A pesar de las resistencias la puerta de la Iglesia está abierta
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
"Todos, todos, todos". El llamamiento lanzado y relanzado a lo largo de la JMJ de Lisboa en favor de una Iglesia acogedora en la que tengan cabida "todos, todos, todos", incluidas las personas homosexuales y transexuales, el Papa Francisco lo reiteró y profundizó en su conversación con los jesuitas de Portugal. El Santo Padre se reunió con sus hermanos el 5 de agosto en el Colegio de San Juan de Brito, administrado por la Compañía de Jesús, durante su viaje a la capital lusitana para la Jornada Mundial de la Juventud.
Preocupación por las guerras
La conversación – publicada íntegramente por – fue directa y espontánea a instancias del propio Papa, que dijo: "Pregunten lo que quieran. No tengan miedo de ser imprudentes al preguntar". Se abordaron diversos temas: desde los desafíos generacionales hasta el testimonio de los religiosos, desde las cuestiones sobre la sexualidad humana hasta el desarrollo de la doctrina, pasando por las preocupaciones sobre las guerras:
Resistencias y actitudes reaccionarias
Las tensiones intraeclesiales fueron otro de los principales temas de la conversación. De ahí el "indietrismo", la "actitud reaccionaria" en algunas realidades eclesiales y la resistencia al Concilio Vaticano II. "Muchos cuestionan el Vaticano II sin nombrarlo. Cuestionan las enseñanzas del Vaticano II", dice el Papa. Luego responde a un religioso que dice que estuvo un año en Estados Unidos y quedó impresionado por haber visto "a tantos, incluso obispos, criticar su manera de dirigir la Iglesia".
"Comprobaste que en Estados Unidos la situación no es fácil: hay una actitud reaccionaria muy fuerte, organizada, que estructura una pertenencia también afectiva", dice el Pontífice. Y "a estas personas" les recuerda "que el indietrismo es inútil" y que hay "una justa evolución" en la comprensión de las cuestiones de fe y de moral:
Los ejemplos en la historia son concretos: “Hoy es pecado poseer bombas atómicas; la pena de muerte es pecado, no se puede practicar, y antes no era así; en cuanto a la esclavitud, algunos Papas antes que yo la toleraban, pero hoy las cosas son distintas. Así que se cambia, se cambia, pero con estos criteriosâ€.
Una doctrina que evoluciona
"Hacia lo alto", es la imagen que utiliza el Papa. "El cambio es necesario", repite; luego añade: "La visión de la doctrina de la Iglesia como un monolito es errónea. Pero algunos se llaman fuera, van hacia atrás, son lo que yo llamo 'indietristas'. Cuando se va hacia atrás, se forma algo cerrado, desconectado de las raíces de la Iglesia y se pierde la savia de la revelación".
La advertencia del Papa es clara: “Si no cambias hacia lo alto, vas hacia atrás, y entonces asumes criterios de cambio distintos a los que la propia fe te da para crecer y cambiar. Y los efectos sobre la moral son devastadoresâ€. Los problemas que los "moralistas" deben examinar hoy son para el Pontífice "muy graves"; el riesgo es ver cómo la ideología suplanta a la fe:
La mundanidad, el peor mal
En la conversación el Papa amplía su mirada a la sociedad actual, que ve excesivamente "mundana", lo que le preocupa mucho, sobre todo "cuando la mundanidad se abre paso en la vida consagrada". Jorge Mario Bergoglio se refiere a su reciente carta a los sacerdotes de Roma en la que advierte contra el clericalismo y la mundanidad espiritual como escollos en los que hay que evitar caer.
"Una cosa es disponerse a dialogar con el mundo... y otra muy distinta comprometerse con las cosas del mundo, con la mundanidad", subraya, instando una vez más a leer las cuatro páginas finales de Meditación sobre la Iglesia, en las que de Lubac afirma que la mundanidad espiritual "es el peor mal que puede penetrar en la Iglesia, peor incluso que la época de los Papas 'libertinos'".
Sociedad erotizada
No ceder a la mundanidad, sin embargo, no significa no dialogar con el mundo: "No se puede vivir en escabeche", recomienda el Papa. "No debes ser un religioso introvertido, que sonríe para sus adentros, que habla para sus adentros, que protege su entorno sin convocar a nadie". Al contrario, debes "salir a este mundo", con los valores y disvalores que tiene.
Entre ellos, el de una vida excesivamente "erotizada". En este sentido, Francisco reitera el problema de la pornografía y su fácil acceso a través de los teléfonos móviles, invitando a los sacerdotes a pedir ayuda y hablar de estos problemas porque, a diferencia del pasado, cuando estas cuestiones no eran tan agudas e incluso se ocultaban, "hoy la puerta está abierta de par en par, y no hay razón para que los problemas permanezcan ocultos".
Acoger a "todosâ€
Además, sobre la cuestión de la sexualidad, el Papa reitera la llamada a acoger en la Iglesia a las personas homosexuales. "Es evidente – aclara – que hoy el tema de la homosexualidad es muy fuerte, y la sensibilidad al respecto cambia según las circunstancias históricas".
"Todos están invitados" en la Iglesia, repite a continuación Francisco, "hay que aplicar a cada uno la actitud pastoral más adecuada. No debemos ser superficiales e ingenuos, obligando a las personas a cosas y comportamientos para los que aún no están maduras, o no son capaces. Acompañar espiritual y pastoralmente a las personas requiere mucha sensibilidad y creatividad. Pero todos, todos, todos, están llamados a vivir en la Iglesia: no lo olviden nunca".
El encuentro con un grupo de personas transgender
Al igual que en una reciente entrevista concedida a una revista española, el Papa Francisco recuerda también su encuentro con un grupo de personas transgender, llevadas la primera vez y varias más después a la audiencia general de los miércoles por la hermana Geneviève, de 80 años, "capellana" del Circo de Roma con otras dos religiosas.
La "alegría" por el Sínodo
No faltan en la entrevista preguntas más personales, como: "Santo Padre... ¿qué le pesa en el corazón y qué alegrías está experimentando en este período?". Francisco responde enseguida: "La alegría que tengo más presente es la preparación del Sínodo, aunque a veces vea, en algunas partes, que hay deficiencias en la forma en que se está llevando a cabo. La alegría de ver cómo de los pequeños grupos parroquiales, de los pequeños grupos de iglesias, surgen reflexiones muy hermosas y hay un gran fermento. Es una alegría".
"El Sínodo no es un invento mío", dice el Papa Francisco, recordando cómo fue Pablo VI, al final del Concilio, "quien se dio cuenta de que la Iglesia católica había perdido la sinodalidad". Desde entonces se ha avanzado "lentamente" y, a veces, "de modo muy imperfecto".
Hoy, por tanto, se intenta dar un nuevo vigor a la sinodalidad que, aclara el Pontífice, "no va en busca de votos, como haría un partido político, no se trata de preferencias, de pertenecer a tal o cual partido. En un Sínodo – insiste – el protagonista es el Espíritu Santo. Él es el protagonista. Así que debemos asegurarnos de que sea el Espíritu quien guíe las cosas".
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