El Papa recibe a un grupo de ԾñDz ucranianos y palestinos
Alessandro De Carolis – Ciudad del Vaticano
Sin piernas ni manos. El horror inocente permanece en silencio frente al Papa Francisco, feliz por una hora y un día de estar donde un niño puede abrir los ojos ante la maravilla de un hermoso edificio y no ante el temor de que una gran bomba pueda arrancarle un trozo de cuerpo, de familia, de vida.
Junto a Francisco se encuentran una treintena de ellos, procedentes de Ucrania, Palestina, Bielorrusia, Indonesia... Habla el padre Marcin Schmidt, secretario general de la Fundación «5P Global», que permitió a estos pequeños viajar a Roma para la primera Jornada Mundial de los Niños.
El abuelo con sus nietos
«El Santo Padre nos saludó con una gran sonrisa y gran alegría, lo que se ve, como un verdadero abuelo abrazando a sus nietos», cuenta el padre Schmidt a los medios vaticanos tras el encuentro. Durante la audiencia, la presentación de los niños por parte del padre Schmidt hizo que Francisco dijera un suave «terrible» en un momento dado.
«Estamos aquí con niños de varios países, tenemos niños de Ucrania, del hospital (de Leópolis, ndr.), son niños que han perdido las piernas, han perdido las manos y también a sus padres. Y están aquí con sus doctores, médicos muy buenos que les han salvado la vida».
Como moneda de cambio
En el grupo también está Yana, una niña que hace un mes corrió el maratón de Boston con unas piernas ortopédicas. «Los niños ucranianos no sonríen», tiene que constatar una vez más Francisco.
Sin embargo, Yana encarna la «esperanza», la fuerza de una resiliencia que quiere creer en un horizonte hermoso a pesar de todo. A pesar de la cara oscura de la moneda, esa – recuerda el padre Schmidt al Papa – del abismo de los niños «vendidos por órganos», de los padres que los venden «como moneda de cambio».
El premio de los niños
Pero hoy es sobre todo el día de la gran fiesta de los niños y de este grupo que sonríe a Francisco como sólo los niños saben hacerlo más allá de la fealdad del mundo.
«También tenemos aquí al ministro de los derechos de los niños, que es autor de la Convención sobre los derechos de los niños en el mundo, que trabajó en Siria, tenemos la Orden de la Sonrisa, que es un premio internacional que sólo dan los niños a los adultos, es el único premio en el mundo que dan los niños», relata el padre Schmidt, recordando que el Papa recibió el mismo premio hace cuatro años.
«Muchas gracias por recibirnos aquí, gracias de todo corazón», repitió el padre Schmidt, y el Papa correspondió en ucraniano: «Slava Isusu Khrystu», «Alabado sea Jesucristo».
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