Siria: ?La b¨²squeda de la paz a trav¨¦s de los ojos de Eva?
Antonella Palermo ¨C Ciudad del Vaticano
Los sirios se han aferrado a la esperanza durante más de medio siglo. A la esperanza a la que necesariamente siguen aferrándose incluso ahora, tal vez con más tenacidad, tras poco más de un mes desde el derrocamiento de Bashar al-Assad del gobierno del país. Porque la fase de transición sociopolítica es delicada, se camina por la cuerda floja.
Así lo confirmó a los medios vaticanos Eva Ziedan, licenciada en Damasco y doctora en arqueología por la Universidad italiana de Udine. Originaria de Salamiyeh, en el centro de Siria, a unos cincuenta kilómetros de Homs, actualmente es especialista en protección del patrimonio cultural y desarrollo comunitario, especialmente en zonas de conflicto.
Una nueva Siria basada en la participación
Nunca separada del realismo está la esperanza. Porque no es una virtud deslumbrante que induce a la pasividad, sino que es llamar a los problemas por su nombre y tener el valor de afrontarlos. Al fin y al cabo, a esto nos invita siempre el Papa Francisco. Y es con esta actitud con la que Eva sigue esforzándose para dar su propia contribución, de momento casi siempre a distancia, al futuro de Siria.
Antes de trasladarse a Beirut durante unos años y regresar a Italia, donde vive actualmente, fue mediadora cultural para el ACLI. Durante la emergencia humanitaria de Siria participó en algunos proyectos específicos a escala internacional; ahora sus energías se centran en investigar y poner en práctica formas de hacer frente a la marginación rural, la desigualdad de género, la degradación medioambiental y la exclusión. En particular, se esfuerza por trabajar en la Constitución de la nueva Siria de forma seria y sin ninguna forma de fanatismo.
¡°Debemos ayudar a este gobierno para que no fracase. Su fracaso ¨C explica ¨Cllevaría al país a un baño de sangre aún mayor, pues ya está profundamente fragmentado y no tiene fuerzas para afrontar otra guerra. Esto requiere una crítica constructiva y certera, así como la determinación de garantizar una auténtica participación de todos los ciudadanos en la construcción del Estado, como medida de seguridad contra los peligros exteriores, que podrían utilizar el pretexto de la ¡®protección de las minorías¡¯ u otras justificaciones para intervenir en el país y armar a un bando contra otro».
Más allá de la concepción elitista del poder
Eva vive estas semanas un torbellino de estados de ánimo. Está muy contenta por el fin del régimen y, sobre todo, porque «hasta ahora todo ha sido relativamente pacífico, algo inesperado en el contexto sirio tras una violenta guerra que duró catorce años». Al mismo tiempo, siente una profunda tristeza:
No oculta que está preocupada e incluso siente auténtico temor: por la resistencia de la unidad en Siria, por los caminos de la recuperación, por la garantía de la justicia, por el retorno de los refugiados y la sostenibilidad de la paz. Es el momento de planificar un nuevo orden y entre los mayores riesgos, advierte Eva, está el de volver a caer, de algún modo, en una concepción elitista de los mismos enfrentamientos preconstitucionales.
«Es en un contexto así ¨C señala ¨C donde la mujer siria podrá entonces afirmarse con todas sus competencias, en pie de igualdad con el hombre».
Eva Ziedan confiesa que no le gusta el énfasis que a veces se pone en los medios de comunicación occidentales, por ejemplo, en las minorías, olvidando cuestiones humanitarias aún no resueltas, como el expediente de los desaparecidos, los refugiados: «El peligro es dañar la idea misma de laicidad», proponiendo de nuevo viejos esquemas y viejas narrativas.
Una fase crucial
Es la fase extremadamente difícil en la que no se puede controlar totalmente el uso de las armas, evitar los secuestros aleatorios y las venganzas personales. «No podemos olvidar la gravedad de la situación económica, que ya es desastrosa en Siria, y la importancia de trabajar para liberar al país de las sanciones económicas, que siguen esquilmándolo», señala Eva.
Tiene una mirada lúcida y sentida esta mujer que un día excavó en los desiertos para sacar a la luz los vestigios de una historia con una fascinación compleja y aún poco conocida, y que hoy sigue excavando en la buena conciencia de tantos sirios que creen en una convivencia pacífica y fructífera.
En cuanto a los numerosos desaparecidos, afirma que «el peligro inminente es la ocultación de verdades y el borrado de testigos, intencionadamente o no. Aquí reside la responsabilidad del gobierno actual, que debe impedir que se produzcan tales violaciones y garantizar la protección y preservación de los lugares para que podamos decidir juntos qué dejar a la memoria colectiva del país». Es urgente implicar a las familias, incluidas las de los detenidos, insiste:
Devolver la plena ciudadanía a las piedras vivas, las personas
«El país ha perdido muchos de sus hijos y recursos, incluidos los culturales, una parte importante de los cuales fue destruida por la guerra. Sin embargo, la guerra nos ha enseñado a mirar nuestro país y sus recursos de otra manera. Ya no puedo ser una arqueóloga que se limita a excavar bajo tierra sin tener en cuenta el vínculo entre la historia pasada y el presente y sin comprender la conexión entre las ruinas y la gente», afirma Ziedan, cuya experiencia como arqueóloga la ha llevado a los yacimientos de Balas, Qatna/Mishrifeh y Palmirena, la región desértica al oeste de Palmira.
«La ciudad de Palmira ya no es la que era, muchos arqueólogos incluso originarios de este lugar piden que se reconstruya primero el tejido socioeconómico de la ciudad y después los restos. El concepto es que los lugares pertenecen primero a las piedras vivas de los habitantes y sólo en segundo lugar al turismo internacional».
El retorno de los intelectuales
Por lo tanto, hay que empezar de nuevo desde la cultura. Puede y debe ser un camino privilegiado. «Sólo diez días después de la caída del régimen, destacadas figuras intelectuales, que habían tenido prohibida la entrada en Siria durante más de 14 años, comenzaron a regresar y a reunirse con otras figuras destacadas que habían permanecido en el país pero que trabajaban en secreto en la esfera civil por miedo a la represión y la brutalidad del régimen». La esperanza ha viajado bajo tierra. Desde aquí aún se mueve y emerge. Una esperanza coral.
«Se reúnen por primera vez sin miedo ¨C concluye Eva ¨C en un edificio que perteneció al partido Baaz, que dominaba la nación, pero que ahora ya no lo hace. Con ellos se reúnen cientos de personas deseosas de comprender, de tener voz, de trabajar por una justicia transicional integradora. Se reúnen a la luz de los teléfonos móviles, dada la falta de electricidad, en el intenso frío que hace estos días en Damasco».
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