9 de agosto de 1945: Después de Hiroshima, otro abismo arrasa con Nagasaki
Amedeo Lomonaco - Pope
Son las 11.02 horas del 9 de agosto de 1945. La Fuerza Aérea estadounidense, tres días después de la bomba nuclear lanzada sobre Hiroshima, lanza una bomba atómica sobre Nagasaki reduciendo la ciudad a un montón de escombros y causando la muerte instantánea de al menos 70 mil personas. Muchos de los que sobreviven a la terrible deflagración llegan a sufrir enfermedades causadas por la exposición a la radiación a lo largo de los años.
La cruz que sobrevivió al holocausto
La catedral de Nagasaki también es completamente destruida. Se salva una cruz de madera de un metro y medio de altura. Fue recuperada de entre los escombros por un marino. Con el consentimiento del obispo de la ciudad en ese momento, la lleva a Estados Unidos. En 1982 se entregó al Centro de Recursos para la Paz de Ohio, donde se conservan algunas reliquias de Nagasaki e Hiroshima. La cruz fue devuelta posteriormente a la Iglesia japonesa como signo de paz y reconciliación. "Es un objeto", dijo Tanya Maus, directora del Centro de Recursos para la Paz, "que encarna el sufrimiento de los cristianos de Nagasaki que murieron a causa del bombardeo atómico, y es sagrado para los que pertenecen a la catedral". 'La cruz', dijo el entonces arzobispo de Nagasaki, monseñor Joseph Misuaki Takami durante la misa por la paz en la catedral el 9 de agosto de 2018, 'nos muestra la brutalidad y la locura de la guerra'.
La estatua de María
También se salvó del holocausto nuclear la cabeza de una estatua de la Virgen María, descubierta recientemente en la catedral de Nagasaki. Los ojos de la Virgen María son dos huecos rodeados de evidentes marcas de quemaduras. En la mejilla derecha, una hendidura carbonizada se asemeja a una lágrima. Para los fieles japoneses, y otros, es un símbolo de esperanza. Durante su viaje apostólico a Japón en 2019, el Papa Francisco visitó el Parque del Hipocentro de la Bomba Atómica en Nagasaki. "Este lugar -dijo el Pontífice en aquella ocasión- nos hace más conscientes del dolor y del horror que como seres humanos somos capaces de infligirnos. La cruz bombardeada y la estatua de la Virgen nos recuerdan una vez más el horror indecible que sufrieron en su propia carne las víctimas y sus familias".
Los frutos de la guerra en una foto
Una foto tomada en 1945 sigue cuestionando y sacudiendo conciencias. Representa a un niño de 10 años que lleva sobre sus hombros el cadáver de su hermano pequeño, que murió tras la explosión de la bomba atómica en Nagasaki. La imagen impactó fuertemente al Papa Francisco que quiso reproducirla en una tarjeta en 2017. La fotografía va acompañada del comentario "...el fruto de la guerra", seguido de su firma manuscrita. La instantánea fue tomada por el fotógrafo estadounidense Joseph Roger O'Donnell, enviada tras las explosiones nucleares en las dos ciudades japonesas, Hiroshima y Nagasaki, devastadas por la bomba nuclear. En Nagasaki ve a dos niños. Uno parece estar durmiendo sobre los hombros del otro. En realidad está muerto. Su hermano, con el rostro mostrando un sufrimiento digno, espera que sea cremado.
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