Filipinas. La Iglesia en ayuda de miles de personas obligadas a huir
Ana Poce ¨C Pope
Entre el 21 y el 23 de mayo, más de 6.000 personas huyeron de sus hogares cuando militantes armados atacaron con fuego de mortero a unidades del ejército y tres aldeas de la provincia de Maguindanao -Daplawan, Elian y Kitango-, matando a dos niños.
El director del Programa de Acción Social por la Paz y la Justicia de la Arquidiócesis de Cotabato, el padre Clifford Baira, dijo a UCA News que los desplazados ocuparon varias escuelas e iglesias de la provincia y recibieron ayuda del grupo de los servicios sociales de Caritas. "Estamos alimentando a miles de desplazados, tanto cristianos como musulmanes", dijo el padre Baira. "Ahora la religión no es un problema, pero la seguridad de todos los filipinos sí lo es", dijo.
El sacerdote invitó a los responsables de los bombardeos a "mostrar misericordia". "Ya estamos sufriendo bastante como nación" a causa de la pandemia -dijo. "Dejemos de lado la violencia".
Monseñor Arturo M. Bastes, obispo de Sorsogon, calificó estos ataques una agresión atroz y un "acto inhumano y asesino en medio de una pandemia que ha causado tanto sufrimiento" y subrayó que los musulmanes merecían ser respetados y no este "trato bestial" en un momento en que estaban honrando a Dios con su fiesta más importante.
Según las autoridades, el ataque habría sido lanzado por los Bangsamoro Islamic Freedom Fighters (BIFF), un grupo radical que lucha por el Estado independiente de Mindanao.
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