Papa a empleados vaticanos: no tengamos miedo de la santidad
María Cecilia Mutual - Ciudad del Vaticano
"Ser santos para ser felices": es el deseo expresado por el Papa Francisco a los empleados de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano recibidos como de costumbre en este periodo del año con ocasión de los saludos navideños.
Custodiar a las familias
El Papa ingresa al Aula y después de dispensar sus saludos a los presentes, inicia su agradeciendo a todos por su presencia. “Me gustó mucho saludar a las familias” – dice – pero ¡el premio es para la bisabuela de 93 años! Con la hija que es abuela, con los padres y dos niños. “¡Es bella la familia así! Y ustedes trabajan para la familia, para los hijos, para llevar adelante la familia. ¡Es una gracia! ¡Custodien a las familias!" – exhorta. Y les desea una Feliz Navidad. Navidad que el Pontífice define “por excelencia una fiesta gozosa” aunque constata que a menudo, ocupados en otras cosas “al final no hay alegría o si la hay, es muy superficial.
Sólo hay una tristeza, la de no ser santos
Francisco se pregunta entonces por qué falta esta alegría y, basándose en la frase de un escritor francés, explica que “la alegría, está ligada la santidad. Incluso la alegría de la Navidad”.
La alegría del pesebre
El Santo Padre se dirige entonces a los niños presentes con sus familias en el Aula Pablo VI y pregunta: “¿quién es feliz en el pesebre?” Y nota que María y José mirando al Niño recién nacido están llenos de alegría, porque han recibido el “Regalo de Dios”. “Están rebosantes de santidad y por lo tanto de alegría” les explica el Papa.
Mantener la capacidad de sorprenderse
Recorriendo las estatuillas que conforman el pesebre Francisco se detiene en los pastorcillos, que están “llenos de alegría” y “también son santos, porque respondieron al anuncio de los ángeles y corrieron a la gruta” para ver al Niño. El Papa evidencia una característica de los pastorcillos, que es la “capacidad de sorprenderse, de maravillarse ante los dones de Dios, a sus sorpresas, y el don más grande, la sorpresa más nueva es Jesús”, asegura.
Trabajo santificado por la presencia de Jesús
Mirando siempre al pesebre, el Papa nota la presencia de trabajadores y sus oficios, para hablar del trabajo, “de nuestro trabajo” dice, que “siempre tiene una parte de fatiga”. “Pero si cada uno refleja un poco de la santidad de Jesús, un poco es suficiente, un pequeño rayo - una sonrisa, atención, cortesía, una disculpa - entonces todo el ambiente de trabajo se vuelve más "respirable" y se despeja el clima pesado que a veces creamos los hombres y las mujeres con nuestros intimidaciones, cierres, prejuicios, y trabajamos aún mejor, con más fruto”.
Las habladurías corrompen el ambiente de trabajo
Y hablando espontáneamente recuerda que hay algo que corrompe el ambiente de trabajo: las habladurías. “Por favor, no hablen mal de los demás, porque esto destruye la amistad, la espontaneidad”. Y exhorta de rezar por quien nos está antipático y a decir las cosas directamente, sin hablar a las espaldas. “¡Y cuando te viene ganas de hablar, muérdete la lengua!”
Jesús fuente de alegría en todo lugar
Finalmente, Francisco se refiere a la "santidad de la puerta de al lado" que “existe incluso aquí en el Vaticano”, dice, “Normalmente son personas que no aparecen, simples, modestas, pero que hacen tanto bien en el trabajo y en las relaciones con los demás”. Y son sobre todo alegres porque llenos de serenidad interior y capacidad para transmitirla. Serenidad que viene “siempre de Jesús”, explica Francisco, del “Emanuel, Dios-con-nosotros”, porque “Él es la fuente de nuestra alegría, ya sea personal, en la familia o en el trabajo”.
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