El Papa invita a los religiosos a vivir una "renovada primavera"
Sebastián Sansón Ferrari - Ciudad del Vaticano
"La celebración de un capítulo general no responde a una lógica humana o a una necesidad institucional sino a una exigencia de la sequela Christi", es el recordatorio del Papa Francisco a los participantes en el Capítulo General de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María, a quienes recibió en este jueves 19 de septiembre por la mañana. Hablándoles en español, el Pontífice explicó que "este seguimiento siempre implica escuchar atentamente lo que el Espíritu Santo nos va sugiriendo para vivir con fidelidad la identidad y la misión propias de la Congregación".
Como los discípulos, les enfatizó el llamado a "dar oídos a la voz de Jesús, a profundizar en su contemplación y a ser capaces de vivir y anunciar el amor de Dios encarnado en Él, de manera particular a través del servicio en favor de los más necesitados y de la oración eucarística y reparadora".
Encontrar formas siempre nuevas de dar testimonio
Francisco subrayó que "solo siguiendo a Cristo con fidelidad y docilidad, vuestras estructuras, así como la difusión del patrimonio espiritual e histórico de la Congregación, podrán gozar de una renovada primavera que hará resplandecer vuestro carisma en el momento actual de la historia de la humanidad".
De manera espontánea, el Santo Padre acotó que "el carisma es el estilo que una congregación tiene, el estilo evangélico; porque el Evangelio es inagotable, por eso da posibilidad a todos". Por tanto, deseó "que los sagrados Corazones de Jesús y de María los impulsen a encontrar formas siempre nuevas de testimonio ante los hermanos y de colaboración en la obra de Dios".
Mantenerse fieles al carisma fundacional
El Obispo de Roma las invitó a "una atenta escucha de la voluntad de Dios –que no es fácil, aclaró–, a dar pasos decisivos en el seguimiento de Cristo, que no consiste sólo en aprender una doctrina, sino en asumir un modo de vivir". También les aseguró su cercanía y oración "para que puedan renovarse a través de un discernimiento inspirado y sostenido por los valores del Evangelio, se intensifique en sus corazones el deseo de vivir unidos a Jesús y de mantenerse fieles al carisma fundacional".
Detenerse un largo rato en la oración
En el encuentro con el Santo Padre participaban, a su vez, las capitulares de las Hermanas del Divino Salvador, cuyo lema del Capítulo fue citado por el Pontífice en su discurso: 'Caminemos juntos, reavivemos el don del Espíritu entre nosotros para proclamar el Evangelio y hacer arder a todos los pueblos'. Dirigiéndoles unas palabras en italiano, el Papa enfatizó los conceptos de "caminar juntos -no en contra-, reavivar el don del Espíritu entre nosotros para anunciar el Evangelio y hacer arder a todos los pueblos".
Bergoglio las animó a recordar el fundamento del carisma del instituto religioso, la oración de Jesús al Padre durante la Última Cena por la salvación de todos los hombres. Y es precisamente en el Cenáculo donde el Papa invita a detenerse largo rato en oración.
"Allí se alimenta el fuego del Espíritu, y desde allí partimos para inflamar al mundo entero en su amor, sirviendo a los necesitados y devolviendo la esperanza a los descorazonados".
Como María
El modelo a seguir, nos recuerda Francisco, es María, la "estrella polar" de la misión, que en el Evangelio "habla poco, escucha mucho y guarda en su corazón".
"Son actitudes válidas también para nosotros: hablar poco (¡el cotilleo es una plaga, eh!) -confrontar, abrirse, pero no perderse en cotilleo inútil-, escuchar mucho -en la oración, en el silencio, en la atención a los demás; a veces no sabemos escuchar: el otro habla y a medias contestamos. No: escucha todo, todo [hasta] el final. Escuchen también al Señor, y guárdenlo en vuestro corazón, para ser apóstoles de la esperanza, en el mundo que tanto la necesita hoy".
A este propósito, el Papa recordó un rasgo característico de la Virgen: "Ella nunca se muestra, sino siempre Jesús". De ahí la exhortación final a "mostrar a los demás a Jesús, no a nosotros mismos, porque para todos, hoy y siempre, nuestra única esperanza está en el Señor, está en Él".
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