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Silvia Giovanrosa 鈥� Ciudad del Vaticano

Más de 2.000 muertos y 10.000 heridos: éste es el balance provisional del terremoto de 6,3 grados en la escala de Richter que sacudió la región occidental de Afganistán. El epicentro se habría situado a unos 42 kilómetros de la ciudad de Herat, donde viven 272.000 personas, a una profundidad de diez kilómetros. Según las autoridades, seis pueblos quedaron completamente destruidos. Los datos facilitados por el gobierno hablan de más de 1.300 casas completamente arrasadas, a lo largo de una falla a 30 kilómetros al noroeste de Herat. Las réplicas posteriores continuaron la devastación. Las viviendas rurales, construidas casi exclusivamente con barro y madera, se derrumbaron de inmediato, dejando desamparadas a las numerosas familias que vivían en ellas. "Nuestro pueblo ha sido testigo de un terremoto sin precedentes", explicó el portavoz del Ministerio de Gestión de Desastres, Mullah Janan Sayeq.

Gestión de la emergencia

Las operaciones de socorro avanzan lentamente, las zonas afectadas por el terremoto son de difícil acceso. No hay recursos para la gestión inmediata de las emergencias, explica Salma Ben Aissa, directora en Afganistán de la ONG International Rescue Committee. Los hospitales, que ya tienen dificultades, se esfuerzan por atender a todos los necesitados. "Faltan alimentos y agua, las familias con mujeres y niños no tienen dónde alojarse", concluyó la directora de la ONG. En las horas siguientes al seísmo, la solidaridad internacional se movilizó para hacer llegar a las zonas afectadas ayuda esencial: alimentos, mantas y artículos de primera necesidad. Este es el segundo terremoto devastador que sacude el país en poco más de un año. En junio de 2022, un fuerte temblor de magnitud 5,9 había matado a más de mil personas, dejando a decenas de miles sin hogar. Una catástrofe que se suma a la grave crisis que vive Afganistán con la vuelta de los talibanes al poder y la retirada de la ayuda internacional.