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A quienes en el lenguaje común son llamados “los ángeles custodios" del Papa, Francisco les habló, ante todo, sobre la vocación. Lo hizo en su homilía durante la misa para el Cuerpo de la Gendarmería Vaticana, celebrada en la tarde de este sábado 1º de octubre en la Gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos. La ocasión era la fiesta de San Miguel Arcángel, su patrón, quien es, además, el patrón de la Policía Estatal de Italia.

El Obispo de Roma expresó que quienes desempeñan esta labor han recibido una llamada que, según subrayó, debe renovarse cada cierto tiempo. “Casi todos ustedes, cada uno –quiero pensar bien-, entraron en la Gendarmería por vocación, por deseo de hacer algo bueno, como servicio, como crecimiento”, afirmó.

“Y luego, añadió, como nos pasa también a los sacerdotes, a todo el mundo, uno se acostumbra; y cuando uno se acostumbra, en lugar de crecer, baja, baja, baja…”. De este modo, según el Sucesor de Pedro, nace “esa cosa tan fea” en la vida de los sacerdotes que es la tibieza. “Te acostumbras a ello. Y lo mismo les pasa a ustedes. Si no reavivan si vocación -advirtió el Pontífice-, si no la hacen crecer cada día, esa vocación de servicio que es muy hermosa, al final -no es una maldición, no, les pasa a todos-, al final las cosas que no crecen se corrompen”

“Los gendarmes necesitan fe”

Luego, Bergoglio acotó que “nuestra vida, si no la vivimos a la luz de la fe, es mejor ir a hacer otro trabajo. Mi vida, la vida de todos los sacerdotes, y su vida como gendarmes. Porque ustedes siguen adelante con un espíritu de fe, es importante vivir esta fe en el servicio, un verdadero servicio. Luego de la caridad y de la fuerza”.

“Es difícil, en profesiones como la suya, tener esa caridad de servicio todos los días: hay impaciencia, la rabia de algo que está mal, las injusticias que se ven y no se pueden corregir... Y eso puede apagar la caridad, y nos da ese espíritu de timidez, de menospreciar las cosas... No. El Señor nos pide un espíritu de fortaleza, para revivir con fuerza, con caridad y con fortaleza, no con timidez”, sostuvo Francisco.

Ante los errores, hay que pedir perdón y seguir adelante

Francisco deseó a los uniformados que no tengan la timidez que los abate. “Vamos, ánimo”, fue el estímulo del Papa. Y, si alguien se equivoca, se pide perdón y se sigue adelante, agregó, “porque el error no es definitivo”.

“Todos nos equivocamos, todos. Si alguien no se equivoca, que levante la mano, porque entonces lo hago venir a predicar”, bromeó el Pontífice. “Todos nos equivocamos”, insistió, y les pidió que no tengan miedo de esto, instándolos a continuar con fuerza en el servicio, siguiendo adelante, siempre.

La importancia del servicio

Francisco reconoció: “Es cierto que muchas veces tienen que hacer trabajos que no son agradables: poner orden aquí, echar a los de allá… Muchas cosas. Pero lo hacen por amor y para encontrar una mayor armonía, lo hacen por servicio”.

“Vuelvan a las raíces de sus vocaciones. Servicio. Servicio, así, sin timidez, con caridad, con fuerza, con ilusión, servicio siempre así. ¿Y después, al final, qué debo hacer? ¿Paso la factura por mi servicio? Esto se puede hacer, el sueldo está ahí, es poco, se quejan, pero está ahí, pero este no es el premio, esta no es la actitud”.

Al final de su homilía, el Papa pidió a San Miguel Arcángel la gracia para que todos los gendarmes puedan “reavivar el don que han recibido, con espíritu de caridad, de fuerza de servicio y no de timidez, seguros de sí mismos”. “Y así, los distintos problemas que encontrarán en la vida, viviendo una vocación en plenitud, se disolverán por sí solos. Los problemas se disuelven cuando hay una fuerza que los hace avanzar”, concluyó Francisco.