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Siete días con el Papa Francisco

La semana litúrgica inicia el domingo, la laboral convencionalmente el lunes, pero para el Papa es diverso. Para Francisco la semana, de alguna manera comienza el viernes, el día de la compasión hacia los "invisibles", el día de la misericordia, cuando sale fuera de los muros vaticanos, con destino a la periferia. Nuestro recorrido sigue desde el viernes, el ritmo diverso de una agenda donde los compromisos son organizados en base al criterio de la caridad.

Mientras el mundo celebró el día de San Valentín, el obispo mártir conocido como el Santo de los enamorados, el Papa en la misa en la Casa Santa Marta el 14 de febrero nos invitó a pensar en quien cada día nos acompaña en nuestra vida; presencias que se convierten en familia y a las que es bueno agradecer o pedir disculpas por las propias faltas.

“… No estamos solos. El Señor nos quiere como personas, nos quiere en compañía; no nos quiere egoístas: el egoísmo es un pecado”.

El 15 de febrero, Francisco abrió el 91º año judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano y exhortó inmediatamente a los órganos judiciales y de investigación a no olvidar nunca la Ley del Evangelio.

El Papa habló además de las reformas que se están haciendo en la legislación vaticana, y de los escándalos financieros que no se concilian con la misión de la Iglesia. Pero la justicia por sí sola no es suficiente, se necesita prudencia, fortaleza, equilibrio y misericordia.

En el Ángelus del 16 de febrero, Francisco no recordó que vivir los mandamientos de la Ley de Dios como un instrumento de libertad, nos ayuda a no ser esclavos de las pasiones y el pecado.

“Pensemos en las guerras, pensemos en las consecuencias de las guerras, pensemos en esa niña que murió congelada en Siria anteayer. Tantas calamidades, tantas. Esto es el resultado de las pasiones, y la gente que hace la guerra no sabe cómo dominar sus pasiones. Echan de menos el cumplimiento de la ley”.

En la misa del 18 de febrero, el Papa hizo la diferencia entre un corazón endurecido y un corazón compasivo como el del Señor.  En los corazones endurecidos y autosuficientes,  Dios no puede entrar .

En la Audiencia general del miércoles, el Papa advirtió sobre las consecuencias de un corazón dominado por la cólera, por la ira.  Por eso explicó la bienaventuranza “felices los que tienen un corazón manso, porque ellos heredarán la tierra”… Y es que la mansedumbre conquista los corazones y sana las relaciones humanas.

“La mansedumbre se manifiesta sobre todo en los momentos de conflicto, cuando estamos “bajo presión”, cuando somos atacados, ofendidos, agredidos. Nuestro modelo es Jesús, que vivió cada momento, especialmente su Pasión, con docilidad y mansedumbre”.

Francisco también anunció una importante decisión para quienes se preparan para ser sus embajadores o nuncios en los distintos países del mundo… Desde ahora quienes se formen para esta misión deberán pasar un año sirviendo en alguna iglesia de periferia, en una tierra de misión. Lo dijo esta semana al recibir al presidente de la Academia Pontificia Eclesiástica, y al Consejo de Cardenales reunidos esta semana.

Y este jueves el Santo Padre pidió a los miembros de la Congregación para la Educación Católica que luchen por una mayor inclusión en todo el mundo...

“La inclusión no es una invención moderna, sino parte integrante del mensaje cristiano de salvación. Hoy es necesario acelerar este movimiento inclusivo de la educación para vencer la cultura del descarte originada de la negación de la fraternidad como elemento constitutivo de la humanidad”

Una inclusión que debe considerar eminentemente a los marginados por la pobreza, las guerras y todo tipo de vulnerabilidad social.

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20 febrero 2020, 19:00