Caravana Latinoamericana exige a Europa desinvertir en proyectos de megaminería
Alina Tufani Díaz/ Sebastián Sansón Ferrari- Ciudad del Vaticano
Comunidades destruidas, polarizadas y enfermas, miles de hectáreas de bosques y selvas devastados, ríos y lagunas contaminadas, fauna y flora desaparecidas. Este el panorama que la “Caravana Latinoamericana por la Ecología Integral en Tiempos Extractivistas” ha presentado y continuará presentando a las organizaciones eclesiales y civiles de Europa para que se solidaricen con una oscura realidad de millones de personas que hoy día ven sus vidas amenazadas por el extractivismo mineral indiscriminado, por las multinacionales de la minería que van dejando escoria y muerte a su paso por América Latina.
Alemania, Bélgica, Italia, y luego Austria y España son las etapas del viaje de líderes comunitarios, agentes pastorales, laicos, un sacerdote y el obispo de Brumadihno (Brasil), monseñor Vicente Ferreira en una caravana, que inició el domingo 20 de marzo, para hablar de la megaminería y sus consecuencias, pero sobre todo para llamar a una toma de conciencia sobre que lo significa para millones de personas que diariamente conviven o viven de las más de 300 explotaciones mineras actualmente activas en América Latina.
Desinvertir en políticas de muerte
“El objetivo es entrevistarnos con distintas personas y organismos de orden internacional para promover una campaña de desinversión económica en contra de la mega minería extractivista, qué afecta grandemente la calidad de vida en muchos países de Latinoamérica”. Así lo declara a Pope el padre Juan Carlos Osorio Arenas, de la Diócesis de Caldas, en Antioquia (Colombia), integrante de la caravana en su paso por Roma.
Desde el sur de Argentina hasta el norte de México cientos de comunidades son “afectadas terriblemente por estas multinacionales mega mineras extractivistas que llegan hasta nuestros territorios, con anuencia de los Estados y gobiernos ávidos de recursos financieros, para saquear los recursos minerales” y dejar a la población empobrecida. Incluso, agrega el sacerdote, provocando la muerte como ocurrió en Brumadinho (Brasil), en 2019, donde la ruptura de una represa con residuos tóxicos causó la muerte de 272 personas.
Pero no se trata solo de muerte sino de calidad de vida como explica el p. Osorio refiriéndose al caso de Colombia, “un país rico en biodiversidad y en agua, que las multinacionales megamineras están dejando en una verdadera desolación, ya que acaban con las fuentes acuíferas, con la biodiversidad, y dejan las comunidades terriblemente divididas y en una pobreza extrema. Tal es el caso del departamento de Antioquia, una región tradicionalmente agrícola, donde se intenta declarar como “distrito minero” a una zona que engloba a 23 municipios y alrededor de más de 300.000 personas.
“Si entran las megamineras…”
La experiencia del sacerdote colombiano, desde el anuncio de los proyectos mineros en Antioquia, es la de una gran polarización de la comunidad que por una parte ve positivamente la exploración y explotación minera como creadora de empleo y riqueza y los que no ven con favor “las promesas de un falso” desarrollo económico o social sino devastación y muerte.
“Si entran las megamineras a nuestros territorios van a terminar por completo con una zona en donde se ha convivido de alguna manera pacíficamente, a pesar del conflicto armado que aqueja a toda Colombia”, subraya el padre Osorio. En este contexto, llama a los gobiernos e instituciones, en particular, a las conferencias episcopales y otras Iglesias para que “pongan su mirada en esta problemática” y puedan encarar con fuerza “no solamente a los gobiernos nacionales, sino también las multinacionales que pretenden saquear nuestros territorios dejando muerte.
Ni un centavo más...
Pedro Sánchez, miembro de la Red nacional de la pastoral ecológica de Ecuador y miembro de la Red Iglesia y Minería, integrante de la “Caravana Latinoamericana por la Ecología Integral en Tiempos Extractivistas”, es aún más enfático al hablar con Pope sobre las “ocultas” o “ignaras” inversiones en proyectos megamineros.
“Nuestra principal demanda está enfocada hacia las entidades religiosas, en las entidades de las iglesias locales de Europa (…) Les estamos pidiendo que tengan mayor cuidado sobre dónde están colocando sus inversiones, porque en el Sínodo de la Amazonía, los indígenas dijeron y pidieron a nuestros obispos, a nuestras conferencias episcopales que, por favor, tengan cuidado donde invierten su dinero porque, muchas veces, los bancos donde depositan sus fondos van a parar finalmente a las empresas mineras, a las empresas petroleras, que están acabando con la Amazonía, que están acabando con nuestras comunidades”, advierte Sánchez.
El activista ecuatoriano explica además que no sólo se debe conocer en qué manos se depositan los recursos de las Iglesias, sino y, sobre todo, de dónde provienen algunas donaciones o inversiones no siempre samaritanas a las Iglesias. “Hay tener mucha claridad para conocer de dónde vienen algunas donaciones, porque también - denuncia Sánchez - muchas empresas mineras están apoyando la construcción de catedrales, la reparación de Iglesias, la construcción de seminarios, pues para lavarse la cara invierten o donan dinero a las congregaciones religiosas, parroquias o diócesis".
Coherentes con la Laudato si’ y la sinodalidad.
“Seamos más coherentes si queremos defender la casa común, si queremos asumir el llamado de la Laudato si', tengamos mucho cuidado también y hagamos la desinversión en estos proyectos”. Este el llamado de Sánchez al destacar que las reuniones con las entidades eclesiales han sido muy positivas, se ha llevado a una toma de conciencia, pero también a una “relación de amistad, de fraternidad, de hermandad en Europa, con comunidades de fe que son solidarias con las comunidades latinoamericanas afectadas por la minería”.
“Mucha gente, evidentemente, desconoce las angustias y los problemas, los dolores que está causando la megaminería en Latinoamérica”. El coordinador de comunicaciones de la caravana agrega que ha causado a veces sorpresa el testimonio de las víctimas que participan en la caravana, gente que tiene familiares, hijos, padres, hermanos, amigos que han muerto, por ejemplo, en Brumadinho y en otras localidades, como consecuencia de la ruptura de los diques, por desechos tóxicos o por enfermedades causadas por la explotación minera indiscriminada.
“Digamos – concluye Sánchez – que se está creando como una gran comunidad, se va construyendo sinodalidad y fraternidad”.
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