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Protesta en apoyo de la liberación y protección de los rehenes retenidos en Gaza, cerca de Urim. Protesta en apoyo de la liberación y protección de los rehenes retenidos en Gaza, cerca de Urim. 

Rachel Goldberg Polin: Únanse a mí para unir nuestro mundo fracturado

Al cumplirse cien días del atentado de Hamás y del secuestro de los rehenes, Rachel Goldberg Polin, madre de Hersh, portavoz de las familias de los rehenes, que se reunió con el Papa Francisco el pasado mes de noviembre, escribió este artículo en exclusiva para L'Osservatore Romano

Rachel Goldberg Polin- Tel Aviv

El domingo 14 de enero se cumplen cien días desde que me arrebataron a mi único hijo, Hersh.

Hersh es un civil que asistía a un festival de música. Antes de ser secuestrado, le amputaron el brazo a la altura del codo. Tiene doble nacionalidad estadounidense e israelí.  

No hay palabras que puedan describir adecuadamente lo que han sido los últimos cien días para mí y mi familia. 

Desde que lo secuestraron, no sabemos nada más de él.

Pero durante este tiempo oscuro nos hemos sentido inundados de compasión, gracia, amor y apoyo. Lo más significativo ha sido la ayuda de la comunidad cristiana de todo el mundo. Hemos recibido cientos de miles de mensajes de cristianos amables y solidarios que nos han enviado su bendición para que Hersh sea fuerte y vuelva a casa con nosotros. Fotos de mesas familiares en la cena de Navidad, con un plato vacío con el nombre de Hersh, y de gente encendiendo velas por él en la misa de medianoche. Sentir semejante belleza y ternura de nuestros vecinos cristianos de todo el mundo nos conmovió en lo más profundo.

Tuve la oportunidad única de encontrarme con el Santo Padre como parte de un pequeño grupo de otras familias de rehenes. Nos escuchó y compartió nuestro dolor. El Papa Francisco dijo algo que me cambió. En concreto, que lo que habíamos vivido era terror y que el terror es "la ausencia de humanidad". Fue sencillo, sabio e inspirador. Hasta entonces había empezado a dudar de la humanidad. Pero tras oír estas palabras, recuperé la esperanza en el mundo.

Desde que secuestraron a Hersh, llevo un trozo de cinta adhesiva sobre el corazón con el número de días que han pasado desde su desaparición. Utilizo un rotulador negro y escribo el número cada mañana. Hace poco he empezado a pedirle al mundo que se una a mí poniéndose la cinta, igual que yo. Es un símbolo de solidaridad en nuestro mundo fracturado. Pido a todas las personas, de todas las religiones, etnias, nacionalidades y edades, que se unan a mí. 

En nuestro mundo que sufre tanto, en tantos lugares y de tantas maneras, esta es una forma sencilla de que todos nos unamos y digamos basta. Basta de sufrimiento para las personas de ambos lados del conflicto. Basta de lágrimas. No más derramamiento de sangre. No más dolor. Basta ya. 

El primer paso hacia la compasión es la unidad. El primer paso hacia la unidad es la solidaridad. Y el primer paso hacia la solidaridad puede ser un símbolo.

Únanse a mí con el símbolo de una madre que sufre. Al igual que la Madre María lloró, yo también lloro por nuestro mundo fragmentado. 

Rezo y creo que pronto llegará la salvación para Hersh y los otros rehenes amados; y para todos los miles de inocentes que sufren en Gaza. Ha llegado el momento. Amén. Que así sea.

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13 enero 2024, 15:00