Cambiar el modelo de desarrollo antes de que sea demasiado tarde
Andrea Tornielli
Ya en noviembre de 2013, en la exhortación Evangelii gaudium que representa la "hoja de ruta" del pontificado, Francisco había hablado de una economía "que mata". "Hoy -escribía el Papa- todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. El mismo ser humano se considera como un bien de consumo, que se puede utilizar y luego desechar. Hemos iniciado la cultura del 'descarte' que incluso se promueve... Los excluidos no son 'aprovechados' sino desechos, 'sobrantes'".
Estas palabras, que habían hecho recaer sobre el Pontífice la acusación burda como infundada de marxismo que le lanzaron los comentaristas ignorantes de la Doctrina Social de la Iglesia, siguen siendo igualmente actuales. Y Francisco volvió a hablar de forma clara e inequívoca desde Asís, dirigiéndose a los jóvenes, para pedir con urgencia un cambio en el modelo de desarrollo si queremos salvar a la humanidad amenazada por las pandemias, las guerras y el cambio climático.
"Una economía que se deja inspirar por la dimensión profética se expresa hoy en una nueva visión del medio ambiente y de la tierra. Son muchas las personas, las empresas y las instituciones que están haciendo una conversión ecológica. Debemos avanzar por este camino, y hacer más. Este 'más' ustedes lo están haciendo y lo están pidiendo a todos. No basta hacer el maquillaje, hay que cuestionar el modelo de desarrollo. La situación es tal que no podemos sólo esperar a la próxima cumbre internacional: la tierra arde hoy, y es hoy cuando debemos cambiar, en todos los niveles".
Así que no basta con unas cuantas acciones superficiales, no bastan los interesados expedientes de 鈥済reenwashing鈥 para hacer continuar todo como antes. El modelo de desarrollo debe ser cuestionado inmediatamente. El llamamiento del Papa va a la raíz del problema y no ha sido adecuadamente recibido, entendido y apoyado en los últimos años. Con respecto al 2013, la situación es aún más trágica, debido a la guerra que estalló en el corazón de Europa con la agresión rusa a Ucrania, que ha servido de motivación a los gobiernos para cerrar sus ya tibias políticas ecológicas en los cajones. El Papa Francisco, que en su encíclica Laudato si' había mostrado cómo el hambre, las guerras, las migraciones y el cambio climático estaban interconectados, recordó desde Asís que "el grito de los pobres y el grito de la tierra son el mismo grito", llamando a preferir, entre las soluciones medioambientales, aquellas que "reducen la miseria y las desigualdades".
Pero aunque el futuro del mundo actual parece sombrío debido a la alocada amenaza nuclear que cierna y a la no menos alocada carrera al rearme, lo que llega desde Asís es un mensaje de esperanza: hay jóvenes decididos a comprometerse con creatividad con una economía nueva, con una economía diferente y más humana, con una finanza nueva que no tenga como centro al "dios dinero" sino al ser humano. El modelo de desarrollo sólo puede cambiarse con la participación desde abajo y con gobiernos convencidos de la necesidad de elecciones visionarias para garantizar un futuro a la tierra y a quien la habita.
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