Fiesta de la Divina Misericordia, medicina para el alma del mundo
Alessandro Di Bussolo – Ciudad del Vaticano
Una fiesta pedida por Jesús a una monjita polaca entre la primera y Segunda Guerra Mundial, para que "sea un refugio para todas las almas". La humanidad, dijo Cristo apareciéndose a la hermana Faustina Kowalska, "no encontrará la paz hasta que dirigirá a la fuente de mi misericordia". Palabras que el Papa Francisco recordó el miércoles al final de la audiencia general, al saludar a los fieles polacos, invitándolos a la cita de este domingo, el segundo de Pascua, llamado "in albis", y desde el año 2000 Fiesta de la Divina Misericordia.
Un Papa regresa al santuario italiano de la Divina Misericordia
El jueves la Oficina de Prensa del Vaticano anunció que este año el Papa no celebrará la misa en la Plaza de San Pedro como en el pasado, y en 2014 fue una ocasión especial, con la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, y ni siquiera en la Basílica Vaticana, como en el Triduo Pascual que acaba de concluir, sino en la Iglesia del Espíritu Santo en Sassia, a pocos metros de la columnata de Bernini. Desde el 1 de enero de 1994, este templo reconstruido a mediados de 1500 por Pablo III, a instancias del Papa Wojtyla, es centro de espiritualidad de la Divina Misericordia.
La visita de Juan Pablo II, siempre en el domingo "in albis"
El rector de la iglesia durante unos meses fue Don Jozef Bart, un joven sacerdote polaco de Katowice, graduado en la Universidad Jagellonika de Cracovia y con estudios posteriores en la Gregoriana, ordenado siete años antes por Juan Pablo II. El segundo domingo de Pascua de 1995 el Papa polaco, que había conocido de niño el culto promovido por Sor Faustina, celebró la misa y bendijo la imagen de Jesús misericordioso, una copia del cuadro dictado por la religiosa después de una visión, a petición del mismo Cristo, y conservado en el santuario de Lagiewniki, un suburbio de Cracovia, donde descansa el apóstol de la Divina Misericordia.
Monseñor Bart: la coronilla rebautizada "misericordina"
Veinticinco años más tarde, será siempre Monseñor Jozef Bart quien dará la bienvenida al Sucesor de Pedro en la Iglesia del Espíritu Santo en Sassia, y concelebrará la misa del segundo domingo de Pascua, en forma privada, esta vez, y en vivo por televisión y en streaming en Pope. Por primera vez, un Papa guiará el rezo del Regina Coeli desde la iglesia que forma parte del complejo hospitalario homónimo. El rector, a nuestros micrófonos, dice estar convencido de que Francisco lanzará "desde este centro italiano de la espiritualidad de la Divina Misericordia, un mensaje de misericordia para todo el mundo", especialmente - como dijo a los fieles polacos el miércoles - por aquellos que sufren en estos tiempos difíciles.
R. - El Papa Francisco que distribuyó la Coronilla de la Misericordia, a la que llamó "misericordina", más de dos veces, ha desatado un contagio de un virus espiritual positivo hacia toda la humanidad. Siempre estaba esperando y con el deseo, visto que la iglesia está a pocos pasos de San Pedro, de una visita suya. En este momento, cuando el mundo está viviendo en la tribulación y la enfermedad, y yo dije que en la "misericordina" podemos encontrar realmente una medicina, para aquellos que creen y confían en Jesús, la noticia de su visita es la confirmación del programa de misericordia del Papa Francisco. Sintió esta vibración de la misericordia de esta iglesia a su lado y como siempre el Papa supo ir al corazón de esta misericordia.
Su iglesia está cerca, unida al Hospital del Espíritu Santo. ¿Cree que el Papa dirigirá un mensaje relacionado con la pandemia el domingo?
R. - El hospital está pegado a la iglesia del Espíritu Santo en Sassia. Hoy tenemos que tomar en nuestras manos todos nuestros instrumentos, y la Iglesia lo hace a través del episcopado italiano, tanto en las parroquias como en la diócesis, precisamente para ayudar, aquí está la misericordia, a los hermanos necesitados, a las familias y a las personas que no tienen nada. Debemos consolar y ayudar inmediatamente y también nosotros los sacerdotes, que tenemos la libertad de movernos, como pidió el Papa Francisco, no debemos escatimar esfuerzos, sino que debemos ir hacia las personas, cuidarlas, bendecirlas, consolarlas y llevarles la comunión. También esta vez el Papa se mueve para lanzar, desde este centro italiano de la espiritualidad de la Divina Misericordia, el mensaje de misericordia para el mundo entero. De lo contrario, nos detenemos sólo en los números y los cálculos económicos.
Hace 20 años San Juan Pablo II instituía esta fiesta de la Divina Misericordia y proclamaba Santa a sor Faustina Kowalska. ¿En estos veinte años el culto a la Divina Misericordia ha crecido en la Iglesia y también la celebración de esta fiesta?
R. - El Papa Juan Pablo II me dio la tarea de portar de esta Iglesia del Espíritu Santo en Sassia el culto de la Divina Misericordia, y este culto ha avanzado más que en la sexta marcha, porque con el Año Santo de la Misericordia proclamado por el Papa Francisco vi brotar inmediatamente los frutos de esta Misericordia. Pienso en los párrocos que vinieron a buscar imágenes, incluso grandes, de Jesús Misericordioso para ponerlas en sus parroquias. Veo, día tras día, cuánto esta misericordia entra en las familias, en las personas incluso las más alejadas de la Iglesia. Los confesores que confiesan en esta iglesia son los primeros testigos de todas estas personas que cambian completamente sus vidas. Así que esta misericordia avanza más que un virus. Este año se cumplen precisamente 20 años de la canonización de Santa Faustina, 15 años de la santa muerte y cien años del nacimiento, el 18 de mayo, de San Juan Pablo II.
El mensaje de la Divina Misericordia marcó y marca también la vida y las obras del Papa Francisco, y une los dos Papas...
R. - Estamos hablando de un hilo de oro de la Divina Misericordia. Tan pronto como fue elegido Papa, Francisco, - recuerdo los primeros encuentros con nosotros los sacerdotes, y luego en el Año Santo - siempre se refirió a esta fiesta de la Divina Misericordia que inicia con Santa Faustina Kowalska. Cada día el Papa Francisco refresca la memoria de toda la humanidad diciendo que Dios es misericordia, sin misericordia es como estar sin el sol. (...) En estos 7 años de pontificado del Papa Francisco el mundo ha cambiado, pero cambiado para mejor, no lo que siempre escuchamos en la televisión. Hay más civilización del amor.
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