Cop29: Las diferencias sobre los compromisos financieros, el coraje de Barbados
Pierluigi Sassi
El tercer día de negociaciones registró algunos nervios de más. Por la mañana, los países en desarrollo presentaron un nuevo proyecto de acuerdo de 34 páginas. La cifra solicitada es de 1,3 billones de dólares anuales.
Esto significa que los países pobres consideraron insuficiente la propuesta hecha por la ONU a Australia y Egipto para preparar la COP29, y prefirieron desafiar al norte global a respetar el acuerdo de París con compromisos económicos más adecuados y concretos.
A la defensiva, los países ricos juzgaron inmediatamente inviable un plan económico de tal envergadura, a la luz tanto de sus finanzas en crisis como del probable déficit inminente de las contribuciones estadounidenses. No fue posible averiguar qué cifra podían considerar realista los países donantes, pero los rumores rondaban los 300.000 millones de dólares. De ser así, el desfase entre la oferta y la demanda seguiría siendo sideral.
Por si fuera poco para «recalentar el clima», el Presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, también ha criticado abiertamente a Francia, hablando de «colonialismo criminal» y de «violaciones de los derechos humanos». Hubo una respuesta inmediata del gobierno francés, que, en la persona de la ministra de Ecología, Agnes Pannier-Runacher, calificó el ataque de «grave violación del código de conducta» de las conferencias de la ONU, y canceló su viaje a Bakú. Francia, sin embargo, declaró que continuará las negociaciones para defender el histórico Acuerdo de París.
En cambio, quien ordenó a sus 80 delegados abandonar definitivamente las negociaciones fue la Argentina -el «presidente favorito» de Donald Trump-, quien dejó en claro que tras la elección estadounidense no sólo la COP29 es inútil sino todo el Acuerdo de París. Un gesto llamativo que suscitó inmediatas y severas críticas de muchos observadores, tanto argentinos como internacionales, que señalaron que Milei ya había desmantelado muchas leyes nacionales de protección del medio ambiente, juzgando la cuestión climática como propaganda socialista.
Así llega la primera consecuencia negativa de las elecciones estadounidenses sobre las negociaciones climáticas. Pero si para Milei el diálogo es inútil, no lo es para la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, que pidió abiertamente a Trump una reunión cara a cara sobre la cuestión climática. En una entrevista exclusiva con The Guardian, la valiente líder barbadense utilizó palabras de reconciliación que deberían hacer reflexionar a todos sobre la importancia del diálogo:»... encontramos un propósito común en salvar el planeta y los medios de vida. Somos seres humanos y tenemos la capacidad de encontrarnos cara a cara, a pesar de nuestras diferencias. (Todos) queremos que la humanidad sobreviva».
Dos actitudes muy diferentes, las de Milei y Mottley, que nos dan la medida de la dificultad a la que se enfrenta cualquier pacificador comprometido en la resolución de esta tremenda crisis.
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