de la trata, la mujer, objeto del consumo sexual irresponsable de los varones, a través de la prostitución. A través de violencias, que después dejan abandonadas a las mujeres con sus proles.
Más adelante el secretario de la Cal dijo que si uno piensa en los altos niveles de indigencia y pobreza en América Latina uno ve que, dentro de los altos porcentajes de estos factores, las que más los sufren son las mujeres. La pobreza se ha vuelto sobre todo femenina. Los trabajos informales que son los que abundan en el continente, son ejercidos fundamentalmente por mujeres. Las mujeres son la mayor parte de la población activa desempleada. Y cuando la mujer invierte toda su capacidad de sacrificio, de gratuidad y de esfuerzo en el sostén y el cultivo de la prole dentro del hogar, incluso allí, está actividad en el Domus tan fundamental, la mujer se ve muchas veces desvalorizada, incluso menospreciada.
La sociedad tiene signos positivos
Sin embargo, Carriquirry dijo que la sociedad presenta signos positivos, ya que la promoción de la mujer va ligada a la educación y la educación es casi universal hoy día en América Latina en los primeros niveles. Pero incluso en los niveles superiores son más las mujeres que se matriculan en las universidades, hay mujeres que se desempeñan en todos los niveles de responsabilidades empresariales y profesionales. Y aún, así a todo, hay indiscriminación en los empleos formales. No se cumple el igual salario, igual paga, y por lo general, las mujeres, que son madres, pagan también mucha indiscriminación e injusticias en el ámbito del trabajo.
Hemos tenido muchas mujeres que han ocupado los más altos cargos políticos en América Latina, como presidenta de la República, pero la política en el continente continúa siendo la mayor parte de su composición, de sus corporaciones y de sus estilos, muy marcada por ese estilo machista. Pero ese estilo machista, añade Carriquirry, ese condicionamiento machista donde se encarna la Iglesia, una Iglesia muy clerical, como señala siempre el Papa, influye naturalmente en la relación que la Iglesia tiene con las mujeres.
Por una parte, las mujeres son la gran mayor parte del Pueblo de Dios en América Latina. Nuestros templos están siempre llenos sobre todo de mujeres. Ellas son el 90 por ciento de las catequistas. Son las que ejercen todos los ministerios no ordenados, son las que se ocupan del arreglo de los templos hasta los mínimos detalles. Los hombres, hoy día gracias a Dios, hay mayor participación, pero todavía tenemos la imagen de los templos llenos de mujeres, y los hombres en el fondo de los templos, o en los atrios esperándolas, sino en el café con sus amigos, hasta que terminaran los ritos.
Y que hablar de las religiosas, afirma el secretario de la Cal, que tienen las puertas abiertas, las físicas, pero las puertas del corazón abiertas de todos los latinoamericanos, sean creyentes o no creyentes. Despiertan una credibilidad, un afecto, una estima y una confianza enorme. Abren caminos a la evangelización de la lglesia, en todas las periferias. Son las que llevan con las mujeres, adelante la mayor parte de las obras de la Misericordia. Y no obstante todo, un clericalismo machista sigue estando muy presente en América Latina, hay clérigos mandones por doquier.
Además, Guzmán Carriquirry dijo que el replantamiento a fondo que exigen los tiempos actuales en todos los niveles se le exige también a la Iglesia, un pastoreo. El relacionamiento con las mujeres hace parte de esa conversión pastoral a la que llama y convoca el Santo Padre.
Todo ésto fue analizado en la Asamblea Plenaria para hacer replantamientos muy a fondo, sobre la mujer en América Latina.
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