Estados Unidos. Obispos en el Día del trabajo: reconstruir un mundo digno
Pope
Monseñor Paul S. Coakley, presidente del Comité para la Justicia Interna y el Desarrollo Humano de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos (USCCB), firma el mensaje en que se hace referencia al versículo del Apocalipsis "He aquí que hago nuevas todas las cosas" (Ap 21,5) como una aspiración a la esperanza en un período definido como "sombrío" debido a la emergencia sanitaria y sus repercusiones en la sociedad.
El impacto de la pandemia en la vida de los trabajadores
"La pandemia continúa -dice el mensaje- las condiciones económicas de muchas familias son difíciles o incluso desastrosas; millones de personas están sin trabajo, mientras que para los trabajadores considerados esenciales existe un creciente peligro de contagio", tanto que algunos los han llamado "trabajadores sacrificados".
"Lo que estaba mal antes de la pandemia ahora se ha acelerado -enfatizan los obispos- lo que podría estar oculto ahora está claro. Y en este contexto, la muerte de George Floyd, el afroamericano que murió el 25 de junio en Minneapolis después de ser arrestado por un policía blanco, fue como encender un fósforo en una habitación llena de gas".
Cercanía de Dios
Sin embargo, los prelados señalan: "Dios nunca abandona a su pueblo, siempre está cerca de ellos, especialmente cuando el dolor se hace más presente. De ahí el llamado a mirarlo para entender que "ha llegado el momento de eliminar las desigualdades, de sanar la injusticia que está minando la salud de toda la población". Hoy, por desgracia - es el pesar de la USCCB - "la dignidad de la persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios, no está en el centro de la sociedad. Y en algunos lugares de trabajo, esto ha significado un énfasis en las ganancias más que en la seguridad". "Esto es injusto - insisten los prelados - porque el consumismo y el individualismo alimentan las presiones sobre los empleadores y los responsables políticos que conducen a estos resultados.
El llamamiento de la Iglesia
Por lo tanto, el llamamiento de la Iglesia en los Estados Unidos es a un mayor sentido de responsabilidad por parte de todos y cada uno: desde la reflexión sobre lo que se compra para garantizar que los trabajadores sean "tratados con dignidad y respeto", hasta el compromiso de los políticos de satisfacer las necesidades de los más necesitados, lo que se necesita es "dar prioridad a la protección de los pobres y vulnerables". En esta perspectiva, los obispos recuerdan "la señal de gran esperanza" que proviene de la Campaña Católica para el Desarrollo Humano (CCHD) que este año celebra su 50º aniversario. La CCHD, de hecho, trabaja para "abordar la pobreza, crear buenos empleos y ser una fuerza de transformación en las familias y comunidades". En cinco décadas, el organismo "ha distribuido más de 8.000 subvenciones por valor de más de 400 millones de dólares para ayudar a crear un cambio radical.
En el contexto de la pandemia, la CCHD también ha intensificado sus esfuerzos para hacer frente a los "impactos devastadores" del coronavirus, por ejemplo, ayudando a los trabajadores de mayor riesgo en las zonas rurales de Missouri a obtener equipo de seguridad Covid-19. "Para proteger la dignidad del trabajo y los derechos de los trabajadores", destaca el mensaje episcopal, "cada uno de nosotros está llamado a practicar la solidaridad con los que están en peligro. Además, se puede "ofrecer asistencia caritativa a todos aquellos que se han quedado sin empleo durante este período, haciendo donaciones a los bancos de alimentos locales y a las organizaciones benéficas católicas", sobre todo porque la demanda "ha aumentado entre un 30 a un 50 por ciento" desde que comenzó la emergencia sanitaria.
El llamamiento de ayuda también se refiere a "los hospitales católicos, en los que médicos, enfermeras y personal sanitario han trabajado incansablemente, en muchos casos con una importante pérdida de recursos". El mensaje de la USCCB concluye, con la invitación a la oración "por un futuro común, un futuro para todos que no descarte a nadie", para "participar en la obra de Dios", en la promoción de la justicia.
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