ᾱá abolió la pena de muerte definitivamente
Francesca Sabatinelli y Giancarlo La Vella - Ciudad del Vaticano
Otro país ha abolido definitivamente la pena de muerte. Es Kazajistán, que llegó a la decisión después de una moratoria de las ejecuciones vigente durante más de 20 años. El Presidente Kassim Jomart Tokaiev firmó la ratificación, el último paso hacia la eliminación definitiva de un proceso iniciado en septiembre pasado. Entre las ex repúblicas soviéticas, sólo Belarús sigue aplicando regularmente la pena de muerte.
Un proceso complejo
Antes de llegar a la firma presidencial en la ratificación del Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que incluye el compromiso formal de abolir la pena de muerte, a finales de septiembre, el Enviado Permanente de Kazajistán ante las Naciones Unidas firmó el Segundo Protocolo Facultativo. El 29 de diciembre, el documento fue al parlamento donde fue aprobado. En 2003 el entonces Presidente Nursultan Nazarbayev ya había firmado un decreto de suspensión temporal de las ejecuciones que, sin embargo, no prohibía a los tribunales dictar sentencias de muerte. Kazajistán se suma así a la lista de 104 países que ya han anulado la pena de muerte de sus sistemas jurídicos.
Satisfacción de la Comunidad de Sant'Egidio
En una declaración, la Comunidad de Sant'Egidio saluda con gran satisfacción la abolición de la pena de muerte en Kazajistán. Este paso decisivo hacia el respeto de la vida -leemos- es consecuencia de una moratoria de facto inaugurada en 2003, que sin embargo no ha impedido que se dicten nuevas sentencias de muerte por delitos excepcionales, que ahora se convertirán en cadena perpetua. La Comunidad de Sant'Egidio acompaña a Kazajistán desde 2006 en este camino, ya irreversible, hacia la completa eliminación de la pena de muerte a través de diversos encuentros internacionales sobre temas relacionados con la justicia y la paz en los que ha participado el actual presidente de la República, el mismo Kassim-Jomart Tokaiev.
En particular, el comunicado recuerda el compromiso inagotable de Tamara Chikunova y su asociación "Madres contra la pena de muerte y la tortura" con la abolición de la pena de muerte en toda la región de la antigua Unión Soviética de Asia Central, empezando por su país, Uzbekistán, donde contribuyó en gran medida a la abolición de la pena de muerte en 2008. Luego extendió a los países vecinos una corriente abolicionista que ha tenido éxito en toda la zona en cuestión, hasta Mongolia. La Comunidad de Sant'Egidio -concluye el documento- seguirá acompañando todas las iniciativas de Kazajistán destinadas a defender la vida, siempre y en cualquier caso, en todas las circunstancias.
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