Carta del Papa al personal de la SPE: "Son muchos los progresos realizados"
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«Todos somos responsables de preservar el patrimonio para garantizar los recursos necesarios para continuar el camino también para los que vienen detrás de nosotros». Lo escribe el Papa Francisco en la (SPE), ahora publicada en el sitio web del dicasterio.
Francisco lo había anunciado durante la audiencia con el personal de la SPE el lunes 13 de noviembre. «Mirando hacia atrás y observando la situación actual – escribe el Papa – no puedo dejar de ver los muchos progresos realizados. Les agradezco, porque llevan a cabo un servicio delicado y complejo. Se ha valorado mucho el trabajo realizado para dotar a la Santa Sede de herramientas destinadas a garantizar que su patrimonio esté orientado a la misión, evitando los riesgos de volver a caer en los errores del pasado que todos conocemos". Francisco cita al cardenal George Pell, primer Prefecto de la SPE, y a su sucesor, el padre Juan Antonio Guerrero.
«Lo que se ha hecho – se lee de nuevo en la carta – no debe hacernos pensar que el camino de las reformas económicas ha terminado. Al contrario, recién comienza" y la Secretaría de Economía está "llamada a promover, en su propio ámbito, un movimiento de cambio constante hacia lo mejor". La reforma, explica el Papa, «no significa cambiar para mostrar que las cosas se hacen necesariamente de manera diferente que en el pasado. El cambio es una renovación funcional acorde con las necesidades. Por lo tanto, en algunos casos es radical, en otros casos es una adaptación de lo que ya es bueno: y los efectos de estos cambios deben ser monitoreados ya que se pueden tomar decisiones que luego deben corregirse".
El Papa Francisco invita al personal de la SPE a imaginar el servicio a realizar pensando «en el papel de un padre hacia su hijo... Y es un trabajo delicado porque incluso las mejores intenciones de un padre pueden traducirse en comportamientos que deben evitarse: ser autoritario en vez de tener autoridad; temido en lugar de respetado y reconocido; ejercer el poder en lugar de tomar decisiones sintiendo la responsabilidad de proteger el bien común; conservar el dinero sin finalidad en lugar de utilizarlo para que la misión crezca y florezca, olvidando que la Iglesia es pobre porque todo lo que posee no es para sí misma, sino para usarlo donde se necesita de manera desinteresada".
El Papa explica que «la lealtad a la misión y la prudencia son las virtudes que les deben acompañar en su trabajo, en la gestión de cada asunto, ya que las numerosas responsabilidades que les han sido confiadas los exponen al riesgo de pequeños y grandes errores que es necesario evitar. Uno de los grandes errores es el hábito: la primacía de lo formal sobre lo real. Deben encontrar la capacidad de escuchar y ser escuchados, de poner sus habilidades y técnicas económicas y jurídicas a disposición de quienes recurren a ustedes para llevar a cabo las iniciativas que componen la misión. El esfuerzo constante debe ser apoyar esas iniciativas, cuidando de hacerlas retroceder, no a la regla y a la técnica como un fin en sí mismas, no a la voluntad arbitraria de quienes tienen la responsabilidad de decidir o autorizar, sino al bien común".
«Pero también deben tener siempre – añade Francisco – la lealtad de decir no cuando lo que se les representa o lo que se encuentra en los controles traiciona la misión, cuando el interés individual de algunos prevalece sobre el colectivo, cuando se violan las reglas o eludidos artificialmente para perseguir fines ajenos a los de la Santa Sede y de la Iglesia... Lealtad significa no volverse nunca cómplices, ni siquiera fingiendo no ver, ni siquiera queriendo decepcionar aquellas amistades que en una comunidad trabajadora como la Santa Sede, están establecidos y es hermoso que estén establecidos".
Por lo tanto, se trata de "trabajar con valentía para tomar decisiones responsables, incluso si no son populares". La Santa Sede, reconoce el Pontífice, «cada año registra un déficit importante. De hecho, toda la organización está para la misión y las fuentes de financiación son limitadas. Pero sabemos que, si se experimenta un déficit, esto significa que parte del patrimonio se erosiona y esto compromete el futuro. Ésta es la razón por la que es necesaria una reversión de la tendencia. Esta conciencia debe adquirirse en todos los niveles de nuestra comunidad: todos somos responsables de preservar el patrimonio para garantizar los recursos necesarios para continuar el viaje también para aquellos que vienen detrás de nosotros". Esto «exige que nos liberemos de la rigidez y nos pongamos disponibles, con sinceridad, a la actualización. Con lealtad y prudencia esto se puede lograr."
«Debemos cuidar el patrimonio – concluye Francisco – cuando estamos en condiciones de salvarlo, y también debemos invertirlo con atención, de manera ética, para que los frutos de la gestión se repartan equitativamente y cada uno tenga lo que realmente necesita. Las inversiones no deben tener ni el objetivo de especulación ni el de acumulación. Los balances y los presupuestos no deben ser un ejercicio de contabilidad estéril, sino que deben representar el esfuerzo de acompañar la misión de todos distribuyendo los recursos según las necesidades reales, incluso a veces pidiendo a alguien que dé un paso atrás o que comparta los ingresos con los demás".
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