La vida religiosa es un don de amor que hemos recibido
Ciudad del Vaticano
A las 17.00, en vísperas de la XXIV Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el Papa presidió la santa misa con los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. En su Francisco recordó ante todo las palabras de Simeón, que el Evangelio presenta como un hombre sencillo: un ¡°hombre justo y piadoso¡±, como dice el texto: ¡°Mis ojos han visto a tu Salvador¡±. Y explicó que de entre todos los hombres que aquel día estaban en el templo, sólo él vio en Jesús al Salvador.
En un niño pequeño y frágil Simeón vio la salvación
De ahí su pregunta: ¡°¿Qué es lo que vio? Un niño, simplemente un niño pequeño y frágil. Pero allí vio la salvación, porque el Espíritu Santo le hizo reconocer en aquel tierno recién nacido ¡®al Mesías del Señor¡¯. Tomándolo entre sus brazos percibió, en la fe, que en Él Dios llevaba a cumplimiento sus promesas. Y entonces, Simeón podía irse en paz: había visto la gracia que vale más que la vida, y no esperaba nada más¡±.
La vida consagrada es esta visión
El Papa les dijo a sus queridos hermanos y hermanas consagrados que también ellos ¡°son hombres y mujeres sencillos que han visto el tesoro que vale más que todas las riquezas del mundo¡±. Por eso dejaron ¡°cosas preciosas, como los bienes, como formar una familia¡±. Y ante la pregunta de ¡°¿por qué lo han hecho?¡±, Francisco afirmó: ¡°Porque se han enamorado de Jesús, han visto todo en Él y, cautivados por su mirada, han dejado lo demás¡±. La vida consagrada es esta visión.
La vida religiosa es un don de amor
El punto de partida es saber ver la gracia
El Papa también afirmó: ¡°Mis ojos han visto a tu Salvador. Son las palabras que repetimos cada noche en Completas. Con ellas concluimos la jornada diciendo: ¡®Señor, mi Salvador eres Tú, mis manos no están vacías, sino llenas de tu gracia¡¯. El punto de partida es saber ver la gracia. Mirar hacia atrás, releer la propia historia y ver el don fiel de Dios: no sólo en los grandes momentos de la vida, sino también en las fragilidades, en las debilidades, en las miserias¡±.
Además recordó que ¡°el tentador, el diablo insiste precisamente en nuestras miserias, en nuestras manos vacías¡±. Por esta razón advirtió ante los ¡°pensamientos y sentimientos que nos desorientan¡±. Y que hacen que se corra ¡°el riesgo de perder la brújula, que es la gratuidad de Dios¡±.
Francisco también invitó a preguntarse: ¡°Yo, ¿hacia quién oriento mi mirada: hacia el Señor o hacia mí mismo?¡±. Sí, porque como explicó: ¡°Quien sabe ver ante todo la gracia de Dios descubre el antídoto contra la desconfianza y la mirada mundana¡±.
La tentación de tener una mirada mundana
Porque sobre la vida religiosa se cierne esta tentación: tener una mirada mundana. Es la mirada que no ve más la gracia de Dios como protagonista de la vida y va en busca de cualquier sucedáneo: un poco de éxito, un consuelo afectivo, hacer finalmente lo que quiero. Pero la vida consagrada, cuando no gira más en torno a la gracia de Dios, se repliega en el yo. Pierde impulso, se acomoda, se estanca. Y sabemos qué sucede: se reclaman los propios espacios y los propios derechos, uno se deja arrastrar por habladurías y malicias, se irrita por cada pequeña cosa que no funciona y se entonan las letanías del lamento: sobre los hermanos, las hermanas, la comunidad, la Iglesia, la sociedad. No se ve más al Señor en cada cosa, sino sólo al mundo con sus dinámicas, y el corazón se entumece.
Mirada justa sobre la vida
El Papa les dijo a los consagrados que ¡°para tener la mirada justa sobre la vida¡±, deben pedir ¡°saber ver la gracia que Dios nos da a nosotros, como a Simeón¡±. Sí, porque ¡°quien tiene la mirada en Jesús aprende a vivir para servir. No espera que comiencen los demás, sino que sale a buscar al prójimo, como Simeón que buscaba a Jesús en el templo¡±. Y les recordó que en la vida consagrada al prójimo se lo encuentra ante todo ¡°en la propia comunidad¡±. Por eso ¡°hay que pedir la gracia de saber buscar a Jesús en los hermanos y en las hermanas que hemos recibido¡±.
Imitar a Jesús con la mirada de la compasión
Hacia el final de su homilía el Santo Padre afirmó que ¡°los religiosos y las religiosas, hombres y mujeres que viven para imitar a Jesús, están llamados a introducir en el mundo su misma mirada, la mirada de la compasión, la mirada que va en busca de los alejados; que no condena, sino que anima, libera, consuela¡±.
En contacto con el Señor
Para lograr todo esto la sugerencia del Pontífice fue la de mirar al Evangelio y ver a Simeón y Ana, quienes a pesar de ser ancianos y estar solos, no perdieron la esperanza, gracias a su estar ¡°en contacto con el Señor¡±.
El Papa Francisco concluyó su homilía invitando a sus queridos hermanos y hermanas consagrados a dar gracias a Dios por el don de esta vida y pidiendo ¡°una mirada nueva, que sabe ver la gracia, que sabe buscar al prójimo, que sabe esperar. Entonces, también nuestros ojos ¨C les dijo ¨C verán al Salvador¡±.
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