Coronavirus. El Papa en Santa Marta tambi¨¦n reza por los prisioneros
Ciudad del Vaticano
Tercera misa de la mañana presidida por Francisco en directo desde la capilla de la Casa Santa Marta. El Papa, al introducir la celebración, continuó rezando por los pacientes de coronavirus, con un pensamiento especial por los prisioneros.
¡°Seguimos rezando por los enfermos de esta epidemia. Y hoy, de manera especial me gustaría rezar por los prisioneros, por nuestros hermanos y hermanas encarcelados. Están sufriendo y debemos estar cerca de ellos con la oración, para que el Señor les ayude, les consuele en este momento difícil¡±.
El Papa entonces leyó la antífona:
"No me abandones, Señor mi Dios, no te alejes de mí; ven pronto en mi ayuda, Señor mi salvación." (Sal 37:22-23)
En su homilía, Francisco, comentando las lecturas del día que hablan de la Pasión de Jesús, subrayó que es la propia manera del diablo de destruir con un estilo particular, la alevosía. Existe la seducción, con la que Satanás quiere alejarse de la Cruz ofreciendo el espíritu mundano, el poder, la vanidad, pero también existe la saña. Y recordó a los muchos cristianos perseguidos. También mencionó a Asia Bibi:
¡°Que el Señor nos dé la gracia de saber discernir cuándo hay un espíritu que quiere destruirnos con ensañamiento, y cuándo el mismo espíritu quiere consolarnos con las apariencias del mundo, con la vanidad. Pero no olvidemos: cuando hay saña, hay odio, la venganza del diablo derrotado. Así es hasta hoy, en la Iglesia. Pensemos en tantos cristianos, en lo cruelmente perseguidos que son. En estos días, los periódicos hablaban de Asia Bibi: nueve años de prisión, sufrimiento. Es la alevosía del diablo. Que el Señor nos dé la gracia de discernir: el camino del Señor, que es la Cruz, del camino del mundo, que es la vanidad, la apariencia, el maquillaje¡±.
Homilía del Papa Francisco
La primera lectura, un pasaje del profeta Jeremías, es en realidad una profecía sobre la Pasión del Señor. Es el sufrimiento del profeta pero hay una profecía sobre Jesús. El mismo Jesús en el Evangelio nos habla de esto:
"He aquí que subimos a Jerusalén y el Hijo del Hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte, lo entregarán a los gentiles para que sea burlado, azotado, crucificado".
No es sólo una sentencia de muerte: hay más, dijo el Papa en su homilía. Hay humillación, hay encarnizamiento. Y cuando hay obstinación en la persecución de un cristiano, de una persona, está el diablo. El demonio tiene dos estilos: la seducción, con las promesas del mundo, como quiso hacer con Jesús en el desierto, para seducirlo, y con la seducción hacerle cambiar el plan de redención, y si eso no funciona, la alevosía. El diablo no es contundente. Su soberbia, señaló el Santo Padre, es tan grande que intenta destruir, y destruye con saña.
El Pontífice recordó las persecuciones de tantos santos, de tantos cristianos que no sólo los matan, sino que incluso los hacen sufrir y tratan por todos los medios de humillarlos, hasta el final.
¡°El diablo es feroz, para destruir. Pensemos en el Apocalipsis: quiere tragarse el hijo de la mujer, que está a punto de nacer. Los dos ladrones que fueron crucificados con Jesús fueron condenados, crucificados y dejados a morir en paz. Nadie los insultó: no importaba. El insulto fue sólo para Jesús, contra Jesús. Jesús dice a los apóstoles que será condenado a muerte, pero será burlado, azotado, crucificado... Se burlan de él¡±.
El Papa recordó en su homilía que la vanidad, el espíritu mundano es precisamente el camino que el diablo ofrece para alejarse de la Cruz de Cristo. La propia realización, el profesionalismo o la carrera profesional, el éxito mundano: todos son caminos no cristianos, todos son caminos para cubrir la Cruz de Jesús.
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