Carta del Ayatol¨¢ iran¨ª al Papa: unidos en el servicio
Gabriella Ceraso- Ciudad del Vaticano
Escribe en nombre de una gran comunidad académica chiíta, el ayatolá iraní Alireza Arafi, rector de la Universidad de Qom, para agradecer al Papa su preocupación por los necesitados en tiempos de emergencia sanitaria mundial y para proponerle que "intensifique" la colaboración y el intercambio de experiencias con las instituciones católicas para "crear una comunidad de religiones celestiales al servicio de la humanidad".
La carta -recibida por Fides- pone de relieve la "desgracia" de la propagación del coronavirus y los sufrimientos generados en el mundo que también han conmocionado a los estudiosos y líderes religiosos que no dejan de invocar, en Qom y en todo Irán, la misericordia de Dios "para los que han perdido la vida y la curación para los enfermos".
Desastres, cohesión social y empatía
"Según la lógica de las religiones reveladas", se lee en el texto reportado por Fides, "los desastres naturales son fenómenos de alarma que ponen a prueba a la humanidad", llaman a profundizar en el propio "origen" y "la posibilidad de resurgir" en la que también puede surgir un fructífero espíritu de empatía y dedicación. "Un enfoque correcto -explica el Ayatolá iraní- debe evitar los contrastes mentirosos entre la ciencia y la religión, y debe inculcar, también en los grupos dirigentes, la preocupación por promover la cohesión social".
El papel de los líderes religiosos y teólogos -subraya el alto exponente chiíta- en tales circunstancias es, entre otras cosas, el de "fortalecer los fundamentos de la propia fe, proteger a la sociedad, promover la oración y las súplicas en presencia de Dios", para hacer frente conjuntamente a otras emergencias contemporáneas entre las que menciona "las sanciones inhumanas, las crisis ambientales, la guerra, el terrorismo y la producción de instrumentos de destrucción masiva".
Mayor colaboración y apoyo interreligioso
Por último, en un país que se encuentra entre los más afectados por la pandemia, en lo que respecta al número de víctimas, el Ayatolá Alireza Arafi no deja de señalar cuántas manifestaciones de solidaridad y de trabajo voluntario se han desarrollado, reuniendo a instituciones gubernamentales y grupos religiosos y cuánto compromiso ha habido por parte de enfermeras, médicos, estudiantes, élites académicas y muchos jóvenes, "bajo el liderazgo de los líderes supremos de la Revolución Islámica". Por último, la última palabra es la voluntad académica de intensificar el intercambio científico y cultural y las experiencias de apoyo mutuo, abriendo un nuevo capítulo de colaboración "en el mundo, especialmente en las instituciones católicas", para formar una "comunidad de religiones reveladas al servicio de la humanidad".
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