El Papa: besar los pies del Crucifijo, brújula y esperanza en la vida
Debora Donnini - Ciudad del Vaticano
"Caminaba así, solo, pensando en la soledad de tanta gente... un pensamiento inclusivo, un pensamiento con la cabeza y con el corazón, juntos". Son las palabras con las que el Papa se remonta a la tarde del 27 de marzo, a aquel momento especial de vacía por la pandemia y bañada por la lluvia, mientras el mundo le seguía apoderado por el miedo y la desolación frente a un enemigo pequeño e invisible apenas conocido, capaz de paralizar todo en el tiempo.
El Papa se remonta a ese día mirando las fotos de aquel momento, en la breve e intensa entrevista concedida a Monseñor Lucio Adrián Ruiz, Secretario del Dicasterio para la Comunicación, recogida en el libro «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» El título retoma las palabras que Jesús dirige a los discípulos cuando le despiertan asustados porque la barca está a merced de la tormenta, según el relato evangélico que se proclamaba en esas horas. El , publicado por la “” y acompañado de fotos del evento, sale el 17 de diciembre -en el día en que Francisco cumple 84 años- y ofrece en la primera parte las fuertes palabras y la súplica elevada a Dios esa noche por el Papa, seguida por muchos a través de los medios de comunicación.
La segunda parte del libro presenta la enseñanza surgida de esa reflexión que, interpretada a la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, fue propuesta por Francisco en los meses siguientes para animar a las personas a aprovechar la pandemia como una oportunidad para repensar su existencia y renacer. Una oportunidad para salir mejores y no peores. Para dejarse cuestionar y cambiar de rumbo, es decir, para convertirse.
Todos estamos en la barca
"Me vinieron a la mente dos cosas: la plaza vacía, las personas unidas en la distancia, ... y por este lado, la barca de los migrantes, ese monumento... Y todos estamos en la barca, y en esta barca no sabemos cuántos podrán desembarcar.... Todo un drama ante la barca, la peste, la soledad... en silencio...", vuelve a recordar el Papa, subrayando que no se sintió solo, sino en contacto con la gente en ese momento, y poniendo de relieve un detalle: "Besar los pies del Crucificado siempre da esperanza. Él sabe lo que es caminar y conoce la cuarentena porque le pusieron dos clavos allí para mantenerlo quieto. Los pies de Jesús son una brújula en la vida de las personas, cuando caminan y cuando se detienen. Los pies del Señor me conmueven mucho...". Con él, de hecho, en aquella plaza estaba la imagen de Maria Salus Populi Romani y el milagroso Crucifijo de San Marcello al Corso, cuyos pies besó Francisco, signo de una encomienda ante el desconcierto y el miedo del mundo, que la ausencia de los fieles en cierto modo amplificaba. Fue una Statio Orbis, una especie de parada en la historia para invocar la misericordia de Dios y exhortarnos a repensar la vida de forma personal y global.
La oración y la enseñanza, vinculadas a la memoria
El libro, por tanto, consta de dos partes, la oración y la enseñanza, diferentes, pero profundamente vinculadas entre sí, y se presenta también como una obra multimedia, con un código QR que lleva al portal "" y permite acceder al vídeo completo y a los enlaces que contienen el trabajo realizado por los medios de comunicación del Vaticano. Y si el título del volumen fue el hilo conductor de todo el evento, el subtítulo, que es una cita tomada del libro del Éxodo, explica la finalidad de la obra producida por el Dicasterio para la Comunicación: "Para que puedas contar y grabar en la memoria", con palabras también tomadas del .
La intención no es sólo recordar un acontecimiento del pasado, sino proponer una memoria que se haga carne en el mundo de hoy para que dé sus frutos. En la conclusión de la primera parte del volumen, monseñor Ruiz explica que la Statio Orbis del 27 de marzo fue "una celebración que refleja una historia", porque presentó el drama humano al Dios de la misericordia, y del mismo modo es historia porque la respuesta de Dios es su presencia en medio de su pueblo. "El momento presente -explica además el secretario del Dicasterio- no sólo está marcado por este virus sino que, fundamentalmente, está sellado por la presencia de Dios. Y esto hay que recordarlo y contarlo para que quede fijado en la memoria", para que esta historia forme parte de la "gran historia del camino de Dios con la humanidad".
Una llamada a la conversión
También enriquece el volumen el prefacio de Monseñor Guido Marini, Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, quien, a propósito del gesto de aquel 27 de marzo de 2020, señala las incisivas palabras de San Juan Crisóstomo, obispo y Doctor de la Iglesia entre los siglos IV y V: "los hombres y las mujeres que oran tienen sus manos sobre el timón de la historia". Para indicar que "el timón de la historia está en manos de quienes saben dirigir su mirada al Señor, con profunda fe y gran humildad".
Paolo Ruffini, Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, explica en la introducción del libro la génesis de una oración que ha unido a la distancia al mundo con la Plaza de San Pedro. Fue el capellán de la prisión “Due Palazzi” de Padua, el padre Marco Pozza, quien pidió al Papa un gesto fuerte, una Statio Orbis, en medio de un mundo angustiado por el contagio. "Pide a la Iglesia que se detenga, a todo el mundo que se ponga a tu lado" para tener concretamente una ayuda a la luz de la fe para vivir un momento tan dramático, había dicho en una transmisión editada por la Conferencia Episcopal Italiana en Rai1. "Haznos entender -había insistido el padre Marco Pozza- que Cristo en este momento está ahí que nos dice algo. Tú eres el puente para nosotros... ¡No nos dejes solos!". "¡Esta tierra enferma debe levantar los ojos al cielo y creer que sólo necesita a Dios, y convertirse a Dios!", había subrayado después el sacerdote en su blog. Palabras que Ruffini recuerda destacando que en la Statio Orbis "aquel silencio era una llamada a la fe". Una llamada urgente a la conversión, "para aprovechar este tiempo de prueba como un tiempo de elección". Ese día, el Papa Francisco se había centrado mucho en la conversión en medio de la tormenta. "Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: ‘Despierta, Señor". “Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti”, había dicho, ya que la fuerza de la fe nos libera del miedo y da esperanza.
Interrogarse sobre nosotros mismos y el mundo
La segunda parte del libro ofrece una recopilación de las principales intervenciones del Papa, en las que hace explícito lo que había dicho esencialmente en la meditación de la Statio Orbis. El magisterio de Francisco nos invita a ver en esta realidad histórica un tiempo de gracia para revisar nuestra propia vida e interrogarnos sobre nuestras relaciones recíprocas y nuestro propio comportamiento hacia nuestra casa común. Por lo tanto, no debemos desperdiciar este tiempo y, con él, el sufrimiento de toda la humanidad, subraya el texto.
Las intervenciones tras la Statio Orbis
Desde el Mensaje Urbi et Orbi del Domingo de Pascua hasta el videomensaje con motivo de la Vigilia de Pentecostés promovido por CHARIS, desde la Carta a todos los sacerdotes de Roma hasta el videomensaje con motivo de la 75ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, son muchas las intervenciones del Papa recogidas en el libro que declinan concretamente la invitación a cambiar de rumbo para llegar a la nueva firmada en Asís el pasado 3 de octubre, de la que se recogen algunos pasajes relacionados con la crisis sanitaria mundial. Ya antes, del 5 de agosto al 30 de septiembre de 2020, el Papa Francisco había querido ofrecer un ciclo de catequesis sobre sanar el mundo mediante la transformación de las raíces de nuestras enfermedades físicas, espirituales y sociales, abordando, entre otros, los temas del bien común, la opción preferencial por los pobres, el cuidado de la casa común y la subsidiariedad. Central dirigir la mirada a Cristo, recordando que nadie se salva solo, como la pandemia ha puesto de manifiesto de forma concreta.
Quien cree en Dios está cerca de los que sufren
Cierra el volumen una reflexión sobre la cruz del padre Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa Pontificia. "La poderosa imagen del Papa Francisco abrazando el Crucifijo de San Marcello al Corso bajo la lluvia nos recuerda que quien sufre, sufre con Cristo", escribe, subrayando que " quien cree en Dios está cerca de quien sufre". "Entre las grandes maravillas de nuestra fe cristiana -señala el padre Sapienza- está también la de habernos enseñado a sufrir con paciencia y a descubrir tesoros de humanidad y de gracia en el dolor y la desventura. "El sufrimiento pasa; el haber sufrido permanece”. Del sufrimiento - concluye -nacerá un nuevo amanecer.
Un texto, pues, que abre perspectivas y futuro, editado por el Dicasterio para la Comunicación, para exhortar a ponerse, una vez más, en camino sobre la vía de la conversión al Señor, recordando aquel acontecimiento del pasado 27 de marzo y aquellas palabras que, en las densas tinieblas que se han espesado en este tiempo a nuestro alrededor, abren destellos de esperanza.
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