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Devastación en la ciudad ucraniana de Izyum Devastación en la ciudad ucraniana de Izyum 

Francisco: Para detener la guerra más que estrategias se necesita más audacia por la paz

En su Mensaje al encuentro internacional de oración promovido por Sant'Egidio que concluye en Berlín, el Papa repite: aunque sea difícil, no hay que resignarse. Que quienes tienen en sus manos los destinos del mundo tengan el coraje de "virar" ante el desgarro y la inutilidad de los conflictos

Alessandro De Carolis - Ciudad del Vaticano

Es la paradoja de la actualidad: "En un mundo en el que todo va rápido, sólo el final de las guerras parece lento". Y es también la paradoja de la historia: tras la caída del Muro de Berlín, "en lugar de derribar muros, se levantaron otros", porque en lugar de construir sobre la "esperanza común" nacida de los escombros de aquel emblema de la Guerra Fría, se prefirió centrarse "en los intereses particulares y en la desconfianza hacia los demás". El examen de Francisco enlaza presente y pasado en un nudo que huele a oportunidad perdida, pero aún más a la necesidad de creer y trabajar con "la audacia de la paz" por una fraternidad "no imposible".

Un mundo, demasiadas guerras

Francisco escribe a los participantes en el Encuentro Internacional de Oración por la Paz promovido por la Comunidad de Sant'Egidio que concluye hoy, 12 de septiembre, en la capital alemana. En su misiva, reflexiona brevemente sobre el camino recorrido por la humanidad desde aquel 9 de noviembre del '89, cuando con la caída del Muro de Berlín parecían abrirse "nuevas perspectivas" de libertad y paz para Europa y no sólo. Y es precisamente la paz, por así decirlo, la primera víctima de los acontecimientos contemporáneos, con los numerosos conflictos en curso, recuerda el Papa, en muchas zonas de África y Oriente Medio hasta Ucrania, donde una "terrible guerra que no ve fin", dice, "ha causado muertos, heridos, dolor, éxodos, destrucción".

La hora del coraje

"Uno no puede resignarse", afirmó con fuerza Francisco dirigiéndose a los líderes de las religiones del mundo, simbólicamente reunidos frente a la Puerta de Brandemburgo, donde comenzó el fin del Muro de Berlín. El año pasado, cuando el Encuentro de Sant'Egidio se detuvo en el Coliseo, las palabras de Francisco fueron un llamamiento a escuchar el grito de paz que todo conflicto suscita en las madres, en los refugiados, en el gemido de los heridos y moribundos.

"Merece ser escuchado" y es un "derecho sacrosanto" acogerlo, afirmó el Papa en aquella ocasión. Quien este año da un paso más al reclamar un nuevo enfoque. "No basta el realismo, no bastan las consideraciones políticas, no bastan los aspectos estratégicos aplicados hasta ahora; hace falta más, porque la guerra continúa. Necesitamos la audacia de la paz (...) Necesitamos el valor de saber virar, a pesar de los obstáculos y las dificultades objetivas".

Más allá del "muro de lo imposible

Francisco pide a los creyentes que no tengan miedo de "convertirse en mendigos de paz" uniéndose a "las hermanas y hermanos de otras religiones, y a todos aquellos que no se resignan a la inevitabilidad del conflicto". Y pide a políticos y diplomáticos que "crucen el muro de lo imposible", el erigido, escribe, "sobre razonamientos que parecen irrefutables, sobre la memoria de tantos dolores pasados y grandes heridas sufridas". "Yo - asegura el Papa - me uno a vuestra oración por el fin de las guerras y agradezco de corazón lo que hacéis".

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12 septiembre 2023, 17:58