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Interceder por las esperanzas, los sufrimientos del mundo y por la paz

En su diálogo con los fieles reunidos este mediodía en la Plaza de San Pedro, para rezar el Regina Coeli, el Papa invitó a reflexionar sobre el don del Espíritu recibido de Jesús para ser testigos del Evangelio. Con nuestra ǰó podemos interceder por “las esperanzas y los sufrimientos” del mundo y “por la paz”.

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Antes de rezar la oración mariana del Regina Coeli este mediodía, con los fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco comenzó recordando que hoy en Italia y en muchos países se celebra la Ascensión del Señor, es decir, su regreso al Padre. Y al comentar el Evangelios propuesto por la liturgia del día, que corresponde a San Lucas, se refirió a la última aparición del Resucitado a los discípulos.

“La vida terrenal de Jesús culmina precisamente con la Ascensión, que también profesamos en el Credo”

Como suele hacer, el Obispo de Roma, se preguntó “¿qué significa este acontecimiento? ¿Cómo debemos entenderlo?”. Y para responder a esta pregunta, invitó a detenerse en dos acciones que Jesús realizó “antes de subir al cielo: primero anuncia el don del Espíritu y luego bendice a los discípulos”.

El Señor no nos deja solos

Francisco afirmó que el Señor “sube al cielo, pero no nos deja solos”. Al   contrario, dijo, “precisamente al ascender al Padre asegura la efusión de su Espíritu”. Y recordó que en otra ocasión Jesús había hablado de la conveniencia de irse, “porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes". De ahí la afirmación del Papa:

“El amor de Jesús por nosotros también se puede ver en esto: la suya es una presencia que no quiere restringir nuestra libertad. Al contrario, nos hace un espacio, porque el verdadero amor siempre genera una cercanía que no aplasta, sino que nos hace protagonistas”

Por eta razón, prosiguió diciendo el Santo Padre, “al subir al cielo, Jesús, en lugar de permanecer cerca de unos pocos con su cuerpo, se hace cercano a todos con su Espíritu”. Y el Espíritu Santo “hace presente a Jesús en nosotros, más allá de las barreras del tiempo y del espacio, para que seamos sus testigos en el mundo”.

Un gesto sacerdotal

De la segunda acción del Señor, el Papa dijo que levantó las manos para bendecir a los apóstoles, con “un gesto sacerdotal”, puesto que “Dios, desde los tiempos de Aarón, había confiado a los sacerdotes la tarea de bendecir al pueblo”. De manera que, explicó Francisco, “el Evangelio quiere decirnos que Jesús es el gran sacerdote de nuestra vida”, que “sube al Padre para interceder por nosotros, para presentarle nuestra humanidad”.

“Así, ante los ojos del Padre, están y estarán siempre, con la humanidad de Jesús, nuestras vidas, nuestras esperanzas, nuestras heridas. Así, al hacer su ‘éxodo’ al cielo, Cristo ’nos abre camino’, va a preparar un lugar para nosotros y, desde ahora, intercede por nosotros, para que siempre estemos acompañados y bendecidos por el Padre”

Antes de rezar a la Madre de Dios el Obispo de Roma invitó a todos los hermanos y hermanas a pensar hoy en “el don del Espíritu que hemos recibido de Jesús para ser testigos del Evangelio”. Y preguntémonos, dijo, “si realmente lo somos; y también si somos capaces de amar a los demás, dejándolos libres y dejándoles espacio”. Y luego, prosiguió, preguntémonos:

“¿Sabemos hacernos intercesores por los demás, es decir, sabemos rezar por ellos y bendecir sus vidas? ¿O servimos a los demás por nuestros propios intereses?”

La oración de intercesión

Aprendamos esto, concluyó el Papa: “La oración de intercesión, intercediendo por las esperanzas y los sufrimientos del mundo, por la paz. Y bendigamos con la mirada y palabras a quienes encontramos cada día”. E invitó a rezar “a la Virgen, la bendita entre las mujeres, que, llena del Espíritu Santo, siempre reza e intercede por nosotros”.

Saludos del Papa

Además de recordar el Rosario por la paz, previsto para el próximo 31 de mayo en la Basílica de Santa María la Mayor, y de comunicar el octavo consistorio de su pontificado para la creación de veintiún nuevos cardenales, de finales de agosto, tras rezar la oración mariana el Papa destacó que ayer, en Módena fue beatificado el padre Luigi Lenzini:

Nuevo beato en Italia

“Mártir de la fe, asesinado en 1945 por señalar los valores cristianos como el camino más alto de la vida, en un clima de odio y conflicto en aquella época. Que este sacerdote, pastor según el corazón de Cristo y mensajero de la verdad y la justicia, nos ayude desde el cielo a dar testimonio del Evangelio con caridad y franqueza”

“¡Aplaudamos al nuevo Beato!”

Escuchar con el oído del corazón

Por otra parte, el Pontífice subrayó que hoy se celebra la , con el tema "Escuchar con el oído del corazón". Al respecto, el Santo Padre dijo a los fieles: "Saber escuchar, además del primer gesto de caridad, es también el primer ingrediente indispensable del diálogo y de la buena comunicación: saber escuchar, dejar que los demás lo digan todo, no cortar por la mitad, saber escuchar con los oídos y el corazón".

“Deseo que todos crezcan en esta capacidad de escuchar con el corazón”

El enfermo es siempre más importante que su enfermedad

Por último, tras saludar a los diversos grupos de fieles presentes en la Plaza de San Pedro, muchos de los cuales procedentes de Holanda, España, Polonia y Australia, el Papa recordó que hoy en Italia se celebra la Jornada Nacional del Socorro.

 

Y glosando su Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo de este año, Francisco dijo:

"Recordemos que el enfermo es siempre más importante que su enfermedad, y que, aunque no se pueda curar, siempre es posible curar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir la cercanía".

Como es costumbre, tras desear feliz domingo, el Santo Padre pidió que por favor, no se olviden de rezar por él.

 

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29 mayo 2022, 12:15

¿Qué cosa es el Regina Coeli?

La antífona del Regina Coeli (o Regina Caeli) es una de las cuatro antífonas marianas (las otras son el Alma Redentoris Mater, el Ave Regina Coelorum y el Salve Regina).

Fue el Papa Benedicto XIV, en 1742, en prescribir que fuera recitada en vez del Ángelus y estando de pie, como signo de victoria sobre la muerte, durante el Tiempo Pascual, es decir, del domingo de Pascua hasta el día de Pentecostés.

Es recitada, como el Ángelus, tres veces al día: al alba, a mediodía y al ocaso, para consagrar la jornada a Dios y a María.

Esta antigua antífona se remonta, según una pía tradición, al VI o al X siglo, mientras su difusión está documentada desde la primera mitad del XIII siglo, cuando es introducida en el Breviario franciscano. Está compuesto por cuatro breves versos cada uno de los cuales se concluye con el Aleluya, y es la ǰó que los fieles dirigen a María, Reina del Cielo, para gozar con ella de la resurrección de Cristo.

El Papa Francisco, el 6 de abril de 2015, justamente durante la ǰó del Regina Coeli el día después de Pascua, ha aconsejado cual debe ser la disposición del corazón cuando se recita esta ǰó:

“… nos dirigimos a María invitándola a alegrarse, porque Aquel que ha llevado en su vientre ha resucitado como había prometido, y nos encomendamos a su intercesión. En realidad, nuestra alegría es un reflejo de la alegría de María, porque es Ella que ha custodiado y custodia con fe los eventos de Jesús. Recitemos pues esta ǰó con la emoción de los hijos que son felices porque su Madre es feliz”.

Últimos Ángelus / Regina Coeli

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